C&AL: Su serie Noctambules aborda la vida nocturna queer, particularmente gay, de Puerto Príncipe. ¿Por qué fue importante para usted explorara esa parte de la sociedad?
JA: Cuando salgo, no siempre voy a fiestas. Pongo el foco en la vida nocturna queer y en toda clase de escenas underground, aunque a veces es difícil encontrar esas escenas porque el acceso puede ser complicado. Percibo que la vida nocturna en las calles de Haití está dominada por los varones. En consecuencia, poner el foco ahí es otro modo de hablar sobre los tipos de masculinidad. Los hombres se transforman, de una actitud ruda y musculosa en la calle durante el día, a una más suave, abierta y calmada por las noches. La vida nocturna es un ámbito especial. El sonido es diferente. El modo en que uno oye es diferente. A veces me siento más cómodo en la noche, por ejemplo, en relación con la seguridad.
Mi interés en la vida nocturna, particularmente en la vida nocturna queer, está vinculado a mi propia vida. Crecí en una familia en la que no era posible salir del armario. Para ilustrar qué frustración sentía respecto a la vida, adivine con quién fui a mi propio baile de graduación: con mi tía. Yo quería probar a “salir” solo. No es más filosófico que eso. Es así de simple y básico.
Primero comencé a explorar la vida nocturna con una cámara por mí mismo en una época en la que no existía una investigación de esa parte de la sociedad desde una perspectiva haitiana. Algunas personas en la calle me hablaron de fiestas queer con mayoría de gays, y así fue como conocí esos espacios. Fue poco después del terremoto y, en consecuencia, un momento en el que la mayoría de nosotros sentía mucha desconfianza respecto a la fotografía. Habíamos visto su poder y cómo se usaba online. Entonces yo ya trabajaba con y sobre la fotografía, pero debía ganarme la confianza en un espacio al que recién había entrado, y debía pensar cómo abordarlo. Por ejemplo, en la mayoría de los casos no mostraba las caras. Pero las cosas están cambiando. La homofobia existe, pero también hay más aceptación. Hoy en día, cuando estoy en una fiesta, viene gente y me pide que le tome una foto. Eso no es poco. Y otra cosa: también el vudú puede vincularse con los espacios queer.