Un grupo de artistas y curadoras se reúne en Brasil para realizar una sublevación de las artes visuales producidas sólo por mujeres negras y no blancas.
Proyecto Trovoa en Belém en el Centro de Estudos e Defesa do Negro no Pará: exposición "Quieto como é mantido", 2019. Foto: difusión.
La idea de la Nacional Trovoa tuvo su inicio en marzo de 2019 con cuatro artistas, mujeres racializadas, que reflexionan sobre la presencia de sus cuerpos en el mundo. Son mujeres negras, no blancas, todas involucradas en la construcción del arte. Vienen de un movimiento que llama la atención sobre la falta de visibilidad, espacio y remuneración, es decir, sobre el contexto de la mujer artista racializada.
El debate creció y terminó en un colectivo para espacio de intercambios posibles, como dice la carta-manifiesto del proyecto: “Somos un grupo de artistas y curadoras que se reunió con la intención de hacer una muestra nacional de artes visuales producidas por mujeres negras y no blancas. Percibimos la necesidad de hablar y mostrar la pluralidad de lenguajes, discursos, investigaciones y medios que nosotras producimos como mujeres racializadas”.
Espacios reservados a la blanquitud
Originalmente, el grupo Trovoa surgió en 2017 de la unión de cuatro mujeres que exigían para sí el título de artistas visuales, título que aún hoy muchas veces está reservado a una blanquitud que se instala arbitrariamente como élite intelectual. Para las artistas del Trovoa cada vez fue resultando más claro que, en el circuito del arte en general, incluso en espacios que se dicen abiertos y valorizan la llamada diversidad y la presencia de cuerpos racializados, no se comprende que el discurso de las artistas no blancas va mucho más allá de la denuncia del racismo corriente.
“Denunciamos, sí, toda la violencia que sufrimos por ser quienes somos, y mientras la violencia exista la denunciaremos. Pero somos seres humanos complejos y nuestra subjetividad nos lleva a muchos otros lugares más allá de la violencia. Somos muchas, pensamos de maneras diferentes, creemos en cosas distintas y, como todos los seres humanos, tenemos individualidades que manifestamos de la forma que más nos interesa. No aceptamos migajas de un circuito artístico que no ve nuestra existencia y, cuando lo hace, es a través de la lente distorsionada de la narrativa única, de la investigación única”, denuncian las artistas.
Project Trovoa en Belém en Centro de Estudos e Defesa do Negro no Pará: exhibición "Quieto como é mantido” (“Continued silence”), 2019. Foto: publicación.
Invitación abierta
El Trovoa invita a mujeres de diferentes estados de Brasil a exhibir sus trabajos en la muestra. Incluso sin ningún apoyo institucional financiero, la idea es reunir a quien esté dispuesto a colaborar y a ceder espacios y trabajos para que esta exhibición pueda tener lugar y siga teniendo lugar a través de intercambios en las redes sociales Facebook e Instagram.
La base del discurso del Trovoa es, por lo tanto, instaurar esa sublevación como base de una plataforma y de un movimiento Lo que era una muestra con fecha de finalización se ha convertido hoy en un colectivo que busca fomentar protagonismos e individualidades en el campo del arte. Ya tenemos una sede en Río de Janeiro y estamos buscando formas de intercambio no sólo de trabajos, sino de artistas en todo Brasil y fuera del país.
Revolución en la simplicidad
«Las construcciones se hacen mediante aglomeraciones. El Nacional Trovoa es un movimiento simple y en esa simplicidad está la revolución: seguir haciendo el trabajo y debatir sobre éste y reconocer qué condiciones estructurales de vida se experimentaron para desarrollarlo. Dicho de modo simple: mujeres no blancas, racializadas, estén atentas y escuchen”, proclaman las artistas de colectivo en la convocatorio. “Hasta ahora estamos presentes en Río de Janeiro, São Paulo, Pernambuco, Ceará, Maranhão, Espirito Santo y Pará. Somos más de ciento cincuenta artistas y curadoras que luchan por sostener el proceso de visibilización en el mundo del arte”, concluyen.
Keyna Eleison es curadora, licenciada en historia y magíster en historia del arte. Narradora, cantora, cronista ancestral, es especialista en educación por el arte, narración de historias, captura de conocimiento de forma oral, herencia griot y chamánica. Escribe regularmente la columna “Para ojos que pueden ver” en C& América Latina.
Traducción del portugués de Nicolás Gelormini