En uno de los testimonios, la trancista Gabriela Azevedo señala: “[Ser madre negra en Brasil hoy] es levantarse todos los días con el miedo de tal vez, al despertar, no tener más a nuestros hijos, porque la sociedad es muy cruel con nuestros niños negros. El genocidio está ahí, llamando a nuestra puerta. Y es saber que somos estadísticas. Ser madre negra en Brasil es muy difícil.”
También participan de la video instalación la cantante, bailarina, docente y activista feminista Glauce Pimenta Rosa y la profesora de danza, investigadora y militante del movimiento negro Jessica Castro. “Lo que le diría a a una muchacha negra hoy es: ¡No te calles nunca! ¡Habla! ¡Grita! Grita y que tu grito sea un arma, que tu discurso sea un arma, pero un arma en el sentido de poesía, música, danza», dice Glauce Pimenta. A su vez, Castro dice: «Ser madre negra es ser una madre de la resistencia […]. Soy mujer negra, madre negra. Mi hijo es un hijo negro y él también tiene consciencia y juntos somos la relación de esa continuidad, de conocer nuestra historia y continuarla. Y más: comprender y amar lo que somos, lo que los nuestros fueron, lo que somos hoy y lo que seremos mañana.»
Resistencia y lucha
En la inauguración de la muestra de Río de Janeiro y de São Paulo, Castro y Rosa presentaron una performance con cantos de umbanda y Jongo, manifestación afrobrasileña de origen banto. Rosa recitó el poema Vozes-Mulheres, de la escritora Conceição Evaristo, y trajo una muñeca Abayomi, que significa “mi presente” en idioma yorubá. Creada en los años ochenta en Río de Janeiro por la artesana y activista del movimiento negro Waldilena Serra Martins (conocida como Lena Martis), la pieza hecha de retazos se volvió un símbolo de la cultura afrobrasileña. «Esta muñeca representa la resistencia y la lucha de las mujeres negras», dice Roa en conversación con C&AL.