Inspiradas en la joyería afrobrasilera, las obras de Nádia Taquary se basan en investigaciones que buscan una visión más auténtica de la historia, especialmente del poder femenino afrodescendiente. La artista transforma objetos mercantilizados buscando rescatar sus raíces políticas y de resistencia.
Nadia Taquary, ìyàmì en la Galería Paulo Darzé. Cortesía dela artista
Nadia Taquary, Ona Irin. Foto: Ayrson Heráclito
A Color Defect, installation view at the Museum of Art of Rio, 2022-23. Photo: Lynne Lee
C& América Latina: ¿Cuando supiste que querías ser artista?
Nádia Taquary: En cierto momento en que acababa de perder a una persona muy importante en mi vida. Esa pérdida generó un luto profundo y terminé llevando una vida sumamente casera. Como siempre me había fascinado la joyería afrobrasilera, comencé a leer sobre ella, sobre su historia y sobre los adornos corporales de pueblos tradicionales africanos. Fue en esa investigación que nació la primera pieza que hice para mí misma y para mi casa. En ese momento se inició mi recorrido artístico. Al principio, trabajaba con plata, oro y amuletos, y no me veía como artista. Quería contar desde otro lugar esa historia de religiosidad, el empoderamiento femenino y los signos de libertad con objetos que se venden como souvenirs en Bahía.
C&AL: Casi todas tus obras se basan en investigaciones de historias poco conocidas o conocidas de manera imprecisa. ¿Podrías explicar tu proceso de investigación?
NT: Nosotros tenemos una historia del “descubrimiento de Brasil”, pero en realidad se trata de una historia muy romantizada de la invasión de Brasil por parte de los colonizadores. Busco que mis trabajos siempre estén actualizando la historia a partir de otra mirada, ya no la mirada eurocéntrica, sino desde un lugar más verdadero. Aprendí sobre la historia del África precolonial a través de muchas lecturas, como la del trabajo de Damilare Falade y la tesis de doctorado de la historiadora Juana Elbein dos Santos sobre las Geledes, figuras culturales ancestrales femeninas sobre las que se habla poco. Su tesis me hizo comprender cosas muy importantes para comenzar mi exposición Ìyàmi Aje, que habla de ese poder femenino generador. En la sociedad eurocéntrica y patriarcal se obstruyó la comprensión de ese poder femenino que existe en nuestra cultura afrodescendiente. Mi trabajo habla de esas mujeres, de qué es una Ìyàmi Aje*.
* Ìyàmi es un término yorubá que significa “mi madre”. Ìyàmì Aje es una expresión respetuosa para referirse a una mujer africana que tiene poderes espirituales.
C&AL: Algunas personas critican la manera en que la cultura afrobrasilera se mercantilizó y, en vez de ser política, se convirtió en algo agradable y acogedor para los turistas.
NT: Ese es exactamente el lugar del que quería arrancar los objetos, de ese lugar turístico y seductor en el sentido de encantamiento. Quería contar que detrás de todo ese encantamiento, de toda esa belleza, existe una historia muy fuerte de mujeres que se reunieron para comprar su libertad o la de otra persona de su famiilia, que existían luchas contra el sistema opresor de patriarcado y de esclavitud.
Nadia Taquary, Ona Irin. Foto: Nadia Taquary
En la sociedad eurocéntrica y patriarcal se obstruyó la comprensión de ese poder femenino que existe en nuestra cultura afrodescendiente.
C&AL: Las artes visuales son una forma distinta de hablar sobre esa historia, diferente de las tesis de doctorado y de los libros académicos. ¿Piensas que el arte puede contar esas historias de una forma que otros medios no consiguen?
NT: Creo que está todo conectado y es importante. Mi lenguaje es el arte y pienso que el arte va a producir determinado tipo de cuestionamiento: ¿qué es exactamente eso?, ¿de qué se está hablando? Tal vez la obra de arte provoque con mayor rapidez esa captura de la mirada y del pensamiento. Tal vez sea un acceso más rápido, porque la obra de arte va a producir alguna cosa, va a encantar totalmente por su belleza o va a incomodar. La obra va a plantear emociones y esas emociones van a generar preguntas y reclamar comprensión.
C&AL: Has trabajado con investigadores como Roberto Conduru, profesor de Historia del Arte en la Southern Methodist University. ¿Que importancia tiene para ti esa colaboración?
NT: Creo que el curador es fundamental en la vida del artista. Tiene la mirada que el artista, sumergido en su mundo, no tiene, y plantea una serie de informaciones y una guía que va dando forma a la trayectoria del artista. Muchas cosas de mi trayectoria las entiendo gracias a curadores que señalaron caminos, como Ayrson Heráclito, Roberto Conduru y Marcelo Campos, en Defeito de cor (Defecto del corazón) (2022-2023), en el Museo de Arte de Río. Cada uno aporta el paso siguiente, no el paso siguiente de la creación sino el camino que tomará la obra. Por ejemplo, en Defeito de cor, hay una obra mía, hecha para Ìyàmi Aje, y allí vi la obra bajo otra luz, pues pasó a formar parte de una narrativa diferente y se relacionó con otras obras. Me di cuenta de que a partir del momento en que la obra sale de mí, tiene vida propia y va a contar su propia historia. No es cosa mía contar la historia y eso me parece muy interesante. Aprendo mucho de esos diálogos, es algo que me hace crecer y madurar.
Un defecto de color, vista de la instalación en el Museo de Arte do Rio, 2022-23. Foto: Lynne Lee
C&AL: ¿Te asusta un poco que la obra pueda tener vida propia?
NT: (Risas) No, yo espero que mis obras tengan esa vida que yo no planeé. Cuando las obras me abandonan, aparece ese espacio vacío a partir del cual puedo crear algo nuevo. Entonces, no lo veo como algo que me asuste, sino como algo que me alimenta. Me alimenta para crear, pensar y desear otra vez.
C&AL: Has expuesto tus trabajos fuera de Brasil, en París, en la galería Agnès Monplaisir, en 2015, y en los Estados Unidos. ¿Has notado alguna diferencia en la recepción de tus obras dentro y fuera de Brasil?
NT: Sí. Aquí, en Brasil, pude dialogar más con la naturaleza política de mi obra; allá, la obra tuvo en cierto modo un debilitamiento de esa naturaleza política. En los Estados Unidos, participé del Axé Bahia, del Fowler Museum (2017-2018), e hice una residencia artística en el Fifty-Five Project, en Miami. Gracias a esa residencia, el Met Museum y el Perez Museum adquirieron parte de mi instalación Oríkì. Los debates en los Estados Unidos fueron tan ricos como los que ocurren en Brasil, debido, en parte, a la valorización de las culturas afro-americanas.
C&AL: A lo largo de tu carrera, ¿has visto muchos cambios en el mundo del arte en Brasil?
NT: Sí. A pesar de que hay artistas afrobrasileros importantes que me antecedieron, apenas comencé, vi que siempre estaba rodeada de varones. Siempre era la única mujer en tal exposición o en tal libro. También pasaba que había pocas mujeres que hablaran de lo sagrado en su arte. Hoy veo más mujeres en el arte afrobrasilero y una diversidad cada vez más creciente. También hay muchos artistas jóvenes que son bien recibidos y tienen espacios para exponer. Un gran ejemplo es Historias afroatlánticas (2018), en el Museo de Arte de San Pablo. Y cada vez más espacios están promoviendo un arte que habla sobre nuestra identidad y sobre el negro en Brasil. Y si el arte afrobrasilero no habla, ¿cómo vamos a hablar? Esta conversación tuvo lugar el 5 de mayo de 2023. Nádia Taquary es una de las artistas que participan de la 24a Bienal de Sydney, Australia, del 9 de marzo al 10 de junio de 2024
Nádia Taquary (Salvador, Bahía) aborda en sus obras culturas religiosas afrobrasileras e historias olvidadas de liderazgo de mujeres negras. Inauguró su primera exposición individual en el Museo de Arte de Río (MAR), Ònà Irin: Caminho de Ferro, el 28 de octubre de 2023.
Lynne Lee es doctoranda en Historia del Arte de la Rice University, especializada en arte afrobrasilero moderno y contemporáneo. Su tesis de doctorado examina la influencia de los discursos médicos sobre raza y eugenesia en los primeros estudios sobre arte negro de Brasil.
Traducción: Nicolás Gelormini