Nominado para el premio Pipa en 2023, Biophillick es un artista que pone a dialogar tecnología, naturaleza y espiritualidad. Sus obras recurren a múltiples lenguajes para materializar un universo trascendental que incluye máscaras artesanales y música electrónica. El artista rescata tradiciones para imaginar futuros ancestrales.
Biophillick. Petamuti vermelho, 2023. Videoperformance, 3’. Obra presentada en la Bienal Internacional do Sertão. Foto: Sziah
Biophillick, ALTAR MÉXICO-BRASILEIRO, 2019. Expo-concerto ELECTRO-XAMÂNISMOS, en el Memorial de los Pueblos Indígenas. Foto: Paulo Vianna
C& América Latina (C&AL): Un aspecto notable de tus obras son las máscaras y las piezas de vestuario. ¿Cómo surgió esa inspiración y cómo te sientes al usar esas piezas?
Biophillick: Varios pueblos de México ya usaban máscaras como artefacto para conectarse con el campo espiritual, las deidades, los animales y las fuerzas de la naturaleza. Allí aprendí a hacer mi primera máscara y aquí, en Brasil, hice casi veinte máscaras para la exposición Nahuales – Seres Místicos, en el Instituto Oca Brasil, en Alto Paraíso de Goiás, y en el Memorial de los Pueblos Indígenas, en Brasilia. Representé veinte animales diferentes para plantear la idea de los nahuales, seres capaces de metamorfosearse, chamanes que tienen el poder de transformarse en animales. Es como si los espíritus de la naturaleza pidiesen ser visibilizados. La moda como arte también me permite más libertad e innovación. Es una protección para entrar en contacto con el interior y expandirlo.
Biophillick, Onçxapanã, 2024. Cortometraje, 3’30”. Performance en el Festival Curta 8. Foto: Gabriela Titon.
C&AL: ¿Y la arquitectura fue tu punto de partida en el camino artístico?
B: ¡Sí! Antes de eso, fui a clases de baile, teatro, música y pintura. Pero fue en la arquitectura donde mi creatividad explotó. Mis profesores decían que el arquitecto precisa inspirarse en otras áreas artísticas para tener una sensibilidad rica. Y entonces yo llevaba mis proyectos de arquitectura conceptual a galerías y museos, hacía colaboraciones con artistas y performers. Vamos a escapar de ese paradigma según el cual el arquitecto sólo construye casa, ¿dale?
C&AL: Tú dices que la Ciudad de México tiene muchos universos. ¿Qué influencia tuvo esa ciudad en tu trayectoria?
B: Es una cultura muy amplia y rica. Entonces, es fácil ver sus contrastes. Hay muchas capas de historia, desde lo prehispánico, a las ruinas e los vestigios de la cultura azteca. Después, las construcciones y los barrios con una arquitectura más colonial y europea. Y también, el mundo moderno y contemporáneo. Por ejemplo, el Zócalo, que constituye el centro de la ciudad, tiene todas esas capas de arquitectura y cultura que coexisten. Cerca de mi casa, había restos de una pirámide circular. Yo iba ahí para dibujar, quedarme meditando y reconectarme con la naturaleza. Y hay muchos colores, alegría. Todo eso atraviesa mi trabajo, esa mezcla de tiempos, que es lo ancestral y lo contemporáneo.
Biophillick, Tapa del álbum de música experimental DEAD EAGLE, 2016.
C&AL: Esa mezcla se percibe claramente en tu trabajo, donde combinas elementos analógicos y digitales y planteas referencias ancestrales y una mirada al futuro. ¿Cómo se produce esa conjunción?
B: Mi proyecto final en la facultad de arquitectura fue la ciudad del futuro en el cine, una visión biofuturista presentada en realidad virtual con proyecciones 3D. Lo hice para vislumbrar un futuro en armonía con la naturaleza y, justamente, salir del concreto gris, y pensar en materiales vivos, autosustentables. Cuando llegué a Brasil, descubrí el concepto de futuro ancestral, de Ailton Krenak, que tenía mucho sentido para mí. El rescate de lo indígena es muy fuerte aquí en Brasil y eso me llevó a pensar también en una cocreación, no en una separación, porque esos tiempos no deben estar en conflicto. Mucha memoria fue borrada, ¿no? Entonces justamente necesitamos crear por medio de la imaginación esos otros futuros posibles para enriquecer nuestro presente. La imaginación, como decía el escritor mexicano Octavio Paz, viene a rescatar toda esa cultura ancestral.
Biophillick, modelo BIO GATITO-PÁSSARO, 2022. Lanzado en el desfile de Aldeia Marakanà como parte de la actividad de la escuela de moda pluricultural Éwá Poranga. Foto: Mone Noire
Mucha memoria fue borrada, ¿no? Entonces justamente necesitamos crear por medio de la imaginación esos otros futuros posibles para enriquecer nuestro presente.
C&AL: En Brasil te asumiste como persona indígena en un proceso de recuperación, ¿es cierto?
B: Sí ya tenía una conexión con mi cultura en México, pero se volvió más viva aquí en Brasil. Hay una efervescencia de las culturas indígenas en la moda, el arte, la música, en todos los ámbitos. Cuando vivía en Brasilia, establecí contacto con los pueblos kariri-xocó, que viven en una reserva llamada Santuário dos Pajés, y trabajé en varios proyectos de Cultura Viva para promover su cultura. Hice mi primera ceremonia de ayahuasca con Álvaro Tukano, que ya fue director del Memorial de los Pueblos Indígenas. También estudié en la escuela de moda Éwá Poranga, con una perspectiva decolonial y afroindígena. Dentro de la música, yo ya usaba instrumentos indígenas y eso ahora se está mezclando con los rituales, con la cultura de México, con diferentes ceremonias de curación… Todo es una búsqueda espiritual.
Biophillick es un artista multimedia indígena queer mexicano, arquitecto, diseñador de moda y músico electrónico experimental. Investiga sobre ancestralidad, naturaleza, espiritualidad, tecnología y futuro. Desarrolla creaciones híbridas entre lo analógico-natural y lo tecnológico-digital pasando por las artes audiovisuales, la moda, la arquitectura digital, las performances rituales, los conciertos inmersivos y las exposiciones multimedia.
Gabriela Titon es periodista y artista visual, con especial interés en el arte textil, el collage, los procesos expresivos y prácticas documentales. Es creadora de Nervo Arte, plataforma de medios cultural sobre el arte contemporáneo y sus conexiones, enfocada en el escenario local de Curitiba, estado de Paraná, Brasil.
Traducción: Nicolás Gelormini