C&AL: ¿Cuándo decidió recordar aquello que olvidó? ¿Y de qué modo esa experiencia está elaborada en su muestra “O trauma é brasileiro”?
Castiel Vitorino: Fue cuando deseé un olvido completo de mí misma. El Occidente llama a esa experiencia pensamiento suicida, y de hecho lo fue. Un pensamiento y una sensación intensa de querer el fin de mi existencia. Cuando falleció mi abuelo Benedito, en diciembre de 2018, volví a comer pescado y jaca, que a él le encantaban y a mí me costaba comer. Ahora mi abuelo vive en este plano terreno bajo la forma de deseos, y también vive en mi añoranza y en mi sobrenombre Brasileiro. Mi bisabuelo paterno recibió del dueño de la hacienda donde vivía el nombre de Brasileiro. En sus movimientos de huida, construyó para sí otro nombre: Augusto. Augusto Brasileiro, el nombre de mi padre, su nieto. Y decidí recordar eso hoy, para mañana poder despertar y seguir orientando mi vitalidad hacia la cura de esos traumas que son los Brasileiros y los Vitorinos. En este proyecto, ya he recolectado imágenes analógicas del acervo de mi familia y también agrego mis experiencias a esos álbumes. La experiencia se reelabora así y también de otros modos. Recordar con la mirada y con el gesto lo que puedo olvidar: la complejidad de mi existencia, de mi vida.