Culturas indígenas

Gustavo Caboco: conectar historias indígenas en Brasil

Gustavo Caboco nació en Paraná, pero fue en Roraima donde se reconectó con sus raíces indígenas. Esa trayectoria constituye una parte central de su práctica artística, que propone un “retorno a la tierra” en un sentido poético y literal. Junto con su madre, Lucilene Wapichana, el artista reconstruyó a través de la escritura, el bordado y el diseño una historia interrumpida.

Es como si aquel viaje, en cierta forma, siguiera transcurriendo. También fue en aquella ocasión que Gustavo iniciaría su recorrido como artista, aunque solo se dio cuenta de eso mucho más tarde. “Mi madre me prestó una cámara porque quería registrar ese regreso, para cuya realización luchó tanto. Como ella no sabía usarla, me dijo que ese sería mi papel. Si lo miro con los ojos de hoy, aquella terminó siendo la primera documentación artística que hicimos, y la seguimos haciendo”, refleja.

La producción que los dos hacen en conjunto se origina, por lo general, en el atelier de costura de Lucilene, ambiente en que Gustavo creció y que terminó convirtiéndose en su espacio de trabajo. Si llegáramos a oír los hilos allí reunidos, como aprendió a hacer él con su madre, sabríamos que el bordado es una influencia directa de misioneros benedictinos presentes en la región en que Lucilene vivió hasta los diez años, una relación controversial de tutela ejercida por la iglesia en territorios indígenas. Fue por esa actividad que ella trazaría su camino como subsistencia, expresión artística y sociabilidad. “Cuando se la llevan de la comunidad y pasa a trabajar en casas de familia, el hilo y el tejido se tornan una herramienta de relación”, cuenta. “La subordinación, el estar sirviendo en casa de otras personas, y también la socialización: el arte termina siendo también ese campo de encuentros”.

No tiene mucha importancia si el arte de Gustavo se materializa en escritura, bordado o dibujo: lo esencial está en lo que surge antes de todo eso, como escucha o diálogo. Y esto puede ocurrir de muchas maneras: en el caso de la costura, podemos escuchar los hilos (“Si escuchas el hilo, te llevará por varios caminos que muestran cómo las culturas se chocan, se encuentran y se fortifican”); o en las piedras, como hizo en Recado do Bendegó (Mensaje del meteorito Bendegó) (2018), presentado en la 34a Bienal de San Pabo (2021). En el video de once minutos Gustavo asume el papel de interlocutor del meteorito y narra un bellísimo relato imaginario de esa piedra que fue testigo de tantos procesos de destrucción, los cuales culminaron en el incendio de 2018.

En el Museo Nacional, de la Universidad Federal de Rïo de Janeiro, Gustavo tuvo otro encuentro que lo marcó. Tres meses antes de que el predio se incendiara, Gustavo estaba de paso por Río de Janeiro y quiso conocer la colección de artefactos indígenas que se exhibe allí. Allí pudo ver una Borduna Wapichana (arma hecha con un cilindro de madera) cuya datación era muy cercana a la edad de su tío abuelo Casemiro Cadete, que en esa época luchaba por la demarcación de tierras. Gustavo narra la historia en textos y dibujos en la publicación Baaraz Kawau, donde describe aquel encuentro como un “corto-circuito”, especialmente teniendo en cuenta lo que pasó después.

Gustavo cierra el libro contraponiendo la muerte del tío, que falleció a los noventa y tres años, a la de la Borduna, que se destruyó a los noventa y cuatro. Con los dos firma el compromiso de quien, como él, permanece en el “campo después del incendio”, significado en portugués de la expresión Baaraz Kawau: “Los cuerpos-recuerdos están vivos, incluso después de la combustión. No apagarán nuestra memoria”, escribe.

Gustavo Caboco es artista visual Wapichana, trabaja en la red Paraná-Roraima y en los caminos de retorno a la tierra.

Nathalia Lavigne es investigadora, periodista y curadora.

Traducción: Nicolás Gelormini

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