Con una instalación compuesta por estructuras, dibujos, vibraciones y sonidos, Jiménez Santil crea un universo personal donde convierte un sistema excluyente en un espacio de libertad para construir algo diferente. En esa resistencia, que la artista llama “contaminación”, su trabajo emerge como una afirmación de autonomía y poder creativo.
Vista de instalación de Flow States – LA TRIENAL 2024 en El Museo del Barrio, Nueva York. Foto: Matthew Sherman/Cortesía de El Museo del Barrio, Nueva York
Un “glory hole” es un agujero, generalmente hecho en una pared o partición de baño, que permite la interacción sexual anónima entre personas. Estos dispositivos se convierten en herramientas críticas en la obra que Madeline Jiménez Santil está presentando en Flow States, La Trienal del Museo del Barrio en Nueva York, curada por Rodrigo Moura, María Elena Ortiz y Susanna V. Temkin.
En su pieza My dick can speak your language (Mi verga puede hablar tu idioma), la artista dominicana radicada en Ciudad de México, presenta cuatro paneles montados sobre estructuras móviles de aluminio. Una impecable retícula en negro y blanco cubre la superficie de los paneles, que parecen haber sido pulidos por una máquina. Sin embargo, la precisión de los dibujos y la preparación de los soportes son el resultado de un minucioso trabajo realizado a mano por la artista.
Madeline crea obras que generan ambigüedad, oscilando entre el dibujo, la escultura y el objeto performativo. My dick can speak your language (2024) funciona como un dispositivo interactivo que invita al espectador a activar la pieza a través de “glory holes” que perturban la inmaculada matriz de cada panel. Jiménez Santil equilibra y tensiona dos fuerzas que coexisten en un mismo cuerpo: por un lado, el racionalismo cartesiano, que toma la razón como base del conocimiento y por otro, el dembow, un género musical originado en República Dominicana, que tiene sus raíces en el reggae y el dancehall jamaicanos. Desde su infancia, la artista ha sido muy buena en matemáticas. Y mientras estudiaba solía escuchar a La Insuperable, una artista caribeña de dembow. Para ella, nunca hubo una separación ni jerarquía entre la música y las matemáticas. En su obra, esta relación se manifiesta en la importancia del baile y la música, presentes en los títulos de sus piezas, mientras la retícula en los paneles evoca un binarismo cartesiano.
Jiménez Santil desobedece los modelos impuestos por la mirada blanca colonial, que dictan cómo el cuerpo negro y femenino debe comportarse, hablar, moverse y representarse. La artista propone configurar un cuerpo que se permite desear e imaginar lo que quiere, sin buscar complacer a nadie más que a ella. Así, sus piezas funcionan como un alter ego, un avatar de su cuerpo, utilizando el baile como una metodología meditativa de autoconocimiento y afirmación en el sentir y existir.
Sus piezas funcionan como un alter ego, un avatar de su cuerpo, utilizando el baile como una metodología meditativa de autoconocimiento y afirmación en el sentir y existir.
Contaminar la matriz
Concebida para el contexto de Nueva York y diseñada para dialogar con la historia del arte moderno occidental, específicamente con el arte minimalista, la pieza presentada en la trienal marca el final de un proceso de ocho años de investigación. My dick can speak your language posee una cualidad mecánica, con tornillos y rondanas que forman una suerte de motor en construcción. Una maquinaria en proceso que representa ideas de velocidad, energía y fuerza. De igual manera, la obra opera como un dispositivo que puede ser penetrado, utilizado para chismear, o como una forma de erotizar el bastidor. En particular, el hoyo tiene una potencia perturbadora, capaz de generar innumerables elucubraciones mentales dentro del museo. En palabras de la artista: “Me interesaba contaminar el museo con un dispositivo que invitara a la gente a imaginar perversamente”.
El “glory hole” surge de la necesidad de explorar cómo la historia del arte atraviesa su cuerpo y viceversa, y de la idea de transformar el arte en algo excitante y emocionante. Rechazando el término “apropiar” debido a su vínculo con la Academia, Madeline prefiere hablar de “contaminación”. Desde esa perspectiva, encuentra grietas en la historia del arte para intervenir y contaminar desde dentro. La pintura y el objeto de arte tradicional se contaminan con los movimientos de cadera y la genealogía del cuerpo no blanco, un cuerpo al que se le ha impuesto una narrativa y se le niega desear el arte.
Cuerpo y multiplicidad
Desde su infancia, Madeline ha sentido una profunda atracción por el arte y su historia. Pero, paradójicamente, el hermetismo de este sistema excluye de sus narrativas a todo cuerpo y experiencia no hegemónica. En lugar de ver esta contradicción como un trauma, Madeline la percibe como un espacio de gran libertad para construir algo nuevo. Bailar dentro de esta contradicción le resulta placentero. “Bailar me hace profundamente consciente de una geografía y de mi cuerpo”; explica la artista, “es una forma de meditación.” El contexto, el lenguaje del cuerpo y la música son elementos fundamentales en su obra, ya que actúan como generadores de conocimiento que luego traduce a un lenguaje artístico innovador y sofisticado.
Su obra encarna una irreverencia frente a las normas y estereotipos impuestos sobre lo que debe ser una artista negra. Rechazar esta mirada exotizante implica años de anonimato y una lucha constante por ser vista en un mundo que ignora y excluye a quienes no se ajustan a sus expectativas. En esa resistencia, su trabajo emerge como una afirmación de autonomía y poder creativo. Su búsqueda es la construcción de un sistema-mundo propio, compuesto de estructuras, dibujos, vibraciones y sonidos, partículas que dan forma a su universo personal. Al no etiquetar sus piezas, les otorga cualidades múltiples, permitiendo que los objetos mismos encarnen esa multiplicidad. Pueden ser dibujo, dispositivo, escultura o «penetrable» a la vez, con la capacidad de transformarse y evitar quedar fijos en una sola forma instrumentalizable. Para Madeline, lo binario no existe. No hay pureza de un punto u otro. Lo que existe son todas las posibilidades en el espacio intermedio de la idea de existir.
Flow States – LA TRIENAL 2024 puede visitarse en el Museo del Barrio, Nueva York, EEUU, desde el 10 de octubre 2024 hasta el 16 de marzo 2025
Madeline Jiménez (Santo Domingo, 1986) es una artista que vive entre Ciudad de México y Santo Domingo. En su práctica se permite imaginar la transformación que experimentan los objetos y las convenciones del arte al cruzarse con un cuerpo que lleva una historia diferente.
Esteban Pérez (Quito, 1992) es un artista radicado en Berlín. Su obra explora modos alternativos de atención para relacionarse con el mundo más-que-humano y el paisaje.