La línea divisoria entre música experimental y arte sonoro comenzó a tratarse particularmente a partir de la década de 1970. La entonces nueva expresión artística evolucionó en un campo delimitado por la música y las artes visuales, entre performance y objeto artístico, proponiendo un desplazamiento del sonido –o del silencio– de la partitura hacia los circuitos eléctricos, los espacios, el cuerpo humano e incluso las plantas. El artista sonoro carioca Negalê Jones, que viene construyendo un universo basado en sonidos que toma del reino botánico, habla con C& América Latina sobre su trayectoria.
Saxofón y percusión
Mi camino hasta la investigación con el arte sonoro y las plantas comienza con las clases de saxofón y con el barrio donde crecí, llamado Horto, en Río de Janeiro, rodeado por la Floresta da Tijuca. A los 18 años, en 1990, gané una beca para estudiar música en Inglaterra. A pesar de tener toda la documentación de la escuela, los agentes de inmigración de Londres no me dejaron pasar. Entonces regresé, pero como el vuelo de regreso hacía una parada en Canadá, me terminé quedando diez días en Toronto y allí me di cuenta de que todo lo que tanto se admiraba de la música brasileña ya formaba parte de mi repertorio sonoro. Después del trauma de no conseguir estudiar saxofón, decidí dedicarme a la percusión. En 1996 comencé a tocar en el grupo Os Afronautas, que tuvo mucho éxito con su mezcla de música electrónica y percusión. Fue en esa época que sentí por primera vez que podía explorar sonoridades que, se supone, no están presentes en determinados objetos. Esa es una de las bases del arte sonoro.