C&AL: ¿Cómo comenzó la investigación Como colocar ar nas palabras (Cómo poner el aire en palabras) y qué relación tuvo en ella la escultura y el dibujo en tu primera exposición individual?
Rebeca Carapiá: Al principio, sucedió como un ejercicio radical de imaginación que extiende, rompe y quiebra la palabra normativa y lineal. Desde 2017, tenía deseo de decir algo sobre el cuerpo lésbico y periférico, para encontrar una manera de pensar la multiplicidad de feminidades ancladas en la escritura, en el lenguaje, en el cuerpo y en el territorio –el lugar donde comienza mi conflicto. ¿Por qué explicar lo explicado? ¿Por qué narrar y describir la diferencia, si ya existe? ¿Cómo se encuentra este cuerpo en el gesto y el lenguaje dentro del territorio periférico? En esta reflexión y ejercicio diario con mis cuadernos, las palabras se retorcían, se desenredaban y se abrían en líneas, dibujo, hierro y cobre: como una escritura para hablar de la diferencia sin explicarla. En mi primera exposición individual, que tuvo lugar en octubre de 2020, en la Galería Leme en São Paulo, abrimos estos cuadernos y difundimos estas palabras llenas de aire como un gran texto.
C&AL: Como escultora, una de las reflexiones que planteas con esta obra tiene que ver con lo que has venido llamando la “deconstrucción de las geografías de lo femenino”. ¿Es posible destruir estas geografías?
RC: En una de las entradas de mi diario de herrumbre, me pregunté: “¿Qué nos puede dar la mano de la escultura? Pensé: ahora que tanta gente me pide cuerpos, aquí está el mío, una malla para habitar un cuerpo femenino”. Cuando pienso en lo femenino, lo veo como un objeto o como esta fina malla insertada dentro de un cuerpo domesticado y organizado para que quepa. Mientras me dedico a pensar, desarrollar y organizar técnicas para destruir lo femenino, trabajo actualmente en una especie de curso práctico-inmersivo llamado “Técnicas para matar lo femenino”. Creo que al crear memorias radicales con gestos y acciones que se les niegan a estos cuerpos, podemos empezar a pensar en deconstrucciones de estas geografías. Hablo de gestos y acciones dentro y fuera de los espacios negados al movimiento y a la acción de estas existencias que pretendo rescatar, incluyendo espacios como la historia tradicional de la escultura en metal.
C&AL: Otro punto fundamental de tu investigación se refiere a la forma en que practicas el rechazo a la representación figurativa a través de la abstracción. ¿Por qué utilizas esta estrategia y cómo se relaciona con la espiritualidad?
RC: La espiritualidad es la vida encantada que está en lo cotidiano, en las pequeñas cosas: entra por la ventana, sale por la puerta y camina entre las cosas. Como el ritual que está dentro y no fuera: en el ejercicio de hacer, en la convivencia, en la creación, en las oraciones, en los mensajes recibidos. Me conecto con lo invisible caminando por la calle o golpeando el martillo en el yunque. No hay línea que nos separe, estamos girando en de la misma espiral: ser, hacer, forjar y cantar, en el vendaval y también en la calma. El lenguaje abstracto es una herramienta que, junto con lo que puedo ver y sentir, me ayuda a crear una forma; es donde puedo organizar todo lo que está disperso para contar lo que sé y lo que no sé, escapando de la literalidad que se espera de un cuerpo como el mío en el mundo.