Charla con Grada Kilomba

Viviendo en un espacio atemporal

Charlamos con Grada Kilomba sobre su obra transdisciplinaria, la presencia del pasado y sobre cómo es posible lograr transformaciones a través del conocimiento.

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C&: Teniendo en cuenta esta perspectiva, la ausencia de usted misma o de su cuerpo físico en The Desire Project (El proyecto Deseo) (2016) resulta más que interesante.

GK: En efecto hay una ausencia de cuerpos físicos. Quería subvertir las prácticas artísticas y encontrar un lenguaje que enfatizara el deseo de ese proyecto: “llegar a la voz”. Por eso quise trabajar con video pero no usé ninguna imagen más allá del texto. Pienso que la visualización de los textos anuncia su urgencia: se invita al espectador a mirar el texto, leerlo, verlo. El texto predomina. Y como la instalación que hice tiene tres canales, uno se siente rodeado de historias.

Al mismo tiempo, quería que el único sonido fuera la música. En lugar de trabajar con la voz en off habitual, decidí trabajar con percusión como forma de narración y recordar la tradición africana de relatar cuentos, que implica muchas y diferentes capas de producción de conocimiento, incluyendo la música. En el video trabajé varias semanas con Moses Leo hasta que compuso la música definitiva para todo el texto, después fui cambiando el texto tantas veces como fue posible y edité el video incontables veces hasta que la música y el texto se convirtieron uno, como un cuerpo que respira.

Era importante para mí que hubiera música, recordar esos numerosos espacios físicos en los que la gente negra no puede entrar, era importante llegar a la voz. Ahora bien, la música puede entrar en esos espacios. Por eso la música ha sido usada de modo tan central por tantas comunidades y personas en la diáspora. La música es algo que no se puede filtrar; cruza el tiempo y el espacio. Se puede excluir a una persona de un espacio físico pero la música que esa persona toque afuera se oirá. Las personas de la diáspora africana ocuparon muchos espacios a través de la música. Veo la música como forma de resistencia política y la quise incluir como tal. En mi obra la música es de algún modo la traducción directa de lo que se ve.

C&: ¿A qué se refiere con “hacer performance del conocimiento”?

GK: Llegué a ese concepto por primera vez cuando estaba desarrollando una serie de seminarios para mis estudiantes entre 2010 y 2015, y más tarde el concepto se convirtió en el título de un libro que aún estoy terminando. Durante mi trabajo académico, a menudo me sentí incompleta. En la academia producimos conocimiento produciendo respuestas. Y en las artes producimos conocimiento produciendo preguntas. Lo que más me interesa es plantear preguntas. Pienso que eso es una gran fuerza transformadora. Por eso me apasionó tanto la idea de poner texto en la performance, de dar voz, cuerpo y movimiento al conocimiento… y situarlo en un contexto más futurista.

Muchas veces siento que somos interrumpidos por el pasado y que muchos espacios se revelan como inadecuados para llegar al presente y reconocer la condición poscolonial. Parece que estamos produciendo obras futuristas en el marco de un presente que en realidad pertenece al pasado. Parece que estamos siempre atrapados en esas tres dimensiones de tiempo. En la instalación The Desire Project (El proyecto Deseo), que presenté el año pasado en la bienal de San Pablo, recreé esa sensación de intemporalidad: antes de entrar al espacio digital de los videos uno tiene que pasar una instalación santuario y adorar a la Escrava Anastácia. Para entender lo que hay dentro de los videos digitales uno tiene que entender el exterior, la instalación santuario. No se puede entrar a la instalación de video sin haber reconocido la historia del pasado.

Es la historia de una mujer esclava a la que obligaron a tener la boca cerrada mediante una máscara. Su imagen estuvo muy presente en mi niñez. Entonces juego con esa sensación de recuerdo y olvido y con el hecho de que la teoría de la memoria es en realidad una teoría del olvido. Recordamos porque no podemos olvidar. Y esa es la constante relación entre pasado, presente y futuro. Como artista mujer y negra, a menudo siento que vivo en un espacio intemporal.

C&: En su nuevo proyecto Illusions, usted traza una comparación entre los mitos griegos de Narciso y Eco y la sociedad contemporánea. ¿Cuál es la ilusión?

GK: Pienso que la ilusión es la ilusión de Narciso. Es un personaje que está profundamente enamorado de sí mismo. Se ve a sí mismo y a su propia imagen como el único objeto de amor y su cuerpo como el cuerpo ideal. Es un cazador perseguido por muchos amantes. Le gusta que lo admiren y lo busquen, pero desdeña a todos esos amantes. A sus ojos nadie es digno de él. Pero es castigado por Némesis que le envía una maldición para que se enamora de algo que nunca lo va a poder corresponder: su propia imagen. Ahora bien, la historia de Narciso no puede contarse sin la historia de Eco una ninfa que se enamora de Narciso y tiene la maldición de no poder decir nada más que las últimas palabras que ha oído.

 

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Así, en esta dramática historia de amor Narciso está encantado por su propio reflejo en la superficie del lago mientras Eco está condenada a repetir eternamente lo que dice Narciso. En Illusions quise jugar con esta situación dramática y plantear la cuestión de cómo podemos romper con el molde colonial y patriarcal.

Hay un sentido profundo del narcisismo que yo aplico a la sociedad actual. Narciso se convierte en una metáfora de una sociedad que no ha resuelto su historia colonial, una sociedad patriarcal blanca que está obsesionada consigo misma y con la reproducción de su propia imagen y hace invisibles a los otros. La primera vez, representé esta historia con una compañía de actores con la que siempre trabajo y rodamos una película muda de 37 minutos. Para la performance se proyecta la película como parte de la escenografía mientras la historia se cuenta en vivo. Los actores tienen una coreografía a través de un espacio blanco que nos da la ilusión de infinitud: la ilusión de una infinitud blanca o de un cubo blanco que se presenta como espacio neutral y sin marcas pero no lo es.

 

Grada Kilomba es una artista y escritora interdisciplinaria portuguesa que vive en Berlín. Su trabajo se basa en la memoria, el trauma, la raza, el género y la descolonización del conocimiento y las narrativas.

Theresa Sigmund es una científica cultural independiente. Como editora/coordinadora de Contemporary And (C&), vive y trabaja en Berlín.

 

Traducido del inglés por Nicolás Gelormini.

 

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