Entre los años 2006 y 2011 realicé el proyecto Antropología de la mula, que quería documentar la presencia de caballos cartoneros en la ciudad argentina de Córdoba tras la crisis económica del 2002. Mi investigación me condujo a la historia de la ciudad como productora de ganado mular en tiempos de la Colonia. Desde el siglo XVI, hasta bien entrado el XVIII, la economía de la región dependía de la crianza de mulas que luego eran transportadas hacia el Cerro Rico de Potosí, actualmente en los Andes bolivianos, para la explotación de metales preciosos con destino a Europa.
En el año 2006, medios de comunicación locales revelaron un escándalo relacionado con la línea aérea argentina Southern Winds: esta llevaba años traficando cocaína desde Bolivia a España, pasando por Córdoba. En aquel momento, comprendí que las antiguas rutas coloniales se superponían a los actuales caminos del narcotráfico. Esto me llevó a investigar lo que sucedía en las cárceles de la región, y a descubrir con asombro que el 70% de la población carcelaria femenina cumplía condena por delitos vinculados al narcotráfico; es decir, más de la mitad de las mujeres encarceladas eran traficantes informales o, como se las suele llamar en Latinoamérica, “mulas”.
Pero volvamos a la época de la Colonia. La cría de mulas y su traslado hasta Potosí era una actividad realizada en gran parte por mano de obra esclava negra. Este hecho va en contravía de un relato tradicional que sostiene que el trabajo forzado era realizado por indígenas. Esta distorsión me sorprendió aún más al descubrir, en estadísticas de mediados del siglo XVII, que los afrodescendientes suponían un 60% de la población total de Córdoba. Una ciudad cuya población negra es actualmente casi inexistente. A partir de ese momento, no pude dejar de investigar sobre el tema. El proyecto inicial, sobre caballos cartoneros, me había conducido en una dirección muy particular.