Perú

El erotismo andino y las ancestrales tablas de Sarhua

Venuca Evanán es una artista de Lima que está revitalizando la tradición de las tablas de Sarhua, una antigua tradición artística de Ayacucho, adaptando materiales modernos y explorando nuevos temas como el erotismo. Junto a un colectivo, la artista visibiliza a las víctimas de la represión gubernamental y promueve el equilibrio de género.

C&AL: En este momento Perú está pasando por una crisis social y política. De hecho, tuvimos que posponer la entrevista debido a un paro nacional. En tu obra hay un reconocimiento a la mujer indígena* y a su relevancia en el ámbito social, cultural y político. ¿Cómo se entrelaza esta perspectiva indígena y feminista con tu proceso creativo?

VE: Esta situación (crisis política del Perú) empezó en diciembre, y a los que somos hijos de campesinos, que tenemos nuestra identidad más arraigada en nuestras comunidades, nos afectó mucho. Personalmente, me bloqueó bastante y me dio miedo ver la manera en cómo maltratan a la población. Mataban gente solamente por protestar en contra del gobierno. Además, el Estado fomenta un discurso donde nos representa como vándalos y terroristas. ¿Cómo voy a hablar de feminismo, de empoderamiento si el estado me atemoriza? Ellos (el gobierno) dicen que buscan la democracia cuando es totalmente falso. No puedes imponer democracia.

Entonces, lo que hicimos fue juntarnos entre amigas para crear el colectivo Retablos por la Memoria. Esto surgió a raíz de que empezaron a matar personas en Ayacucho, una localidad históricamente oprimida. Era como si una herida que estaba cicatrizando, de repente se volviera a abrir. Canalizamos ese dolor apoyando la protesta, saliendo a marchar, y a través del arte. Tomamos como referencia los retablos de Huamanga y lo primero que hicimos fue visibilizar a las víctimas del gobierno. Luego se integraron más chicas, e hicimos pancartas donde las personas que salían a las marchas, podían escribir sus denuncias, sus peticiones, y su clamor. Toda la frustración y dolor se te canalizaba por el cuerpo.

Regresando a la parte de la pregunta relacionada con el feminismo, yo comencé a pintar en el año 2018. En el ámbito donde se movía mi padre, siempre decían “Primitivo Evanán y su hija”. A mí no me gustaba eso. Yo tengo un nombre, un talento, mis propuestas, y mis ideas. Poco a poco fui buscando que se me reconozca por quien soy y no por ser la hija de alguien. Y así fue como empecé a pintar mis obras, a reflejar mis vivencias, mi entorno y mis propios intereses. Me parecía injusto y más en estos tiempos, que cuando leía libros de historia de arte no hubiera presencia de ninguna mujer. Pero en la realidad yo podía ver que sí hubo y hay mujeres creando, por lo que empecé a conversar con historiadoras de arte y a formar equipos. Fui haciéndome camino con la pintura y experimentando con otros soportes. También quería aprender a hacer murales, a ilustrar, a usar textiles y a hacer arte conceptual. Todo lo que me fluya y salga de mis inquietudes.

* Venuca prefiere autodefinirse como alguien proveniente de una comunidad, ya que el término “indígena” puede tener una carga discriminatoria y despectiva en el contexto peruano.

C&AL: Naciste y creciste en Lima, ciudad en la cual resides actualmente. ¿Cómo ha influenciado eso en tu relación con el territorio y con la cultura sarhuina?

VE: Mis padres emigraron a la capital en el año 1957 pero siempre hemos tenido una conexión con la comunidad. En Lima crearon un espacio de formación y difusión del arte sarhuino. Yo me formé ahí, con mi papá y con mi mamá nos sentábamos en una mesita a pintar y conversar. Aprendí a usar los colores, la pluma y cada cierto tiempo me llevaban a la comunidad. Mi mamá me tuvo a los 42 años y me cuenta que se sentaba a pintar cuando estaba embarazada de mí. Desde ahí empieza mi cariño por el arte de Sarhua. Aunque crecí en la capital, mi mundo siempre ha sido el arte, las tablas de Sarhua y la cultura sarhuina.

Crecer en Lima sí me ha influenciado y precisamente de ahí vienen mis propuestas nuevas. Un tiempo me representó una galería en Lima y empecé a contactarme con otros artistas. Aprendí a ver y escuchar propuestas contemporáneas que me han inspirado. He ido a capacitaciones de ONGs sobre mujeres, empoderamiento, e hice un curso sobre feminismo. Todo esto va confluyendo en mi pensamiento y persona. Me ha ayudado a reformularme preguntas, pero sin alejarme de mi procedencia.

Voy a la comunidad a visitar familiares y para dar talleres a niños y niñas. Recientemente, estuve ahí para la festividad del agua, llamada la Bendición del Agua. El pensamiento de la comunidad en relación a la naturaleza es diferente. Te sientes parte de los elementos. Asimismo, la comunidad aún persiste y resiste en su idioma quechua. Resisten en sus trajes, en su arte, y en asumir sus cargos por amor al pueblo y a sus costumbres. Me siento muy orgullosa de venir de ese territorio. Además, uno de mis retos es aprender fluidamente el quechua, y quiero que mi hija también aprenda para que no se olvide de su lenguaje.

De igual modo, cuestiono por qué hasta ahora las mujeres no han asumido cargos en la comunidad. El 90% de las autoridades siguen siendo varones. Yo creo que para mejorar hay que escucharse entre hombres y mujeres. Cada uno tiene su pensamiento y perspectiva. Si ambos nos escuchamos, se puede llegar a un equilibrio. Aunque todos me retan y dicen que no puedo, eventualmente, quiero asumir un cargo y vivir ahí por un año.

C&AL: ¿En qué te encuentras trabajando ahora y qué proyectos tienes para el futuro?

VE: Se empezaron a abrir puertas afuera y eso me alegra mucho y me motiva a ser productiva. Actualmente, estoy trabajando para una exposición en el Instituto de Visión en Colombia. Hace poco, llegamos a un acuerdo para trabajar con una galería de Madrid que se llama Enhorabuena. También voy a participar con Sandra Gamarra en la Bienal de Cuenca en Ecuador. Y el año que viene vamos a estar en Chile y en Nueva York. Estoy contenta de seguir circulando y visibilizando mi trabajo como una artista mujer con herencia propia de mi comunidad.

Ahora estoy pintando sobre el erotismo andino, explorando con los textiles y con otros soportes. Con Sandra vamos a trabajar sobre la democratización desde el punto de vista de la comunidad, y sobre temas de visibilización de la mujer. Hemos conversado sobre cómo abordar el tema de la coyuntura política del Perú. Por mi parte, voy a tratar el tema a través de las tablas de Sarhua y ella desde su propuesta personal.

Venuca Evanán (Lima, 1987), es artista visual, activista y educadora. Heredera de las expresiones artísticas de la comunidad de Sarhua, de la región de Ayacucho en el sur del Perú, se especializa en pintura con tierras de colores naturales y plumas de aves.

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