Uno de los curadores de la Bienal del Mercosur, aplazada a causa de la pandemia actual, reconstruye la historia de la muestra y habla de cómo las nociones de arte e identidad latinoamericana fueron negociadas en cada una de sus ediciones anteriores.
Colectivo Arpillera (Chile). Universidad para todos 1973 – 1990. Tejido y bordado. 37 x 45 x 1,5 cm. Colección LIisa Flora Voionmaa. Museo de la memoria y de los derechos humanos. Foto: Bienal de Mercosur.
Performance Priscila Rezende. Foto: Guto Muniz
El curador educativo de la 12ª Bienal del Mercosur, Igor Simões, comenta las especificidades de esta edición de la muestra, que sucede en Porto Alegre desde 1997. Originalmente prevista para ser inaugurada en abril de 2020, la bienal fue concebida a partir de un recorte más sensible a temas de género y raza, titulándose: Femenino(s): visualidades, acciones y afectos. Con la suspensión de la apertura física de la bienal, debido a la propagación del COVID-19, se optó por la publicación de una serie de testimonios de artistas, equipos y curadores, en una plataforma digital. En una entrevista, Simões recuerda la importancia de la bienal en la formación de públicos y profesionales, así como la relevancia del intercambio con otros países sudamericanos, en el contexto del arte contemporáneo.
C&AL: ¿Cuál es la importancia de la Bienal del Mercosur en las nuevas maneras de dimensionar la escena artística contemporánea brasileña, fuera del eje Río – São Paulo? ¿Y cómo promueve la escena cultural en la región sur de Brasil?
Igor Simões: La Bienal del Mercosur ha tenido siempre una atención y una mirada especial a la educación, que se intensificó a partir de la 6ª edición (2006). Aunque la preocupación varía con cada edición, la educación siempre fue un sello distintivo de la Bienal de Mercosur, que ha terminado por producir una serie de efectos locales. Hoy en día, en los cursos de posgrado de las universidades, hay un gran número de herederos de la bienal. Esto se debe a que, aquí en Rio Grande do Sul, la bienal asumió un carácter de formación: desde cosas simples, por ejemplo, produjo mano de obra capaz de montar una exposición en formato de Bienal o formó a personas para que pensaran en la mediación cultural. Esto afectó directamente las instituciones locales.
Es un evento cultural que siempre debe pensarse en términos sistémicos y geopolíticos. La bienal surgió en un momento de euforia con respecto a un funcionamiento económico por bloques. Nació como parte de una estrategia más amplia de crear ciudades que fueran capitales culturales. Porto Alegre, en este sentido, fue elegida una especie de capital cultural del Mercosur. Algunas zonas de la ciudad recibieron a instituciones como la Fundación Iberê Camargo, por ejemplo, que se estableció en una zona distante del centro de la ciudad. Esto produjo un nuevo tipo de gestión de ese espacio que tiene que dialogar con temas sociales muy duros, como la gentrificación y la segregación socio-espacial.
C&AL: ¿Qué pasa con el interés por el arte latinoamericano? ¿Cómo ocurre esto en el origen de la bienal y qué efectos tiene en la producción artística?
IS: La primera edición de la Bienal del Mercosur (1997) fue curada por el historiador, crítico y curador Frederico Morais. En el texto de apertura del catálogo, él discurría sobre lo que significaba escribir sobre la historia del arte latinoamericano. Cuando miras la primera bienal, te das cuenta de que hubo todo un intento de pensar en la historia del arte en América Latina. Es interesante observar cómo las nociones de «arte» y «latinoamericano» han sido negociadas en cada una de las ediciones posteriores.
Este debate, que parte del Sur de Brasil, es importante, porque también ha producido un tipo de pensamiento muy característico en las universidades. Yo diría que aquí estamos más atentos a las cuestiones latinoamericanas en comparación con lo que veo en otras regiones del país. La bienal acentúa este interés por el continente. Su surgimiento tiene este peso, revela la manera en que, en el Sur, se discute el arte contemporáneo. Es interesante, por ejemplo, ver esto en los repertorios que circulan entre artistas locales: reflejan una mirada a la pampa y a la relación con América Latina.
C&AL: ¿Podría hablar específicamente de esta edición de la Bienal del Mercosur, cuya apertura no fue posible por la pandemia del Covid-19?
IS: Entre los focos de esta nueva edición, se destaca un mayor énfasis en el valor de la educación como agente importante de transformación social. Esto ocurrió en un momento de quiebra de algunas instituciones, de cierre de algunos sectores educativos que tenían históricamente una actuación muy importante en Porto Alegre. La bienal busca, en cierto modo, rearticular una red asociada con las instituciones educativas, pero también con el público. Para esta edición, pensar a partir del Sur fue decisivo. Debido a la inesperada pandemia del Covid-19, algunos de los artistas pasaron a ocupar el sitio web de la bienal.
C&AL: ¿Podría comentar también sobre los nombres seleccionados para esta bienal?
IS: La mayoría de los artistas seleccionados son mujeres latinoamericanas. Entre ellas, hay una presencia muy expresiva de mujeres brasileñas y, particularmente, de mujeres negras. Cabe destacar la presencia de Rosana Paulino, una de las homenajeadas y de la chilena Cecilia Vicuña. Son artistas con largas trayectorias, no siempre debidamente reconocidas en términos de la visibilidad de sus obras. Pero también hay artistas jóvenes como Priscila Rezende y Renata Felinto. Entre los hombres, está Helô Sanvoy, por ejemplo. También hay artistas indígenas que, de diferentes maneras, negocian con este tema en su producción. Creo que es importante resaltar también la presencia no binaria entre los nombres seleccionados. Hay artistas cis mujeres y hombres, artistas gays, artistas trans, pero también, artistas que no negocian con categorías sexuales. Entre los nombres importantes, se encuentran Jota Mombaça y Elle De Bernardini, dos artistas con obras distintas, pero que ayudan a pensar el lugar del arte trans, en el arte brasileño contemporáneo. Otro punto es la discusión sobre la resignificación de prácticas que, durante mucho tiempo, se han asociado a actividades femeninas. En este sentido, las nociones de trama, hilo o tela aparecen en obras como el Tejido Social de Rosana Paulino, el Quipus de la chilena Cecilia Vicuña, o en las obras del dúo argentino Chiachio & Giannone.
Otro ejemplo interesante es el colectivo Mujeres Arpilleras. Es un grupo que desde el bordado hace quejas sobre regímenes dictatoriales, como el chileno, y sobre otros temas relacionados con la violencia de Estado. Este trabajo es delicado y al mismo tiempo fuerte. Además de los latinoamericanos, también hay artistas africanos y artistas con una fuerte presencia en el continente europeo. Finalmente, es importante destacar que esta bienal se centra principalmente en la producción de mujeres latinoamericanas, sin tratar de reducirlas a una única noción totalizadora. Por el contrario, estas mujeres están cruzadas por diferentes cuestiones de género, raza, territorio y clase.
Igor Simões es Doctor en Artes Visuales, especializado en Historia, Teoría y Crítica del Arte. Es profesor asistente de la Universidad Estatal de Rio Grande do Sul y uno de los curadores de la 12ª edición de la Bienal del Mercosur, que tiene lugar en Puerto Alegre.
Alexandre Araujo Bishop es antropólogo, crítico, curador independiente y educador.
Traducción del portugués de Catalina Arango Correa