El Goethe-Institut y el Museo La Tertulia lideraron a inicios de agosto de 2018 el encuentro artístico “Carretera al mar” en Buenaventura y Cali (Colombia). El proyecto propició diálogos entre el arte, la memoria, la acción política y la defensa del territorio de los pueblos afrocolombianos. Felipe Sánchez Villareal visitó el evento para Contemporary And (C&) América Latina.
Fabio Melecio Palacios, Tramo/traza. 500 metros de –abundancia y resistencia–, Zaragoza, Valle del Cauca, Colombia. Foto: Felipe Sánchez Villarreal.
Acción Errorista, marcha del colectivo argentino Etcétera. Foto: Felipe Sánchez Villarreal.
Fabio Melecio Palacios, Tramo/traza: 500 metros de –abundancia y resistencia–, Zaragoza, Valle del Cauca, Colombia. Foto: Felipe Sánchez Villarreal.
Liliana Angulo, Por la defensa del territorio de Buenaventura: archivo y monumento Temístocles Machado. Foto: Felipe Sánchez Villarreal.
Conversatorio en Coliseo El Pueblo, Cali. De izquierda a derecha: Nidia Góngora, Amber Henry, Francia Márquez, Mary Grueso y Aurora Vergara. Foto: Felipe Sánchez Villarreal.
Bajamar, el performance que el artista afrocubano Carlos Martiel presentó en el Museo la Tertulia de Cali el 9 de agosto de 2018, condensa bien la metáfora: los espectadores suben por una escalera blanca que desemboca en un televisor. En él, se suceden modelados en 3D de una zona de carga, renders arquitectónicos del puerto de Buenaventura. Si no se mira hacia abajo, no se ve: el piso del último escalón es de vidrio y, bajo él, el cuerpo negro y desnudo de Martiel permanece inmóvil, capturado dentro de la escalera. El espectador la sube casi sin percatarse de que él yace ahí, y de que el ascenso solo es posible pasando por encima de su cuerpo a la vez vulnerado y vulnerable: un cuerpo negro que, sin embargo, no se doblega ante la contención y la fatiga.
La de Martiel fue una de las acciones con las que Carretera al mar, evento organizado por el Goethe-Institut y el Museo la Tertulia en el marco del proyecto regional El futuro de la memoria, reflexionó sobre las formas del recuerdo en medio de las tensiones raciales, socioeconómicas y territoriales del Pacífico colombiano. La región –y, sobre todo, los territorios que surcan la carretera entre Cali y Buenaventura– ha sido el epítome de las contradicciones que han marcado la historia del desarrollo del occidente de Colombia. A pesar de que el puerto de Buenaventura y sus alrededores movilizan el 60% de las mercancías que entran al país, sus gentes viven en el más crudo abandono estatal. Esa tensión entre los procesos de explotación y modernización de la zona, donde vive el 25% de la población afrodescendiente de Colombia, dio origen a la idea del proyecto. Carretera al mar buscó “reconocer la dimensión histórica de la población afrocolombiana, hacer visible la violencia y el abandono que ha experimentado y, a la vez, contribuir al empoderamiento de iniciativas que luchan por una sociedad más equitativa e incluyente”, según Wenzel Bilger, director del Goethe-Institut en Colombia.
Desde la imagen de la carretera, que hila la intrincada relación entre el puerto y el interior, se articularon experiencias y prácticas artísticas para, en palabras de la directora del proyecto, Úrsula Mendoza, “cuestionar las formas hegemónicas de narrar la experiencia común” a través de la pregunta de cómo las prácticas artísticas pueden dinamizar procesos políticos y territoriales. Así, durante Carretera al mar se realizó un “recorrido simbólico” en el que participaron artistas, líderes sociales e investigadores para reflexionar sobre la elaboración del pasado y los modos de actuar en el presente de la mano de las poblaciones negras del Pacífico.
Los conversatorios y las acciones artísticas se articularon como vehículo de cuestionamiento de los sueños de progreso y procesos de industrialización de la región, así como de las violencias raciales y territoriales. La ruta comenzó en el sector de Zaragoza (jurisdicción de Buenaventura), con la acción Tramo/traza. 500 metros de –abundancia y resistencia–, del artista Fabio Melecio Palacios. En trabajo conjunto con pobladores de la zona, Melecio Palacios recuperó un tramo desahuciado de las vías férreas que antiguamente servían de arteria comercial entre Cali y el puerto de Buenaventura. Con la reapropiación de las “brujitas”, transportes artesanales de madera y balineras en los que se movilizan los habitantes de la zona, el artista ensambló un espacio de reflexión móvil sobre los modos en que los habitantes de la zona reinterpretan subversivamente los espacios de abandono institucional.
La artista bogotana Liliana Angulo presentó algunos resultados de su trabajo de dos años de recuperación de archivo con colectivos de La Cima e Isla de la Paz en Buenaventura, A través de la memoria y las luchas por la defensa del territorio del líder comunitario Temístocles Machado (Don Temis), asesinado en enero de 2018. Desde ese proceso de recuperación documental, la artista cuestionó la forma como se han despojado territorios a los pobladores originarios en nombre del progreso industrial. “El eje de lo que hemos hecho tiene que ver con la voz de Don Temis: su intención de que el archivo fuese una herramienta para la defensa de la comunidad contra los usurpadores de la tierra”, cuenta Angulo. Su investigación se articuló con la del artista Óscar Moreno y su proyecto Radio Conversa, quien grabó una entrevista con Machado antes de su asesinato. “Con su asesinato, el audio de esa entrevista se volvió un material central; con su voz y su archivo, quisimos reivindicar su trabajo por justificar la pertenencia al territorio y la tenencia de la tierra de la comunidad”.
Durante cinco días, la Carretera propició diálogos entre el arte, la memoria, la acción política y la defensa del territorio de los pueblos afrocolombianos. El colectivo CaldodeCultivo transformó un importante coliseo de Cali en “un escenario para entrenar las luchas del pueblo”. Cruzaron muestras de taekwondo, parkour, hip hop y boxeo con mingas y encuentros con la Guardia Cimarrona del Norte del Cauca, la Guardia Indígena de la Delfina (Buenaventura), así como de pensadores afrodiaspóricos y defensores de derechos humanos. El colectivo argentino Etcétera sacó a la gente a las calles a una marcha carnavalesca “contra el neoextractivismo” que, al final, resultó en un encuentro con activistas indígenas y afro que protestaban en el centro de Cali. “Nuestros cuerpos negros han tenido que vivir las violencias y saqueos que han venido con la tal idea de progreso”, dijo la líder ambiental caucana Francia Márquez, una de las invitadas al encuentro, durante su intervención con el colectivo radiofónico Noís Radio en la acción de cierre de la Carretera. “Pero el río nos enseñó a hablar duro, a luchar por lo que creemos”.
Otras líderes afrocolombianas acompañaron el proyecto. Entre ellas, la cantora Nidia Góngora, la poeta Mary Grueso, el profesor y rapero Rhonal “El Teacher” Valencia y la investigadora Aurora Vergara. El catálogo de invitados internacionales incluyó a la directora argentina Lucrecia Martel y su master class sobre cine y memoria; al escritor mexicano Mario Bellatin con una reinterpretación performática de su novela Salón de belleza, y a la pensadora y dramaturga berlinesa Hannah Hurtzig, quien lideró un panel sobre muerte y recuerdo junto con Karin Harrasser, Claudia Mosquera y María Victoria Uribe. Los trayectos comunes articularon un potente mosaico de arte y luchas para reimaginar formas de vida y recuerdo en un territorio profundamente paradójico: afuera y adentro del proyecto de nación, a la vez itinerario de ida y vuelta del centro a la periferia, entre los sueños de progreso y la exclusión radical. Como gritaron todos al cierre: “¡El pueblo no se rinde, carajo!”.
Carretera al mar, Goethe-Institut Colombia.
Felipe Sánchez Villarreal es un periodista colombiano, editor online de Revista Arcadia.
Este artículo surgió de nuestra alianza con la revista cultural colombiana Revista Arcadia.