Nacida en los Estados Unidos de padres caribeños con orígenes asiáticos, Chung encarna las complejidades del mundo globalizado. La artista reutiliza materiales como el azúcar para hacer conexiones entre el capitalismo y la salud. Al mismo tiempo, la desmaterialización del azúcar le permite evitar que se mercantilicen las historias del trauma negro.
Pure (Puro), 2016. Cortesía de la artista.
‘Im Hole ‘Im Cahner (Soy un hueco, soy un cañero), 2008. Cortesía de la artista.
Filthy Water Cannot Be Washed (El agua sucia no puede lavarse), 2017. Cortesía de la artista.
Si en el Caribe colonial se llamaba “oro blanco” al azúcar, su dulzura a la vez enmascaraba la violencia que producía. Siglos más tarde, la artista Andrea Chung reutiliza la valiosa materia prima moldeándola para construir esculturas efímeras que lamentan, honran y cuestionan la historia.
Andrea Chung nació en Newark, Nueva Jersey, de padres caribeños: su madre es oriunda de Trinidad y Tobago y su padre de Jamaica. La herencia familiar de Chung se remonta a la China de Mao Tse-Tung. Su abuelo paterno abandonó el régimen comunista para ir a Estados Unidos pero terminó instalándose en Jamaica.
A través de la narración de historias familiares y el énfasis en la resistencia de los cuerpos negros, Chung arma lo que Audre Lorde llamó biomitografía, un recurso conocido por elaborar teorías interseccionales usando formatos multimedia e interdisciplinarios para debatir y desafiar los diferentes disfraces del colonialismo, la esclavitud, y el movimiento histórico de personas y bienes a lo largo de la historia, enmascarado actualmente como capitalismo.
En ‘Im Hole ‘Im Cahner (Soy un hueco, soy un cañero), 2008, la artista recorta con precisión clínica una imagen de archivo en la que aparecen, ya abolida la esclavitud, trabajadores de plantaciones en las Indias Occidentales Británicas, y les da simbólicamente un día libre. Siguiendo una estrategia parecida, en Caribbean Travel + Tourism (Viaje + turismo en el Caribe), 2014-2017, Chung usa publicidades actuales de complejos turísticos caribeños y les quita las figuras de personas hipotéticamente negras que sirven a blancos. Así libera a aquellas de tener que proveer descanso y entretenimiento. Chung describe el paso de un servicio económico a otro en el cual los extranjeros son los que cuentan con las ventajas mientras los caribeños son forzados a las dinámicas del capital. Cuando sustrae de modo contundente los cuerpos negros en las imágenes, ella también pone de relieve la ausencia de relatos negros en las narrativas históricas y acentúa la cambiante explotación de esos cuerpos en el curso de la historia. En una entrevista telefónica, la artista explica que su obra funciona “como si estuviera haciendo colapsar el tiempo; contar relatos puede ser algo que involucre el pasado, pero está mucho más relacionado con lo que está pasando ahora”.
El azúcar es un material recurrente en las instalaciones de Chung. No sólo representa el producto principal obtenido gracias al duro trabajo de personas esclavizadas en las plantaciones sino que también se conecta con un trastorno de salud que atraviesa a su familia, la diabetes. Su abuela murió cuando le amputaban la segunda pierna debido a una gangrena provocada por la diabetes. La artista vacía su pierna en azúcar para entregársela a la abuela como ofrenda.
Este proyecto encendió el amor de la artista por la naturaleza efímera del material. El azúcar muta dependiendo de las condiciones climáticas en que se exhibe o se almacena. Esto impide que las obras sean mercantilizadas y, en consecuencia, también impide que lo sean las narraciones del trauma negro.
Sink & Swim (Hundirse y nadar), vista de instalación, 2013. Cortesía de la artista.
En esta línea, Chung desarrolló Sink & Swim (Hundirse y nadar) en 2013, durante su beca Fullbright en Mauricio, donde vivió un año. La isla, ubicada en el Océano Índico, comparte una historia parecida de esclavitud, servidumbre mediante contrato y economía de plantación. La artista vacía botellas de licor en azúcar para reflexionar sobre las tradiciones pesqueras en las que se usaban botellas y que fueron desarrolladas por personas que habían sido esclavizadas que se convirtieron en pescadores después de la abolición de la esclavitud en Mauricio. El hecho de que las botellas puedan fundirse en el espacio de la galería conecta la desmaterialización de la obra de arte y la desaparición del comercio provocada por la pesca excesiva.
Con el tiempo y sin que ella se lo propusiera, el color azul profundo de los cianotipos comenzó a permear la práctica de Chung. La artista se interesó en explorar las posibilidades expresivas de esa técnica en un momento en que indagaba relatos vinculados al océano. Prestó particular atención a los relatos sobre el movimiento de especies depredadoras que invaden y destruyen ecosistemas. Indagó el caso del pez león en su obra Anthropocene (Antropoceno), 2014. Autóctono del Océano Índico y del Pacífico oeste y central, el pez león se detectó en Florida a mediados de los años ochenta y desde entonces su población creció drásticamente al punto de que las autoridades de las islas caribeñas están exhortando a las personas a incluir el pez león en su dieta para controlar la invasión y restaurar los ecosistemas autóctonos.
De Sisters of Two Waters (Hermanas de dos aguas), 2018. Cortesía de la artista.
“Quiero honrar el empeño de todos los que se esforzaron antes de mí”.
También los tonos dorados recurren en las obras de Chung. En su serie Crowning (Coronación), la artista usa tinta dorada para elevar a las mujeres en las imágenes de archivo de sus collages. De modo parecido, los vaciados de azúcar de sus instalaciones semejan piezas hechas de oro, rindiendo homenaje a lo que está representado y, paradójicamente, a la vez dejándolo desaparecer.
El proceso de Chung es lento, hasta cierto punto tedioso. Un proceso no premeditado que le permite reflexionar sobre el esfuerzo. Ella no está interesada en crear obras lisas, atractivas, prefiere dejar visibles las huellas y que el peso del esfuerzo sea evidente en sus obras. “Quiero honrar el empeño de todos los que se esforzaron antes de mí”, reflexiona. “Quiero hacer las cosas con cuidado y con tiempo”.
You Broke the Ocean in Half to Be Here (Quebraste el océano por la mitad para estar aquí), vista de instalación, 2017. Cortesía de la artista.
Su último proyecto Petty Library (Mezquina biblioteca), 2024, nació como respuesta a la poco empática conducta del director de la escuela de su niño, en relación a cómo abordaba él el racismo. Cambiando por completo el formato y girando hacia una práctica artística participativa y de compromiso social, la artista pidió por Internet a la gente que donara libros de autores de color sobre el tema que fuera. Algunos de los títulos recibidos fueron A History of Me de Adrea Theodore y A Kids Book About Neurodiversity de Laura Petix. Entonces Chung selló cada uno de los libros con la frase Donated on behalf of [son’s name] (Donado por [nombre de su hijo]) y, a continuación, los donó a la biblioteca de la escuela, para que todos los niños de color o con habilidades especiales tuvieran acceso a esos materiales de referencia.
Dado el actual clima político de Estados Unidos, Chung considera que lo más importante es seguir esa línea de trabajo. Una en la que la obra de arte y su significación hiperbólica, tal como las conocíamos, desaparezcan. Para la artista, Petty Library funcionó como trabajo de justicia social porque estaba guiada por algo que comprometía a la gente y tenía impacto concreto. “Me gustaría ser capaz de ayudar a la gente de modo real”, dice. “Y pienso que la biblioteca me dio la oportunidad de hacerlo.”
Andrea Chung: Between Too Late and Too Early pudo verse en MOCA North Miami, Florida, Estados Unidos hasta el 6 de abril de 2025.
Raquel Villar-Pérez es académica, curadora de arte y escritora. Se interesa por los discursos poscoloniales y decoloniales en el arte contemperoráneo y en la literatura del Sur Global sociopolítico. Su investigación se centra en el trabajo de mujeres artistas que abordan nociones de feminismos transnacionales, de justicia social y ambiental, y en las fórmulas experimentales para presentar esas nociones en un contexto de arte contemporáneo.
Tradución: Nicolás Gelormini