En la posguerra, a pesar de sus significativas contribuciones muchos artistas negros pioneros fueron ignorados durante mucho tiempo por el mundo del arte occidental. Sin embargo, ellos perseveraron. En los últimos diez años, las instituciones occidentales, se despertaron y se abrieron a los legados de estos artistas. Por fin están organizando las primeras retrospectivas… y los mercados han seguido el ejemplo. En esta serie, trazamos las carreras de estos artistas enfocándonos en sus evoluciones artísticas y sus motivaciones en relación con el mundo que los rodea. Will Furtado conversa con Maren Hassinger sobre la protesta contra la falta de inclusión, las condiciones actuales para los artistas negros y el rechazo a la enseñanza de gestión comercial en las escuelas de arte.
Maren Hassinger, Pink Trash (Basura rosa), instalación y performance en tres parques de New York City sobre la contaminación de la naturaleza, 1982. Foto: Horace Brockington. Cortesía de las galerías Susan Inglett, Nueva York, y Tiwani Contemporary, Londres.
Maren Hassinger, Diaries (Diarios), 1978. Performance en la galería Vanguard, Los Ángeles, California. Foto en blanco y negro, Maren Hassinger, persona sin identificar. Crédito de la foto: Adam Avila. Cortesía de las galerías Susan Inglett, Nueva York, y Tiwani Contemporary, Londres.
Maren Hassinger, Sit Upons (Cojines), 2010. Ejemplares del New York Times. Cada uno 15 1/2 x 15 1/2 x 1/2 pulgadas (300 ejemplares, 30 ejemplares por conjunto, 10 conjuntos en total) Foto: Joshua White, Los Ángeles, California. Cortesía de las galerías Susan Inglett, Nueva York, y Tiwani Contemporary, Londres.
Maren Hassinger, vista de instalación Walking (Caminando), 2018. Williams College Museum of Art, Williams College, Williamstown, Massachusetts. Cortesía de las galerías Susan Inglett, Nueva York, y Tiwani Contemporary, Londres.
Desde los años setenta, la pionera artista negra Maren Hassinger ha trabajado en múltiples medios artísticos como la escultura, el dibujo, la instalación, la performance y el arte público. Su práctica es una exploración crítica de la naturaleza y la transformación, que a menudo recurre a objetos industriales y materiales orgánicos como bolsas de plástico, ramas de árboles o periódicos, abordados en su relación con la sociedad consumista actual.
C&: Usted ha trabajado y experimentado con múltiples medios. ¿De qué modo el entorno influyó o fue determinante en esto?
Maren Hassinger: Déjeme describirle un caso donde el entorno influyó en un cambio de medio artístico. Yo tuve un estudio en Los Ángeles, desde aproximadamente 1974 hasta 1984. Era grande. 6 por 12 metros, con cielos rasos altos y piso de concreto. Tenía ventanas en los dos lados. Esto hacía que entrara luz sin resignar la privacidad. Allí hice muchas piezas. Algunas instalaciones con ramas y piedras “hechas en casa”, que requerían un armado con cables metálicos y demás. Pero cuando me fui a Nueva York a hacer la residencia en el Studio Museum de Harlem, hice un montón collages de pétalos de rosas conservados e instalaciones de cable metálico (que no necesitaban armado), suciedad, y papel rasgado y video.
Nuestros estudios en el museo eran oficinas reconvertidas. Había tabiques divisorios, pisos de linóleo, una pared llena de ventanas que daba a la epidemia de crack de la calle 124. Podíamos ver la obra del otro. Era un espacio comunitario que incluía a la comunidad de Harlem a través de las ventanas. Ciertamente no era el espacio hermético del que disfrutaba en Los Ángeles. Estaba entrelazado con la vida. Y creo que mi instalación final, con cable metálico, suciedad y papel roto (ahora en la colección del Studio Museum) reflejó eso.
C&: ¿De qué modo evolucionó su relación con materiales que se descomponen, como periódicos, teniendo en cuenta que su carrera se desplegó en un mundo cada vez más comercial y digital?
MH: No pienso los periódicos como un material que se descompone. La instalación Sit-Upons que hice exclusivamente con ejemplares del The New York Times ha durado una década en la misma condición que cuando la creé. No se puso amarillenta y ni marrón, tampoco se deterioró o se desintegró. El mundo es cada más comercial y digital para algunos, pero también es un mundo que tiene menos prosperidad y educación. Usé el New York Times porque es el periódico de referencia para los Estados Unidos. ¡Contiene todas nuestras historias, vidas, tragedias y alegrías! Usar los periódicos me llevó a una visión más compasiva de nuestro mundo y estoy eternamente agradecida a aquellos que se esfuerzan por traernos esas verdades. Sé que nuestra misión es vivir junto en igualdad para sanar nuestro mundo.
C&: En 1983, junto con Senga Nengudi, hizo la performance titulada The Spooks Who Sat By The Door como protesta [en el Long Beach Museum, que presentaba la muestra At HomeK, que incluía sólo una artista negra]. ¿Qué comparación puede hacer entre su situación en aquel momento y las condiciones actuales para los artistas negros jóvenes?
MH: ¡Creo que yo estaba incluida en la muestra en la que protesté! Protesté para apoyar a Senga Nengudi y otras artistas que no fueron tenidas en cuenta e incluidas. Fue una situación como muchas otras en el mundo del arte en las que el poder corrompe y puede tergiversar la verdad de la situación.
Obviamente, hoy los artistas negros jóvenes tienen oportunidades que nosotros no nunca tuvimos. Por un lado, hay toda clase de foros digitales que sirven de soporte para su práctica. El número de artistas de color en las escuelas de arte y en la profesión ha aumentado de un modo que no se puede comparar con mis comienzos. Había muchos menos artistas negros que pudieran aspirar seriamente a una carrera en las artes visuales.
Esa protesta en particular de la que usted habla se dirigía también hacia las feministas blancas que habían curado muestra. Sentíamos que “nuestras hermanas” nos estaban ignorando, excluyendo.
Todo eso ha cambiado hoy, ¡fíjese en WACK!: Art and the Feminist Revolution, curada por Connie Butler en 2007. Lamentablemente, no estuve incluida en la exposición pero muchas mujeres de color que lo merecían estuvieron allí.
C&: ¿Cómo concilia, siendo docente, la influencia de la pedagogía de Paulo Freire con el hecho de que en los Estados Unidos los estudiantes están cada vez más presionados a pensar comercialmente?
MH: La pedagogía de Freire fue un tema frecuente de lectura y debate con mis estudiantes de seminario en la Rinehart School of Sculpture. La compasión y la igualdad fueron ideas centrales en nuestro debate sobre la responsabilidad de un artista. Son ideas que todo ciudadano responsable debe adoptar. Me gusta pensar a los artistas como visionarios… hasta como videntes pues sus ideas están basadas en preocupaciones acerca del sentido de la vida.
Me duele mucho que los estudiantes estén presionados para pensarse a sí mismos como vendedores y para hacer productos comercialmente viables. Esa es una actitud que no es en absoluto creativa y es inapropiada para cualquier tipo de educación. No estamos vivos para hacer dinero.
Yo enseñé Paulo Freire en oposición a la gestión comercial, para darle a mis estudiantes una razón de continuar y entender su relación social con el mundo. Tenemos que ser inteligentes y conscientes del mundo, y nuestro trabajo debe reflejar eso. Tal vez todo sea un negocio, pero la práctica de uno no tiene por qué serlo.
C&: Las obras de la próxima muestra en Londres abordan diferentes temas sociopolíticos de las últimas décadas. ¿Cómo considera usted el tiempo y el espacio cuando hace arte en un mundo cambiante?
MH: Uno sólo puede hacer obra sobre lo que conoce… Y una cosa que conozco es que nada es estático, el movimiento es la visión. Si usted está sugiriendo que por mi edad es imposible que aborde problemas actuales, está equivocado. Y también se equivoca si dice que mi obra aborda temas sociopolíticos pasados de moda. Lo que yo más deseo es la igualdad para todos y todavía no la hemos alcanzado. Quiero que el planeta sobreviva. Y veo que sólo es posible si trabajamos juntos solidariamente y en igualdad para preservar nuestro hogar.
Maren Hassinger, Passing Through puede verse en la galería Tiwani Contemporary, Londres, Reino Unido, hasta el 15 de noviembre de 2019.
Maren Hassinger nació en Los Ángeles, California, en 1947 y vive y trabaja en Nueva York. Es directora emérita de la Rinehart School of Sculpture del Maryland Institute College of Art, Baltimore, que condujo a lo largo de veinte años. Durante su carrera, que abarca más de cuatro décadas, Hassinger ha explorado relaciones entre los mundos industrial y natural en una práctica tan meditativa como crítica. Actualmente, su obra se centra en explorar problemáticas vinculadas a la igualdad.
Entrevista de Will Furtado.
Traducción del inglés de Nicolás Gelormini