Buscando inventar a partir de un inventario, la artista brasilera Aline Motta trabaja con archivos comenzando siempre por la desconfianza. Al abordar investigaciones de archivo y trazar la genealogía de su familia, Aline encuentra profundas conexiones con la ancestralidad y exhibe una memoria en constante actualización.
Aline Motta, (Outros) Fundamentos ((Otros) Fundamentos), 2017-2019. Foto: Aline Motta.
A água é uma máquina do tempo (El agua es una máquina del tiempo), video, 2023. Foto: Levi Fanan/ Fundación Bienal de San Pablo.
Aline Motta, Filha Natural (Hija natural), 2018-2019. Foto: Aline Motta.
En las manos de Aline Motta, las imágenes resurgen, adquieren consistencias y muestran su significado en el presente. La artista investiga por largos períodos la historia de su familia y, en particular, de su línea materna, con la cual se enlazaron violencias de origen colonial. Las historia que narra –por medio de videoinstalaciones, performances, collages de imágenes y de palabras– movilizan al archivo como dispositivo mnémico donde se depositaron historias personales y colectivas, muchas veces de forma no neutra. La obra de Motta se mete en los vacíos, en las vidas silenciadas de la Diáspora africana que el archivo revela al trazar conexiones afectivas entre lugares y personas que una observación poco atenta no vería.
C& América Latina: El método de fabulación crítica, elaborado por la estudiosa Saidiya Hartman, entre otras, sugiere que se parta del cúmulo virtual de esas historias personales y colectivas que “podrían haber sido pero no fueron”, y así reimaginar críticamente el archivo sin repetir la violencia colonial que lo creó. En tu caso, ¿cómo se ubica el trabajo en relación con la posibilidad de aproximarse al archivo con una actitud crítica?
Aline Motta: Hablé sobre eso en un ensayo que escribí y que tiene el mismo nombre que mi libro y mi instalación en la Bienal de San Pablo, A água é uma máquina do tempo (El agua es una máquina del tiempo). En ese ensayo busco un equivalente del método de Saidiya, citando a Tiganá Santana, que, a su vez, se basó en un poema de Jorge Portugal. Él habló sobre “inventar a partir de un inventario”. Creo que, sobre todo en comunidades negras, ese inventario no es solamente un conjunto de documentos o un álbum fotográfico organizado, sino también el acervo emocional de nuestras familias. Son acervos generacionales. Enfrentar ese archivo es, antes que nada, desconfiar de ese archivo y purificar los oídos para lo que nos están diciendo esas fuentes. Pienso que la clave para saber si estamos en el camino cierto de una investigación es que algo te mueva, te energice, te dé ganas de seguir creando, en vez de quitarte las fuerzas y dejarte agotada. Es muy parecido a enamorarse de alguien.
C&AL: ¿Cómo describirías la experiencia de abordar investigaciones de archivo, trazando la genealogía de la historia tu familia y, en particular, la línea materna?
AM: Cuando se abordan archivos documentales, muchas veces se encuentran historias que no están relacionadas directamente con tu familia, pero podrían estarlo, y ese ejercicio de imaginación te lleva a lugares de profundo encuentro con lo que se llama “ancestralidad”. Son experiencias compartidas, muchas veces traumáticas. La idea de que ese coro de voces de mujeres saliera de los bastidores y ocupase el centro de la narrativa fue lo que me impulsó a continuar, sin reescenificar el sufrimiento, pero sí transmutando en creación alguna de esas experiencias.
Vistas de instalación de la muestra individual en el Museo de Arte de Río, “Aline Motta; memoria, viaje y agua" 2020/2021. Foto: Elisa Mendes.
C&AL: En tus trabajos, los documentos de archivo aparecen en su materialidad y no como meras imágenes virtuales accesorias, sino que se convierten en elementos activos de la narración y asumen una dimensión autónoma y protagónica. ¿Cuál es el significado de mostrar esa interacción entre la imagen de archivo y el mundo más allá de esa imagen?
AM: Pienso que se trata de entender que el archivo no está ubicado en el pasado sino en el futuro. Es poner el archivo como memoria de un futuro en un proceso de actualización infinito. La idea de tiempo en espiral se vincula a esa dimensión en la que un fragmento de un periódico del siglo XIX contiene una cápsula de lo que se vivirá mañana con otros personajes y otros matices, pero situando los acontecimientos dentro de una perspectiva histórica y cíclica.
A água é uma máquina do tempo (El agua es una máquina del tiempo), performance en la Bienal Sharjah, 15 de febrero de 2023. Créditos: Sidney Gerard/ Motaz Mawid / Hélio Menezes.
Es poner el archivo como memoria de un futuro en un proceso de actualización infinito.
C&AL: Montaje, edición, superposición, intercambio de miradas. Pienso, por ejemplo, en su trabajo Filha Natural (Hija natural) (2022), expuesto en el MASP durante la exposición Historias Feministas. En tu práctica artística, ¿cómo el uso de técnicas tomadas del cine permite una presentificación de la memoria?
AM: El lenguaje cinematográfico permite condensar tiempos diferentes y ver una misma escena desde distintos ángulos. Pienso que en Filha Natural el uso de la cámara muestra las superposiciones de esas temporalidades y sugiere un trayecto, una travesía de la mirada. La memoria se vuelve espectadora y personaje de la narrativa.
C&AL: Me enteré de que querías transformar el libro en un largometraje. ¿Podrías contarnos en qué estado se encuentra el proyecto?
AM: Sí. Por el momento, la película que se proyectó en la Bienal de San Pablo tenía media hora de duración, pero muchas partes del libro todavía no se filmaron. Entonces, estoy buscando financiamiento para filmar el libro entero y transformar el proyecto en un largometraje. Por el modo en que está organizado el mercado cinematográfico, los largometrajes tienen más oportunidades de exhibición, entonces ese también es un formato interesante para la difusión del trabajo y para los debates que genera. Esa cuestión también aparece en relación con la pregunta sobre la circulación de las obras. Noto que los trabajos contienen ese deseo de expansión y, naturalmente, buscan caminos para expresarse, muchas veces creciendo más allá de ellos mismos y en diálogo constante con obras de otros artistas que usan lenguajes diferentes.
Aline Motta (Niterói, Brasil, 1974, vive en San Pablo) es una artista multidisciplinaria que en sus trabajos combina diferentes técnicas y prácticas artísticas como la fotografía, el video, la instalación, el performance y el collage. Sus obras reconfiguran desde una perspectiva crítica memorias, en especial las afroatlánticas, y construyen nuevas narrativas que evocan una idea de tiempo no lineal.
Giulia Menegale (Veneza, Itália, 1975) es investigadora, editora y curadora. Trabaja en Italia y Brasil. Su investigación indaga prácticas artísticas conceptuales radicales desde de los años setenta hasta hoy, con particular énfasis en el contexto latinoamericano.
Traducción: Nicolás Gelormini