Construida con parte del material recogido en los alrededores del museo, como tierra, paja y arena, la instalación de cuatro metros de altura y nueve metros de largo combina elementos de diferentes prácticas religiosas de matrices africanas y amerindias.
Monica Ventura, A noite suspensa ou o que posso aprender com o silêncio, 2023. Foto: Ícaro Moreno
C&AL: ¿Podría hablarnos de la concepción del proyecto y la importancia de dar visibilidad a esas prácticas religiosas de matrices ancestrales?
Monica Ventura: A noite suspensa ou o que posso aprender com o silêncio (La noche suspendida o lo que puedo aprender del silencio) es una instalación en cuya concepción está la idea de comienzo. Desde el punto de vista de la composición, hay una escultura central de 4,70 metros de altura que reposa sobre un lecho de tierra que tiene una forma femenina, la Ioni. Juntas, las dos piezas transmiten lo femenino y lo masculino, la potencia que genera la vida. Ese fue mi punto de partida cuando diseñé el proyecto. Después vino la ida de las placas de tierra suspendidas, que son dispositivos de comunicación símbolos que vibran, y por otro lado, la tierra aporta el tono de la melanina, así se logra ocupar el espacio como un todo.
Mi trabajo atraviesa la temática de la espiritualidad de matrices africanas. Sin embargo, no uso ninguna religión específica en mi discurso, pero sí la incorporo en la estética y en la poética. Pienso que el espacio expositivo tiene el papel de mediador con el público cuando se presenta esa visualidad ancestral, que es tan envolvente, atractiva y simpática.
C&AL: ¿Puede hablarnos de las esferas contenidas en las diferentes capas de su instalación? ¿Y de qué modo están representados allí los elementos de prácticas y creencias africanas, así como los de la cosmología pankararú?
MV: Mi afrodescendencia está vinculada al suroeste africano, a la Costa de la Mina. Como nada sé sobre mis ancestros, hago un ejercicio de imaginación en el que busco mis propias conexiones como herramienta de retorno. Pongo especial atención en los cultos en honor de los ancestros que se dan en la región de Togo y Benín. Me inspiran la alegría del festival, la fiesta, los colores y las formas de los dispositivos hechos para recibir a los espíritus de los ancestros, en especial la forma de los zangbetos.
Reflexionando sobre los cultos tradicionales podemos extender ese pensamiento y esa mirada a las culturas amerindias, con las que está conectada otra parte de mi ascendencia. Ahí están los praiás, que bailan el toré y la Corrida do Umbu, una práctica religiosa del pueblo pankararú, de Pernambuco. En este caso, mi atención se dirige a la estética y a la forma constructiva de crear una máscara que cubre todo el cuerpo de quien se la pone y baila. Pero no puedo decir que mi trabajo dé cuenta de la cosmología pankararú, mi trabajo sólo hace una alusión muy específica a esa cosmología.
C&AL: ¿Y cómo fue el proceso de elección del material y de montaje de la instalación?
MV: La elección de los materiales está en continuidad con lo que ya vengo investigando y elaborando, con procesos constructivos de arquitectura, artesanado y diseño ancestral. A partir de eso tengo en cuenta materiales orgánicos que puedan dar respuesta a mi conciencia ecológica.
Para la instalación de la Galería Praça, la elección central fue el uso de la tierra del lugar como elemento constructivo. Hay doce toneladas de tierra recogida de los alrededores, que se modelaron y colgaron para dar vida a la instalación, además de treinta kilos de paja de moriche, un material que ya vengo utilizando en otras producciones. La arena que usamos para hacer la mezcla de la masa viene del río Paraopeba, el río de la catástrofe de Brumadinho.
La instalación está viva y respira. Si un día se la descarta, la naturaleza incorporará sus materiales.
El montaje fue un momento de mucha conexión con el equipo del Instituto Inhotim y también con los materiales, que tienen textura, olor y temperatura.
La parte arquitectónica del proyecto estuvo a cargo del arquitecto Rodrigo Goya, que con el equipo de producción de Inhotim, hizo que se produjera la magia del arte y aceptó el desafío de hacer la tierra suspendida.
Detalle de Monica Ventura, A noite suspensa ou o que posso aprender com o silêncio, 2023. Foto: Ícaro Moreno
C&AL: ¿Cómo podemos entender A noite suspensa? Y usted, como artista, ¿qué aprendió y aprende del silencio?
MV: A noite suspensa es el misterio, la luna, lo femenino, y plantea la idea de movimiento y vibración. No sabemos si la escultura está llegando o si se está yendo. Me gusta pensar en un objeto que reposa, casi suspendido, en una danza ligera.
La elección de los símbolos y las placas de tierra suspendidas, hechas con la técnica de tierra apisonada, refuerzan la idea de levedad y flotación.
También hay una propuesta de movimiento en el que se invita al observador a caminar por la instalación y levantar las capas. Todo está vivo en esa composición: la tierra, la paja, la arena, los pigmentos naturales y los símbolos que vibran.
La escultura central tiene 4,70 metros y enfrenta a quien la mira. Su forma se parece a la de un ser que nos devuelve la mirada. ¿Quién observa a quién?
Me encanta el silencio, pero eso no significa que el silencio no emita sonidos. Más bien me refiero al acto de calmar los pensamientos y entregarse a la mirada. ¿Qué puedo aprender del sonido de la mirada?
En la agitación cotidiana, con el uso de las redes sociales, las noticias y el ruido urbano, resulta difícil tener acceso al silencio. Siempre tenemos algo para decir, pero aquí la propuesta es escuchar. Escuchar el silencio.
C&AL: ¿Podemos entender su obra como un contrapunto a las restricciones/persecuciones que sufren y siguen sufriendo en Brasil los pueblos de origen africano y sus creencias así como los pueblos originarios?
MV: Para mí, el objetivo de la exposición es dar continuidad a mi postura como artista, mujer y negra, de acceder a espacios prohibidos para los cuerpos racializados. Cuando entro en la Galería Praça, en Inhotim, no llevo sólo mi arte, sino también mi cuerpo y mi historia de vida, que es semejante a la vida de millares de mujeres.
Mônica Ventura (São Paulo) investiga filosofías y procesos constructivos de arquitectura y artesanado precoloniales, y une el resultado de esa investigación con experiencias personales para elaborar sus prácticas artísticas. Sus obras hablan de lo femenino y la racionalidad, en narrativas que buscan comprender la complejidad psicosocial de la mujer afrodescendiente inserta en diferentes contextos.
Fábia Prates es periodista y escritora.
Traducción: Nicolás Gelormini