Oriunda de Washington D.C., Samera Paz crea obras 2D y performances que abordan sus experiencias sociales y políticas como mujer negra en los Estados Unidos. Aquí habla sobre los riesgos de documentar su propia comunidad, sobre el arte de la performance como invasión de su privacidad, y sobre el impulso femenino y la rebelión que corren por su sangre.
Foto: Cortesía de la artista
Samera Paz es una artista de origen colomboestadounidense de Washington D.C. Su obra oscila entre el trabajo visual 2D y el arte de la performance. Está interesada en documentar temas vinculados a su identidad cultural, su recorrido de sanación mental. Su obra habla de experiencias sociales y políticas como mujer negra en América. C& América Latina habló con Samera sobre arte, archivo y justicia social.
C&AL: ¿Puede explicarnos su proceso de trabajo y cómo los dos medios que usa la ayudan a transmitir sus ideas?
Samera Paz: La creación de imágenes puede ser una invasión de la privacidad del otro. La performance es una invasión de mi privacidad. Antes mi trabajo fotográfico implicaba tomar fotos de amigos, familiares y extraños. Algunas veces, en momentos muy íntimos. Algunas veces con permiso, otras sin permiso. Estaba en un espacio en el que ser fotógrafa y documentar a la gente y los eventos podía ser inofensivo respecto a mi comunidad de activistas, gente negra y a mis compañeros. A lo largo de los años, adquirí una nueva perspectiva del uso de la fotografía, y ahora ahora me inclino a crear nuevos trabajos que orientan la cámara hacia mí misma. El arte de la performance es diferente en el sentido de que tengo un control completo y la obra es mi cuerpo físico y mi existencia. La performance me da el espacio para practicar la vulnerabilidad abiertamente ante el público y conectarme con los otros de forma única. Todas mis ideas provienen del inagotable impulso femenino y la rebelión femenina que corren por mi sangre.
C&AL: Su obra está atravesada por la idea de justicia social. ¿Qué opina sobre el poder del arte para apoyar la protesta social e impulsar transformaciones?
SP: El arte es un puente y una herramienta en el movimiento por la justicia social. Crecí como niña negra en una comunidad de clase baja, hija de una madre soltera inmigrante que obtuvo la ciudadanía. Así tenía experiencias y opiniones que yo decidí compartir y no tenía miedo de mostrar a través de mi arte. Quien crezca en un lugar como Washington D.C., verá a su alrededor injusticia. Usé el arte para atravesar los problemas que otras personas de mi comunidad y yo experimentamos y de los que fuimos testigos. Tal vez fui más valiente en mis años tempranos pero cuando pienso sobre la razón porque me apasionan el activismo y el arte, pienso en primer lugar sobre cómo me hicieron sentir de joven. Me hicieron sentir capaz. La creación artística amplificó mi voz de activista. Me dio un propósito y reforzó mi creencia de que alguien como yo podría hacer transformaciones en su comunidad y el mundo.
C&AL: Uno de sus proyectos fotográficos se inspira en el archivo familiar, particularmente en fotos suyas de niña. ¿Podría hablarnos más sobre este trabajo?
SP: La sensación de nostalgia permanente es una de las características que comparto con los millennials. Comencé una serie fotográfica donde recreaba imágenes extraídas de mis propios álbumes de infancia. Quería capturar el tiempo que había pasado entre mi yo infantil y la mujer que soy ahora. El escenario de esas imágenes era mi barrio natal de Washington D.C. y el acto de volver a los mismos lugares veinte años después fue surrealista y me movilizó emocionalmente durante todo el proceso. Pienso que la historia puede decir mucho sobre el futuro y cuanto más reflexiono sobre el proyecto, me doy cuenta de que sentía que necesitaba volver para orientar y aliviar a mi yo infantil.
Daycare Blues in Adams Morgan (Blues de la guardería en Adams Morgan) (1998 & 2021). Cortesía de la artista.
La sensación de nostalgia permanente es una de las características que comparto con los millennials.
C&AL: Usted mencionó que la performance la da el espacio para practicar de modo abierto la vulnerabilidad y conectarse con el público. ¿Puede hablarnos más sobre la performance específica que fue tan transformadora?
SP: La performance de la que estoy más orgullosa fue una en la que yo estaba en una galería llena de globos. Tuvo lugar en Chela Mitchell Gallery en Washington D.C. en agosto de 2021. Fue parte de una muestra colectiva titulada I Envy the Wind. A los visitantes se les daba la instrucción de levantar los globos mientras yo caminaba por el espacio e iba reventando cada globo. La performance abordaba un miedo infantil mío, que resultó ser el sonido que hacen los globos al explotar. Los ruidos fuertes me afectaban de niña y me siguieron hasta la adultez. La razón por la que estoy orgullosa de esa performance es que fue una experiencia muy íntima y de vulnerabilidad para mí misma y para quienes participaron. No ocurre todos los días que una enfrente los miedos delante del público. Me sentí apoyada y creativa, y la performance es para mí uno de esos momentos imprescindibles.
C&AL: ¿Está trabajando en nuevos proyectos?
SP: 2023 es un gran año para mí. Es mi último año de la Hamiltonian Fellowship y tengo planeadas dos muestras importantes. En pocos meses, participaré de una muestra colectiva en el Kreeger Museum de Washington D.C. ¡Será la primera vez que exponga mi obra en un museo! A finales de año, tendré una muestra individual en la galería Hamiltonian. Habrá obras nuevas y todo lo que he venido trabajando en estos dos años. Tengo grandes ideas y es hora de comenzar a darles vida. Este año se trata no sólo de volver a la creación artística sino también de creer en mí misma y hacerme avanzar como persona y volverme la artista que sé que quiero ser.
Raquel Villar-Pérez es académica, curadora de arte y escritora. Se interesa por los discursos poscoloniales y decoloniales en el arte contemperoráneo y en la literatura del Sur Global sociopolítico. Su investigación se centra en el trabajo de mujeres artistas que abordan nociones de feminismos transnacionales, de justicia social y ambiental, y en las fórmulas experimentales para presentar esas nociones en un contexto de arte contemporáneo.
Traducción: Nicolás Gelormini