Charla con Teju Cole

Un creador con palabras e imágenes

El autor y fotógrafo nigeriano-estadounidense Teju Cole combina imagen y texto con el fin de transgredir divisiones simplistas. En su nuevo libro, «Blind Spot», Cole reúne fotos de lugares extraños y únicos, hechas mientras viajaba por el mundo, y las acompaña con reflexiones literarias. Hablamos con Teju Cole en Brooklyn, Nueva York, sobre cosas ignoradas y olvidadas.

MR: Aunque los textos tienen un tono personal marcado, varias veces me pareció que realizaban un gesto “masculino”, en el sentido de que usted hace muchas citas y referencias a la historia del arte. Usted conversa con determinados discursos dominantes. Esto me llevó a la pregunta de en qué medida, el género, más específicamente, su identidad de género modela su obra.

TC: Sí, pienso que el cuerpo de mi obra es muy vulnerable a la influencia patriarcal. Eso es producto de mi educación y experiencia. Pero también creo que mi obra contiene una crítica feminista. Me parece que el tema central de mi primera novela, Open City (2011), no es sólo la memoria sino específicamente la memoria de la violencia de género. Eso es lo que, de hecho, constituye el corazón del libro. ¿Qué significa para un hombre escribir sobre la violencia contra las mujeres? Es una cuestión diferente de lo que significa para una mujer escribir sobre la violencia sexual contra las mujeres. Para los hombres significa, entre otras cosas, enfrentarse a la absoluta imposibilidad de ser justos. Era imposible escribir esa historia de modo que todo terminara bien.

En cuanto a Blind Spot, aquí me ocupo de modo más directo de la estructura del pensamiento feminista. Entre las autoras que guiaron mi trabajo se encuentran Emily Dickinson y Anne Carson. Pero el libro también se caracteriza por un entrelazamiento de voces masculinas y femeninas: mis amigos, mis colegas y hasta mi madre. La mirada hermenéutica principal del libro no es simplemente masculina. Sí, es marcial porque las dos fuentes más citadas son la Biblia y Homero, en este sentido es atávica y violenta. Siempre regreso a la Ilíada y a la Odisea. Y tiene que ser así: esas narrativas modelaron enormemente nuestra sociedad. Por otro lado, también es un libro sobre la fragilidad, fragilidad física. Y esto me permite poner en primer plano el hecho de que todo autor dado posee un cuerpo. No puedo escribir desde el punto de vista de una mujer o de un hombre gay, puesto que no soy ni lo uno ni lo otro. Pero sí puedo insistir una vez más en el cuerpo del autor y decir: esta es la debilidad de mi cuerpo, este es mi andar dificultoso, esta es mi mala visión, este soy yo acostado, este soy yo cinco minutos después de haberme despertado de un sueño. Volver la mirada sobre el cuerpo de ese modo es un gesto queer, y espero que la gente que habita lo queer en su vida cotidiana más que yo pueda verse reflejada allí.

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