La artista estadounidense, que está participando de una residencia en Luanda, cuestiona el papel histórico de la fotografía y el arte en la construcción de los estereotipos de raza y género.
Ayana Jackson en Angola. Foto: AngolaAIR.
El proyecto Angola AIR (Artist-In-Residence), organizado y auspiciado por la galería ELA (Luanda Art Space), invitó a la artista estadounidense Ayana V. Jackson, quien está en Luanda participando de una residencia de cooperación junto al artista, artesano y diseñador de ropa Muambi Wassaki. En esta entrevista, Jackson describe diferentes aspectos de su desarrollo personal y artístico, así como su experiencia de participar en este proyecto de Angola.
C&AL: ¿Podría hablarnos de la transición que hizo de la sociología al mundo del arte?
AVJ: Cuando estudiaba sociología, mi tesis fue sobre relaciones raciales en América Latina. Más específicamente, lo que buscaba entender eran las diferencias entre los países con influencia afro-latina y aquellos con influencia euro-latina o mestizo-latina. Trabajando esto, conocí la existencia de los afromexicanos, sobre los que no se ha escrito mucho. Estudié en el extranjero en República Dominicana y después en Argentina pero no me fue posible estudiar en México o América Central. No obstante, fue en este período de búsqueda que aprendí sobre los afromexicanos. En esa época no se había escrito mucho sobre ellos. Entonces fui a México y tan pronto como pude me tomé un bus a la Costa Chica, y me encontré con gente que perfectamente podían ser mis tíos, tías o primos. Era igual que yo o usted. Fue toda una experiencia: ver la cara de un mexicano negro realmente cambió todo para mí pues me di cuenta de cómo la combinación de palabras e imágenes se graba, se imprime en nuestros cerebros. El poder de las imágenes es tan magnifico que sentí que ese sería el camino correcto para transmitir mi mensaje, mi búsqueda y mis estudios.
En cuanto a mi militancia personal y la comunidad negra global: somos unas de las mayores víctimas de las imágenes. La mayor parte del contenido que existe sobre nuestros cuerpos comienza con registros e ilustraciones coloniales. Mucho del contenido visual sobre África y Sudamérica estuvo relacionado con el colonialismo. Y no se nos veía necesariamente como seres humanos, más bien éramos objetos a ser estudiados. Las descripciones tempranas de nuestro cuerpo están relacionadas directamente con el colonialismo. Entonces pensé que podía usar la fotografía para deconstruir eso, para ilustrar el centro de mi interés, pero también para usar el poder mediático de la fotografía como contrapoder frente a la violencia infligida a nuestros cuerpos.
C&AL: Todas las residencias y proyectos de los que ha participado se basan en la misma idea o línea ideológica de pensamiento y abordaban temas como género, percepción del cuerpo negro, estereotipos en relación con el cuerpo negro…
AVJ: ¡Sí, definitivamente! Mi objetivo va más allá de la estética. Más que tomar fotografías bellas, más que hacer dinero y pagar mis facturas, yo encajo perfectamente en el espacio llamado artvismo (arte + activism). En primer lugar, los africanos y los negros siempre han hecho arte contemporáneo. Hasta cierto punto, el arte tradicional auténtico o lo que consideramos tradicional, los dos son arte contemporáneo. Es un poco ingenua la idea de distinguir arte tradicional y arte contemporáneo en relación con el arte de la comunidad negra o africana.
No digo que un artista negro sea incapaz de hacer algo “apolítico”, pero vengo de generaciones de artistas que usaron la creatividad para fines políticos. Yo elegí usar mi creatividad de esa forma y no concibo un día en el que no sea necesario hablar sobre estos temas: género, racismo, neocolonialismo, apartheid global. No creo que estos problemas se agoten en un futuro cercano. Por eso uso mis residencias para crear espacios de diálogo entre artistas como yo y aquellos de otras partes del mundo. Entonces, sí, estos temas son parte de esta residencia y probablemente serán parte de las que vengan.
C&AL: ¿Cómo fue su experiencia profesional y su estancia en Angola?
AVJ: Trabajar en Angola, en Luanda, fue un desafío, pero al final resultó una experiencia por la que estoy muy agradecida. No sabía mucho sobre la especificidad de los países de habla portuguesa. Durante mi estadía, pude aprender sobre la historia de Angola, el conflicto civil y sobre el MPLA. Trabajando con Muambi aprendí un montón sobre la historia del país. Él hizo varios estudios que aportan información sobre kianda, sobre la espiritualidad y la historia de esa parte del mundo. Así que pude aprender y reunir los materiales que quería usar y las historias que quería introducir.
Además de Muambi, hubo otros artistas con los que tuve la oportunidad de interactuar. Fue realmente bueno. Pienso que en el arte contemporáneo hay una presencia fuerte de Sudáfrica, Gana, Nigeria, África Occidental, pero yo no conocía lo que pasaba en Angola. Por eso, cuando me invitaron al Angola AIR, me entusiasmó la idea de venir aquí. Este programa creó la oportunidad y yo me vi beneficiada por el hecho de que Angola es más receptiva, más abierta a traer artistas internacionales. Gracias a eso pude venir. La experiencia ha sido maravillosa. La residencia en sí ha sido fenomenal. Siento que Luanda es parte de mi historia, como todas las otras referencias que tengo de África o la Diáspora. Y siento que tengo algo para decir sobre esta maravillosa parte del mundo y estoy muy orgullosa de la oportunidad que tuve.
Ayana V. Jackson es fotógrafa y cineasta, licenciada en sociología del Spelman College de Atlanta, Georgia. Su trabajo explora las complejidades de la representación fotográfica y el papel de la cámara en la construcción de la identidad. Hace retratos de estudio y su práctica puede considerarse como un mapa de consideraciones éticas y de relaciones entre el fotógrafo, el tema y el espectador. Con particular interés en la representación de cuerpos negros del siglo XIX y de principios del siglo XX ahonda en el mundo de las artes visuales y sus referencias materiales como un modo de cuestionar el papel histórico de la fotografía y el arte en la construcción de los estereotipos de raza y género.
Nadine Morais es angoleña y tiene veintidós años. Es poeta, estudiante de sociología, feminista y activista cultural.
Traducción del inglés de Nicolás Gelormini