Dadas mis raíces afrolatinas, nuyorriqueñas, y caribeñas, y como extensión de una serie de charlas que organicé en mi estudio y en el California African American Museum de Los Angeles, tituladas «Conversaciones de artistas para artistas», surgió un nuevo proyecto. Decidí entrevistar artistas de las islas caribeñas donde nacieron mis abuelos (Jamaica y Puerto Rico) y donde vive mi madre.
Cinco meses después del huracán María, estaba en la isla rodeada por el frondoso verde que había vuelto a crecer de modo desafiante. Todavía el cuarenta por ciento de la isla carecía de electricidad o agua corriente y dependía cada vez más de las importaciones de comida. Antes del huracán, ya el ochenta por ciento se importaba a través del puerto de la capital, San Juan. El huracán María arrancó el velo de territorio autónomo y reveló el estatuto colonial. Visto el paralizante efecto de la dependencia, los casos de experimentación farmacéutica en cuerpos puertorriqueños, las décadas de ensayos militares, y la inminente bancarrota antes del huracán, ya no es tan evidente el valor de estar conectado con los Estados Unidos.
Artistas como Chemi Rosado-Seijo, Beatriz Santiago Muñoz o Jorge González han traspasado la membrana caribeña, aunque por lo general no hay reconocimiento de los artistas puertorriqueños. Los artistas más conocidos de Puerto Rico no son puertorriqueños: Allora & Calzadilla representaron a los Estados Unidos en la Bienal de Venecia de 2015… Sin embargo, en medio de un efervescente limbo político, una red de artistas contemporáneos, experimentales, socialmente activos, está floreciendo en la isla. Algunos de ellos borran los límites entre la práctica artística y la militancia ambiental/comunitaria (no confundir con la estética social que sostienen artistas como Búbu Negrón). A través de una miríada de estilos, temas y filosofías, esos artistas se involucran en plataformas locales y globales. Zigzagueando una semana por la isla a través de caminos con pocos semáforos sanos, yendo a montañas donde camiones repartían cajas de agua embotellada, comencé a explorar la estratificada escena artística a lo largo del diverso paisaje.
Mónica Rodríguez, una artista puertorriqueña radicada en Los Angeles, me presentó a Marina Reyes Franco, una curadora puertorriqueña que vive en San Juan, que a su vez me conectó con numerosos artistas: desde artistas/colectivos que trabajan con artesanías tradicionales hasta los que hacen arte contemporáneo, desde la escultura hasta el teatro performático, como el que hace Taller Libertá, desde la arquitectura personal hasta la búsqueda de comida en los bosques y la preparación de tónicos y comidas comunales, como hace La Recoleta (Natalia Muñoz Paraliticci y Karla Claudio Betancourt).