Charla con

Regina José Galindo: “No soy una mujer vulnerable”

“El arte es arte y la política es política” dice la artista guatemalteca. Y sin embargo, en sus obras el impacto estético es muy a menudo un golpe de provocación política. Hablamos con esta excepcional artista.

C& América Latina: En tus performances a menudo te acercas al límite de lo que un cuerpo puede soportar. En 2005, te grabaste en el muslo con un cuchillo la palabra “perra”. En Autofobia (2013) disparaste con una pistola de 9 mm contra tu propia sombra. Son trabajos que, más allá del trasfondo político, permiten una interpretación en términos de autoagresión.

Regina José Galindo: para que quede claro desde un principio, no soy una masoquista. En la vida privada yo, Regina José Galindo, no recurro a esas experiencias corporales extremas como las que vivo, por ejemplo, en el performance Confesión. Ahí someto mi cuerpo al método de tortura llamado submarino. Sin embargo, yo no soy la víctima sino la autora intelectual que ha investigado y concebido esa acción artística hasta el mínimo detalle. Este punto es muy importante para mí. Autofobia no es una obra suicida. No. En español existe la expresión “tener miedo hasta de la propia sombra”. Esa es la metáfora que me interesa. Como mujer, en Guatemala, una está expuesta de modo permanente al peligro de ataques como la violación y otras humillaciones. Quiero encontrar una imagen que dé cuenta del trato cotidiano de ese miedo.

Autofobia habla justamente de ese miedo, que también juega un papel fundamental en Perra. En 2005 hubo en Guatemala una serie de asesinatos de mujeres. Los asesinos grababan en los cadáveres “Muerte a las perras”. Aquí puede haber un componente autorreferencial, porque pensé: “Yo misma ya me infligí ese dolor, ahora ustedes no pueden infligírmelo”. Además, para mí era importante a través de mi arte poner sobre el tapete esa serie de asesinatos, fomentar una conversación. Perra fue una experiencia importante que influyó mucho en mi creación artística y la transformó.

C&AL: ¿Cómo fue la experiencia de hacer Perra? ¿Qué aprendiste de ella?

RJG: Hice el performance en Italia. Durante el performance fui teniendo la impresión de que yo despertaba en los espectadores compasión pero no empatía. Me miraban como “la otra”, “la extraña”, la pobre mujer de Guatemala que debe vivir en esas condiciones desastrosas. Sin embargo, en Italia, como en muchos otros países del mundo, hay una gran cantidad de actos violentos contra la mujer. Para mí, la mirada compasiva desde afuera, unida al convencimiento de no tener nada que ver con todo aquello, es una posición pasiva y en última instancia ineficaz. Hay que activar a los espectadores, hay que hacer que se sientan involucrados, que se enfrenten a algo que conocen y que a menudo callan.

Abrir los ojos y mirar –con la fortaleza de reflejarse en el otro–, eso para mí es empatía, ese es el origen del cambio y el movimiento, eso significa también conexión en vez de separación. Para evitar esa postura pasiva, decidí que cuando trabajo en el extranjero hago referencia a cosas del lugar.

C&AL: Como por ejemplo en el performance El objetivo (2017) en la documenta 14, donde trabajaste con un rifle de asalto G36 de la fábrica alemana de armas Heckler und Koch.

RJG: Exacto. En ese performance, los visitantes de la documenta 14 de Kassel –ciudad que es un importante centro de la industria de armas– podían apuntarme a mí y a mi cuerpo guatemalteco con un rifle de asalto fabricado en Alemania. El visitante se vuelve victimario potencial y a la vez la auténtica víctima. Para ese trabajo estudié mucho el desplazamiento de las armas y su tráfico ilegal. El punto es que Alemania es uno de los grandes exportadores de armas del mundo, fabrica armas que no se usan en el propio país. Las armas se utilizan en el Tercer Mundo con una violencia imposible de controlar, no sólo en Guatemala sino también en otros países de Latinoamérica. En 2014 se mató en México a cuarenta y tres estudiantes que protestaban contra el gobierno mexicano y se los mató con esas mismas armas de Heckler und Koch.

En Alemania hay una ley que impide exportar armas a zonas de conflicto. Entre 2006 y 2010 se exportaron miles de armas a México, un país que se encuentra en una grave guerra de drogas y en el que ya perdieron la vida doscientas mil personas. Más de la mitad de las armas exportadas a México han desaparecido… y han terminado en el mercado ilegal. ¿Por qué Alemania exporta esas armas a Latinoamérica? ¿Qué caminos recorren esas armas después de abandonar el suelo alemán? Son preguntas que hay que plantear, tanto a la industria armamentista como a los políticos que son responsables de los tratos con los exportadores de armas. Porque. claro, el objetivo de la industria de las armas es el dinero.

C&AL: El año pasado, con diferentes performances abordaste la situación política actual en los Estados Unidos.

RJG: En los Estados Unidos hice los performances La sangre del cerdo y Make America Great Again, que se ocupan de la situación alarmante e incierta en que se encuentran muchos ciudadanos de ese país. En La sangre del cerdo estoy en una habitación pequeña y sobre mí hay un cubo con sangre de cerdo. Estoy de pie y espero a que alguien tire de la cuerda. El cuarto es tan pequeño que todos los espectadores del hecho también se manchan con sangre, incluso los que no han tirado de la cuerda. Cuando quieren quitarse la sangre de las manos, no tienen más remedio que tomar una postura activa.

 

Judith Waldmann es historiadora del arte, curadora y autora. Ha trabajado con la Kasseler Kunstverein y escrito para revistas como Monopol.

Traducido del inglés por Nicolás Gelormini

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