C&AL: ¿Quién es Gwladys Gambie?
Gwladys Gambie: Soy una joven artista discreta, soñadora y misteriosa, que dibuja desde niña y primero quería ser diseñadora de moda. Finalmente estudié Bellas Artes, pero sigo conectada con la moda y a los textiles, y hace poco comencé a bordar. No haberme convertido en diseñadora podría ser considerado un fracaso, pero como artista plástica realizo ese sueño de forma más libre. También soy muy tímida y el arte es la forma en que me expreso. Como mujer negra, suburbana y gorda, el camino no fue fácil. Casi abandono la escuela de arte pero hoy estoy feliz de no haberlo hecho, porque los obstáculos alimentaron mi creación. Sé muy bien lo que no quiero y eso es lo que me orienta.
C&AL: Cuéntenos un poco sobre la autorrepresentación, su postura feminista respecto a su cuerpo y a la fusión cuerpo/naturaleza.
GG: El trabajo con el cuerpo propio me permitió afirmarme. Mi práctica cuestiona mi cuerpo de mujer negra y gorda en una sociedad donde las mujeres gordas están fuera de las normas de sensualidad, de belleza y de erotismo. Yo pongo en escena ese cuerpo, que podría ser el cuerpo de cualquier mujer gorda. La fusión cuerpo/paisaje en las series Anatomie du sensible se produce de manera natural porque el ser humano no está separado de la naturaleza. Mi lenguaje poético se estableció de esa forma. Eso es lo que me permite abordar la sensualidad sin ser literal, integrando formas orgánicas como flores, plantas, animales marinos. Como mujer, mi relación con la naturaleza es muy cercana; existe una proximidad con el mar, la idea de matriz. Yo no me llamaba a mí misma feminista porque no soy militante pero mi trabajo artístico es comprometido, inclusive en el uso que hago de la lengua criolla en mis dibujos, que a la vez es una afirmación de la cultura martinicana. Los cuerpos femeninos en mis trabajos atraen y asustan al mismo tiempo. La ambivalencia entre seducción y violencia expresa mi rebeldía contra el sistema. Como mujer negra y gorda me invisibilizan, me discriminan incluso en el campo del afecto, donde somos objeto de atracción sexual, pero rara vez de relaciones afectivas socialmente aceptadas. A eso se suma el colorismo y la violencia cotidiana contra las mujeres en una sociedad dominada por hombres. La crítica social es lo que me mueve, la poética es lo que me permite evitar en mi práctica la explicación y lo obvio.