“La necesidad de confirmar la realidad y dilatar la experiencia mediante fotografías es un consumismo estético al que hoy todos son adictos», escribió Susan Sontag en su famoso ensayo Sobre la fotografía (1977). “Las sociedades industriales transforman a sus ciudadanos en yonquis de las imágenes; es la forma más irresistible de contaminación mental.” Esto, décadas antes de la embestida de las redes sociales, antes de Instagram y de las selfies. Definitivamente, no es el caso de la obra de Elle Pérez, quien, aunque contemporánea, viaja a través del tiempo, a través de los futuros y pasados de los Estados Unidos. Retratos como Ian 2017/2018 y Kirsten 2015 son vívidos y veraces, momentos en la vida de aquellos que conocía o estaba conociendo y, a través de esa relación, descubre su alma. Invitada al lugar por lazos familiares, amistades o mensajes de redes sociales, Pérez obtiene de los sujetos de sus fotos profundos estados de emoción. Pero no somos voyeurs: estamos invitados a la imagen para considerar la luz, la oscuridad o la escena cambiante, evanescente.
C& América Latina: Hábleme sobre el cambio de la orientación horizontal a la vertical en sus fotografías.
Elle Pérez: Estaba hablando con gente y me señalaron que tenía sentido que en mi obra anterior usara la orientación horizontal. Parecía encajar con la teatralidad de los temas, de modo que tenía sentido que fuera como una toma cinematográfica o una producción teatral. Pero después, cuando abordo el cuerpo, el foco cambia y tiene sentido que algo imite la forma del cuerpo, el movimiento vertical. La observación me pareció muy sagaz y no podía creer que no me hubiera dado cuenta (risas). Estaba agradecida de que hubieran resuelto mi misterio. Creo que es una manera interesante de pensar la cosa y está verdaderamente en consonancia con mis intereses. Pienso que al trabajar tanto tiempo con los retratos, ciertos aspectos históricos del arte occidental se incrustaron en mi inconsciente. Los estaba reproduciendo inconscientemente y por eso el cambio formal pareció estar bien, porque se produjo al mismo tiempo que aumentaba mi interés por pensar el cuerpo.