Como una referencia al artículo “El derecho universal a respirar”, del filósofo camerunés Achille Mbembe, se creó el proyecto Prohibido respirar, una serie de conversaciones con artistas de cinco países que han sido especialmente afectados por la pandemia: Sudáfrica, Italia, Estados Unidos, Brasil y China. Prohibido respirar propone lo opuesto al título del ensayo de Mbembe, en la medida en que reflexiona sobre la pandemia y la posición del arte en el contexto que ésta ha creado. La brasileña Luana Vitra representa a Brasil en esta serie.
C&AL: ¿Podrías comentar la situación de la pandemia en este momento en Brasil a la luz del ensayo de Achille Mbembe?
Luana Vitra: Al pensar en el contexto brasileño, en términos del artículo de Mbembe, creo que es importante mirar la relación de continuidad con la naturaleza que existe en las culturas indígenas y quilombolas. Son culturas que no ven a la naturaleza como un «recurso natural» sino como parte de sí mismas. De esta manera, tejen una relación de reciprocidad, donde son cuidados por la naturaleza y al mismo tiempo cuidan de ella. En la fundación de la samba también, por ejemplo, se aprende la importancia de dar lo que se recibe. No en la misma moneda, sino en la misma cantidad, siendo esta medida un termómetro que cada uno aporta intuitivamente. Los pueblos indígenas y los quilombolas saben que el aire tiene que entrar y salir. Desafortunadamente, la cultura capitalista y explotadora nos aleja de esto. El actual presidente de Brasil, movido por esta misma fuerza explotadora, no es consciente de ello. Así que no es casualidad que Jair Bolsonaro ataque a los quilombolas y a los pueblos indígenas, no es casualidad que descuide la importancia del virus. Después de todo, dentro de una perspectiva explotadora, la muerte significa ganancia.
C&AL: Hablando de vulnerabilidad: el mundo se ha encontrado con el COVID-19 y cada nación ha activado su sistema de defensa. ¿Cómo ve la distribución de la vulnerabilidad en la salud, en el contexto brasileño, en América del Sur y en el Sur Global?
LV: En Brasil, cada estado de la federación se ha organizado a su manera porque no ha habido una postura de atención a la población por parte del presidente. Hemos pasado por la pandemia sin un ministro de salud capaz de elaborar planes y directrices de acción para combatir el virus, porque tenemos en el gobierno federal un presidente claramente genocida, interesado en aumentar el número de muertes en el país. Es una realidad el hecho de que los recursos financieros se distribuyen de manera muy desigual en Brasil. En la pandemia, Manaos, en el norte del país, fue la ciudad que experimentó los impactos más severos del virus con un número de muertes sombrío. Bolsonaro rechazó las primeras ofertas de vacuna, lo que retrasó todo el proceso.