En 1988, durante el acto de memoria del centenario de la abolición de la esclavitud, celebrado en la ciudad de Salvador de Bahía, un manifiesto de denuncia y activismo marcó ese día emblemático. Una X grafiteada sobre la imagen de la Princesa Isabel (quien firmó la abolición de la esclavitud en 1888) determinó que su reconocimiento no era el de “libertadora”, sino de partidaria, mantenedora y defensora de la esclavitud, y que su fantasma ya no podía seguir atormentando y asediando los cuerpos negros que luchaban por la libertad.
En la protesta, frases de reafirmación como “a la Princesa se le olvidó firmar nuestro permiso de trabajo” fueron estampadas en pancartas, carteles y vallas publicitarias por toda la ciudad, una prueba de que los movimientos negros de la época, a pesar de haber sido reprimidos por la dictadura militar que había terminado hacía poco, así como por intentos de silenciamiento social a través de la falsa idea de democracia racial, no dejaron de existir y de hacer historia en Brasil.