Dos Brasis: Arte e Pensamento Negro (De los Brasiles: Arte y Pensamiento Negro) es una exposición notable dentro del mundo artístico brasilero, ya que reúne obras de 240 artistas negros de todo el país. Dividida en siete núcleos temáticos, la exposición aborda cuestiones como el revisionismo histórico y la representación femenina destacando historias como la de Judith Bacci, que se convirtió de portera en artista.
Obras de André Vargas, No Martins y la bandera de la escuela de samba Mangueira en la entrada del primer pabellón de Dos Brasis. Foto: Eduardo Nasi.
Vista de la instalación, apertura de la exposición Dos Brasis, 2023. Foto: Matheus José Maria.
Judith Bacci es una artista prácticamente desconocida en el mundo de las artes visuales. Tuvo su estreno no en una vernissage, sino como portera del predio de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Federal de Pelotas, ciudad del sur de Brasil, un país dividido por un abismo social que vuelve muy difícil el ascenso social de un portero o una mujer Negra. Judith terminó convirtiéndose asistente de las clases de escultura y, con el tiempo, devino artista. Tuvo poca repercusión, fue víctima de racismo. Los alumnos del curso de artes de la Ufpel, sin embargo, la consideraban una profesora extraoficial de la disciplina Escultura. Conocía como pocos las dificultades del oficio de escultor y compartía su saber con los alumnos, casi todos blancos. Nunca recibió salario de docente ni reconocimiento. Es decir, hasta ahora, que se ha abierto la exposición en San Pablo.
En la muestra Dos Brasis, Judith participa con una escultura pequeña, de yeso, que retrata a una nodriza Negra que alimenta a un bebé blanco. Sencilla y sublime, la obra es uno de los grandes momentos que ofrece la exposición. También sintetiza la biografía de la artista, que alimentó y crió hijos de familias blancas sin ser reconocida. Y, por último, remite a todo un legado de esclavitud y a toda una relación de raza que permea el mundo del arte, que, a pesar de los esfuerzos antiguos y recientes, está lleno de borramientos como el que sufrió Judith Bacci.
Obra de Judith Bacci. Foto: Eduardo Nasi
Con 240 artistas y más de 400 obras, Dos Brasis: Arte e Pensamento Negro está siendo celebrada como la exposición con el mayor número de artistas Negros realizada hasta el momento en el país. La exhibición de las obras comienza ya en el portón del Sesc Belenzinho, en San Pablo, y ocupa todo el patio, las obras se mezclan con la zona de juegos infantiles y las canchas deportivas (volveremos sobre este punto), antes de acumularse en dos áreas expositivas y un hall. Si el arte fuera una carrera de relevos, Dos Brasis obtendría seguramente un lugar en el podio: además del récord de artistas Negros que reúne, hay nombres de todos los estados, además de los más diversos géneros desde el siglo XVIII hasta la actualidad. Muchos de los artistas, como Judith Bacci, tienen una producción tan fecunda como ignorada. Sólo que Dos Brasis es mucho más que una exposición que se realiza una vez. Estamos hablando de un proyecto de largo plazo que tiene previsto viajar por todo el país a lo largo de una década. Además de recortes itinerantes de la muestra que está en cartaz, hay un proyecto educativo y de debates. Se espera que en diez años el éxito del proyecto haga que este deje de ser necesario. Evidentemente, toda la riqueza del proyecto es prueba de la dimensión que tiene el arte producido por artistas Negros brasileros. Resulta cada vez más emabarozoso para una curador o crítico racista decir que no existen artistas Negros. No sólo existen, han estado aquí desde siempre. “El silencio de los artistas Negros nunca existió. Lo que existió fue una escucha selectiva de los artistas Negros”, dijo el curador Igor Simões. Es ese borramiento lo que se está revirtiendo. Por eso es especialmente importante que la base de lanzamiento de Dos Brasis sea el Sesc Belenzinho.
Obra de Augusto Leal en las áreas públicas del Sesc Belenzinho. Foto: Eduardo Nasi.
Un poco de contexto: el Sesc es una entidad privada, mantenida por una recaudación forzosa calculada según la nómina de cada empresa. Con ese recurso se financian a precios bajos desde servicios de salud, dentistas, entretenimiento, deportes y alimentación. Cultura corresponde a una pequeña parte del presupuesto del Sesc. Las artes visuales, pues, tienen todavía menos recursos. La mayor parte del público que asiste a las unidades del Sesc esparcidas por San Pablo están en busca de otras cosas que no son arte. En el caso específico del Sesc Belenzinho hay, además del sector administrativo del Sesc San Pablo, canchas deportivas, un restaurante, un escenario para show y un complejo de piscinas. En días de calor, la piscina está muy concurrida, y hay clases que combinan la hidrogimnasia y la danza de una forma especialmente activa, en las que los participantes agitan los coloridos flotadores. Más de la mitad de los Secs de San Pablo está en la región central de la ciudad, una megalópolis con una gran concentración de infraestructura cultural. Para cierta parte de la élite cultural de San Pablo, un juego de palabras rebautizó el Sesc Belenzinho, que se convirtió en el “Sesc Bem Longinho” (Sesc Bien Lejitos). Es oportuno, frente a Dos Brasis, preguntar: ¿bien lejitos de dónde? ¿Y de quién? Es verdad que el complejo sistema de transporte de la ciudad dificulta el acceso, aunque con el metro, partiendo del centro, sea un viaje de no más de 20 minutos. Por otro lado, el Sesc Belenzhino está ubicado en una región que une el centro con la zona este de San Pablo, donde el carácter de los barrios alejados, una región predominantemente Negra y pobre, se extiende más allá de los límites de la propia ciudad y se mezcla con una serie de municipios de la región metropolitana.
Para la población privilegiada, el Sesc Belenzinho puede quedar lejos, pero es el Sesc ubicado en la entrada al centro de la ciudad. Y es también en ese contexto que se ofrece la exposición Dos Brasis, un dato que está lejos de ser irrelevante. El impacto de su representatividad va más allá del cerrado mundo de las artes visuales y se abre a cualquiera que pase por el Sesc. No es poca cosa, y la futura itinerancia de la muestra por el país ampliará exponencialmente ese efecto.
Si Dos Brasis es didática y taxativa en su mensaje para el mundo de las artes (“los Negros están aquí”, se reafirma insistemente), también es generosa con un público más amplio. La curaduría de Igor Simões, con los curadores adjuntos Lorraine Mendes y Marcelo Campos (además de Hélio Menezes, que dejó el proyecto al ser designado cocurador de la Bienal de San Pablo de este año), parece percibir ese potencial del Sesc al no limitar la muestra a los espacios expositivos. Ya en el portón de la unidad Belenzinho, el visitante es recibido por la escultura de acero Exu, de Jorge dos Angos, artista de Minas Gerais. En seguida, las instalaciones de Rommulo Conceição y Agrade Camíz se mezclan con los juegos de la zona infantil, y los arcos de fútbol de O jogo!, de Augusto Leal, se integran a las canchas deportivas. Leal tiene otro trabajo que unifica los espacios: una serie de placas que imitan las señales de tránsito. Las placas se mezclan con los espectadores y con los carteles de piso producidos por Charlene Bicalho a partir de charlas con los trabajadores de la exposición. Si el acto de ir a una exposición todavía puede sonar elitista en el Brasil de 2023, Dos Brasis derriba la pared del cubo blanco (!) y se esparce por los lugares donde las personas pasan cuando van a la piscina o al dentista… no es poco.
Obra de Charlene Bicalho en las áreas públicas del Sesc Belenzinho. Foto: Eduardo Nasi.
La muestra está dividida en siete núcleos que intentan definir un plan expositivo que borra los límites, que transforma en un valor la saturación, que ocupa espacios en vez de delimitarlos. Legítima Defesa, por ejemplo, reúne obras que se enfrentan directamente al racismo y a su consecuencia. Amefricanas parte del término acuñado por Lélia Gonzalez para dar protagonismo a las mujeres. Romper tiene trabajos que ponen en jaque lo que hasta ahora el discurso oficial entendía por arte y por Brasil. Organização Já habla de colectivos, reuniones y quilombos. Baobá reúne artistas que crean raíces y fructifican con piezas totémicas. Negro-Vida son obras que desafían cualquier noción clasificatoria de los artistas. Por último, Branco Tema muestra a los blancos como tema de las obras, una inversión del papel tradicional en el arte brasilero, que suele poner al Negro (y con frecuencia sólo a la figura fetichizada de la mujer Negra) como tema de los artistas blancos.
Ambicioso, abundante, casi enciclopédico, Dos Brasis es un proyecto de largo recorrido, que desde ahora se posiciona como una pieza central no sólo contra el borramiento de los artistas Negros y Negras, sino también como punto de partida de una historia del arte brasilera más Negra, realista y completa. Un arte más exuberante, cercano y protagónico.
Eduardo Nasi es periodista.