Conversación con Rebeca Carapiá

¿Cómo hablar de la diferencia sin explicarla?

Abriendo sus escritos y cuadernos, la artista brasileña Rebeca Carapiá habla del racismo ambiental y del derecho a la muerte de la escultura.

 

C&AL: El lienzo de algodón preparado para pintar, la nobleza del cobre y la dureza del hierro: estas materialidades se encuentran y entran en tu investigación, una investigación que involucra al barrio obrero del Uruguai, en la Cidade Baixa, en Salvador. ¿Cómo ocurre esto? ¿Y cómo late este territorio en otra de tus investigaciones llamada “Um barco feito para afundar” (Un barco hecho para hundirse)?

RC: ¿Cuántas preguntas hay dentro de un territorio? El encuentro con las materialidades con las que trabajo es una reacción a la experiencia vivida desde y con el lugar. El cobre del lienzo tiene una relación directa con la región de la Baixa do Fiscal y con mis recuerdos de infancia, cuando recogíamos el cobre de los motores quemados para venderlo. El hierro macizo tiene que ver con la cerrajería de mi padre y la convivencia con los constructores de estribos que estructuran buena parte de la ciudad. Parte de la Península de Itapagipan es una marea enterrada, un territorio iniciado como un polo industrial que envenenó y mató una de las cuencas de la ensenada de Tanheiros, que hoy es el lugar llamado Uruguai, donde nací, crecí y que hasta ahora sigo descubriendo. En mi Diário de Ferrugem (Diario de herrumbre), iniciado en 2020, junto con el inicio de la pandemia de la COVID-19 y el periodo de inundaciones en el barrio de Uruguai, cuento la experiencia con la escultura y hablo de la vida cotidiana y de nuestros recuerdos colectivos. Entre ellos, recojo uno de cuando mi hermano y yo hacíamos pequeños barcos de metal para navegar en la marea, barcos que siempre acababan en el fondo de nuestra casa inundada. En Como colocar ar nas palavras estaba pensando desde encima del territorio, ahora estoy pensando debajo de él.

C&AL: La obra escultórica al relacionar el cuerpo y las memorias del hierro, conlleva su propia performatividad. ¿Qué tiene que ver esto con lo que has llamado “el derecho a morir de la escultura”?

RC: Elijo un fragmento de mi Diário de Ferrugem que creo que responde bien a esta pregunta: “Estos días hablamos de la muerte o, más bien, del derecho a la muerte; después de todo, pensamos que habitar demasiado este tiempo sería insoportable. Nos imaginamos que la herrumbre vive en la superficie del hierro, que está viva como la piel, donde respira oxígeno y reacciona. El cuerpo-materia-hierro, que vive y muere en su tiempo lento, crea gruesas capas que hablan de travesías. La herrumbre es el derecho de la escultura a morir”.

Diane Lima es escritora, curadora independiente y una de las principales voces feministas negras del arte brasileño contemporáneo. Es co-curadora de Frestas – Tercera Trienal de Artes do SESC. Vive entre São Paulo y Salvador.

 

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