Dueña de un pensamiento visual propio, anclado en vivencias colectivas y en los saberes populares, la artista brasileña Charlene Bicalho dialoga con los lenguajes más variados, desde webseries documentales, pasando por la fotografía, la instalación hasta el performance.
Performance Do pó se faz cipó de Charlene Bicalho. Foto: Pedro H Ermida Cruz.
Raiz Forte, webserie de siete episodios, propone cuestionamientos al modo en que la estética eurocéntrica atraviesa las subjetividades de las mujeres negras desde la infancia y la adolescencia hasta que llegan a la vida adulta. El hilo conductor de este trabajo de la arista Charlene Bicalho siempre es la relación con el pelo. Ya en sus performances Gazuas: Bará do Mercado de Porto Alegre y Do pó se faz cipó, la artista incorpora, a partir de su interés por los llamados territorios negros de Porto Alegre, elementos como la simbología de las siete llaves del orixá Bará, guardián del mercado, y la sutileza del polvo ritual conocido como pemba, recreándolos y dándoles nueva vida en una especie de mirada afrofuturista en constante diálogo con objetos míticos y místicos de la religiosidad de matriz africana en Brasil.
C&AL: Usted es una artista que tiene una maestría en Administración de Empresas y una trayectoria que cruza artes visuales, gestión pública y procesos colectivos de creación. ¿Cómo es la transición entre esos mundos?
CB: Sí, soy una artista con una formación académica en Administración de Empresas que va del curso técnico a la maestría. El caudal artístico, por su parte, permea mi quehacer tanto en los procesos creativos como en mi carrera de gestora artística cultural. En mi caso, la administración y las artes desembocan una en la otra, como el río en el mar, y se vuelven una sola cosa. Desde 2012 me desempeño como directora creativa de Raiz Forte, una plataforma basada en el trípode arte, cultura y educación, a partir de la creación de contenidos audiovisuales, grupos de estudio, participación en la programación de espacios culturales, exposiciones, encuentros de creación/difusión y residencias… todos protagonizados por artistas de la Diáspora Negra. Recientemente trabajé en la gestión pública como directora del Teatro Carlos Gomes, espacio vinculado a la Secretaría de Cultura del Estado de Espíritu Santo, entre 2015 y 2018, donde también formé parte de las comisiones de selección y acompañamiento de los proyectos artísticos-culturales. Y veo una confluencia de aguas entre diferentes áreas. Soy una artista interdisciplinaria, el universo de las artes me permite hacer que confluyan diferentes derivas.
C&AL: En sus trabajos, usted dialoga directamente con la calle, pero también los presenta en espacios institucionalizados, como museos y galerías. ¿Como articula esos dos aspectos?
CB: Las derivas por las calles me inspiran. Desde niña era capaz de quedarme horas mirando a la gente, imaginando dónde vivían, qué hacían para divertirse, o qué me dirían si conversaran conmigo. Con el transcurso del tiempo, las derivas alcanzaron otros horizontes. Pasé a hacer derivas sobre las aguas cuando me mudé de Minas Gerais para Espírito Santo, viví y conviví con gente ribereña e indígena, en el lugar donde el río Dulce se encuentra con el Atlántico. Allí morí río y nací mar. En aguas sin abrigo visualicé otras posibilidades de existencia. Todavía hoy me encuentro en derivas por las calles, los ríos, las plazas, los océanos y mercados.
Los trabajos de Do pó se faz cipó (2019) y Gazuas: Bará do Mercado de Porto Alegre (2019), por ejemplo, emergieron a partir de las observaciones y charlas en el mercado. Después, ambos trabajos fueron presentados en el Museo de Arte de Rio Grande do Sul (MARGS). Mis desplazamientos y derivas no pueden ser decodificados por la blanquitud reinante en espacios institucionalizados y sentir eso me fascina. El racismo institucional, como conviví con él durante años en mi calidad de funcionaria de instituciones públicas, se convirtió en una de mis principales investigaciones para la composición de mis trabajos artísticos. La forma como me tratan dentro de esos espacios institucionalizados, como me invisibilizan, como me silencian, sirve de materia prima para mi trabajo. Así, aunque (en apariencia) no tengo llave, entro por la puerta principal, trazo rutas de fuga colectiva, como el mar sumerjo y hago emerger.
C&AL: Últimamente ha participado de varias residencias. Me gustaría que nos hablase de cómo fue ese proceso.
CB: Este año participé de residencias en Espírito Santo, São Paulo, Porto Alegre y Brasilia. Estas vivencias en diferentes regiones y temporalidades me permitieron otras formas de reimaginar mi historia, mis trabajos y mis visiones del mundo. Me parece importante decir que algunas de esas residencias de las cuales participé son brazos del racismo institucional, que replican gestos coloniales y perpetúan relaciones de poder, si pensamos en quién accede históricamente a los recursos públicos y cómo los redistribuye. Pero incluso a pesar de estas cuestiones y de la situación política actual en la que la censura y los crímenes virtuales se volvieron una constante, esos tránsitos me permitieron activar las redes de artistas sumergidas, invisibles a los ojos de la blanquitud. Este mes me embarco rumbo a mi primera residencia internacional en Lima, Perú, para visualizar posibilidades de ampliación de las redes con otros artistas e investigadores afro latinoamericanos. Me interesa confluir con otros artistas de la Diáspora Negra que estén interesados en la revisión de la historia del arte y la construcción de otras narrativas visuales contrahegemónicas.
C&AL: El día que hizo su performance Do pó se faz cipó, en Porto Alegre, una de las cosas que más me llamó la atención fue que usted dijo “lo que está dado no me interesa más”? ¿Qué evoca con esa frase?
CB: Cuando digo “lo que está dado” me refiero al sistema colonial y sus vorágines actuales, lo que está dado y puesto no nos incluye. En cuanto al arte y los espacios institucionalizados, primero identifico las vorágines, busco anticipar lo que está dado, para pensar estratégicamente mis derivas siguientes, conciliando prácticas artísticas, poéticas y de resistencia. En Do pó se faz cipó, por ejemplo, más allá de ocupar el MARGS, producimos conocimiento y desanclamos silencios, transformamos el silencio en lenguaje y acción, como dice Audre Lorde.
Hablamos sobre afectos, memorias, echamos luz sobres nuestras subjetividades y producciones, describimos en vez de ser descritos. Creamos conexiones cuando armamos la primera mesa sólo con artistas negros, nos cuidamos y nos curamos durante el trabajo, nos reconocemos y entendemos que no estamos solos. Vestida de negro y rojo, posicioné mi cuerpo como si fuese un reflejo de la estatua A Fuga, pedí permiso a Baría, dueño de la encrucijada y de las llaves que abren los caminos. Para él soplamos pemba colectivamente dentro de aquel edificio y con el hálito del a diáspora contaminamos ese espacio reivindicándolo como derecho ancestral. Revisitamos la historia y la historia del arte, salimos con aires renovados de esa inmersión. Pasado, presente y futuro, desaguando profundamente en vida y obra; somos lo que no está dado.
Charlene Bicalho nació en 1982 en Minas Gerais y hoy reside la mayor parte del tiempo en São Paulo, y desde allí realiza proyectos en diversas localidades. Desde 2012 es directora artística del proyecto Raiz Forte y ha participado activamente de diversas residencias artísticas.
Duan Kissonde, habitante de la Quinta do Portal, barrio periférico de la zona oriental de Porto Alegre, nació en 1993. Es poeta, compositor, crítico cultural, licenciado en Historia de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul e investigador independiente de las territorialidades negras de la ciudad de Porto Alegre.
Traducción del portugués de Nicolás Gelormini