La Universidad Cheikh Anta Diop de Dakar debe su nombre a un teórico cultural senegalés que se comprometió en un largo proyecto de descolonización de las ciencias humanas africanas
Afiche de la película Kemtiyu-Séex Anta de Ousmane William Mbaye
Sossa Dede: figura regia antropomórfica. Estatuilla de Glélé en madera, pigmento, cuero. Musée du Quasi Brandy, París. Cortesía de Gabriele Genge
En 1948, cuando aún todavía estudiaba en París, Cheikh Anta Diop escribió un artículo para la revista Le Musée Vivant donde exploraba por primera vez una idea a la que se consagraría en su posterior carrera académica y política: la de la unificación nacional de África bajo el manto de una herencia cultural exclusivamente africana. Más tarde, siendo ya uno de los intelectuales más radicales de África, analizó el desalentador estado de la cultura y el arte africanos bajo el régimen colonial francés. Además manifestó que imaginaba “por motivos de orden geográfico e histórico, la construcción de ciencias humanas sobre una base egipcia, del mismo modo en que Grecia constituye la base de las ciencias en la civilización occidental”.
El gran proyecto de Diop de dar a luz una construcción completa y nueva de patrimonio nacional basada en imágenes es, por lo tanto, de gran interés para la historia del arte.
En los años siguientes, Diop desarrolló estos planteamientos con gran entusiasmo y reemplazó, por ejemplo, los conceptos coloniales de animismo africano y de filosofía bantú, en boga desde 1947, por la evidencia estrictamente científica de una tradición totémica egipcia dentro de la cultura africana y así forjó una nueva concepción nacionalista de África. La postura epistemológica de Diop y sus ideas acerca del totemismo, que me gustaría analizar aquí, son complejas y difíciles de sintetizar. Al comienzo de su carrera académica, allá por 1950, se entregó a estudios ampliamente interdisciplinarios en la Sorbona, la École Pratique des Hautes Études y en el Collège de France y se movió entre la física nuclear, la egiptología y la lingüística pero sin perder nunca de vista su proyecto unitario de descolonizar las humanidades africanas deconstruyendo la pretensión occidental de civilización y de universalización de la cultura hegemónica.
Metodológicamente, su proyecto ideológico buscó separar la cultura africana de la etnología occidental y, recurriendo a las herramientas antropológicas e históricas de su tiempo, afianzar una tradición que –a falta de una documentación definitiva– hasta entonces sólo podía ser fijada en un repertorio de imágenes y catálogos lingüísticos. Intentó probar la anterioridad de una “raza” africano-egipcia mediante el examen antropológico de huesos humanos, la comparación de fisonomías, la crítica de la lingüística y, cuestión no menor, mediante el desarrollo de un concepto de totemismo al que hasta hoy la academia casi no ha prestado atención.
Su enorme proyecto de dar a luz a una completa y novísima herencia nacional sobre la base de imágenes es, por lo tanto, de gran interés para historia del arte. Por otro lado, ese proyecto nos pone ante un cuestionamiento radical de los recursos con que Occidente produce herencia cultural y que son deconstruidos como mecanismos ideológicos paradójicamente por un intelectual que, así y todo, se posicionó, para citar a Mudimbe, en el centro del tradicional “orden de cosas” occidental.
Ya en 1954, Cheikh Anta Diop insistió con el concepto de totemismo en un breve párrafo de su tesis de doctorado. El concepto estético de una relación de ajenidad entre mundos aparentemente confundidos, entre naturaleza y sociedad humana, parece haberlo ocupado cada vez más, al punto de que le proporcionó pruebas iconográficas de su tesis comparatista y hasta hoy indemostrable, de un totemismo africano-egipcio histórico y contemporáneo.
Para concluir, podría decirse que el serpenteante recorrido de Diop por los sustratos de una construcción totémica fue su esfuerzo por denunciar la tradición epistemológica occidental que divide entre naturaleza y cultura, un intento que llevó a cabo desplegando formas pictóricas, buscando la huella de esas tradiciones migratorias como testimonio evidente de una herencia cultural de larga duración. Sin embargo, lo que estaba en juego para Diop era un objetivo político muy amplio y parece que volvió a interesarse en sus investigaciones de la herencia totémica sólo cuando fue evidente que su carrera política en Senegal llegaba a su fin. Por ser un representante demasiado excéntrico y radical de una postura africana en las humanidades fue excluido de los altos cargos, pero más tarde la Universidad de Dakar tomó su nombre y ahora se llama Universidad Cheikh Anta Diop.
Gabriele Genge es catedrática de historia del arte moderno y de teoría del arte en la Universidad de Duisburg-Essen (Alemania).
Traducido del portugués por Nicolás Gelormini.