Muy pocos saben que Colombia tuvo un presidente negro. Juan José Nieto Gil (1804-1866), político constitucionalista, abolicionista y escritor caribeño, fue mandatario en 1861, durante seis meses, de la entonces República de la Nueva Granada, pero cayó en el olvido por más de un siglo y medio.
En 2018, el entonces presidente colombiano Juan Manuel Santos realizó una ceremonia para, por fin, llevar el retrato de Nieto al palacio presidencial colombiano. Pero ese retrato del primer presidente afrocolombiano encarna la historia de cómo una nación blanqueó y borró su figura.
El retrato original de Nieto, elaborado antes de su breve mandato, fue enviado a París para darle una apariencia “más distinguida”, es decir, aclarar el tono de su piel y cambiar un poco sus facciones. A su regreso a Colombia, el óleo quedó en el Museo Histórico de Cartagena y, después de una restauración en 1974, quedó abandonado en el Palacio de la Inquisición. El blanqueamiento y olvido de este retrato es una suerte de relato colectivo que se repite a lo largo y ancho de Colombia.
En 2016, 155 años después de la posesión presidencial de Nieto, el director del Museo Nacional de Colombia, Daniel Castro, le encargó un nuevo retrato al pintor Justiniano Durán para que fuera incluido en el Palacio de Nariño. Tras una acción popular, el retrato llegó al palacio presidencial, aunque no fue ubicado en la galería del Salón de Gobelinos al lado de los demás expresidentes.
Este nuevo retrato es el punto de partida de la exposición ¿Suficientemente negro?, organizada por el Centro Colombo Americano de Cali, con motivo del Black History Month, en febrero de 2019. La exposición, que cuenta con reinterpretaciones del retrato hechas por ocho artistas, es una acción colectiva para reivindicar la memoria de Nieto. Al mismo tiempo, abre una discusión sobre la racialidad, la identidad, la representación y los sistemas de blanqueamiento que han permeado al país.