Conversación con Lucia Hierro

El costo de las cosas

“No quería hacer nada que pudiera verse como típico de ‘cosas que hacen los dominicanos’. No quería algo tan obvio”. Lucia Hierro, artista de origen dominicano y nacida en Nueva York, explora el cuerpo como una colección de significantes que abarca el lenguaje, el gusto y la cultura. Tahir Carl Karmali habló con ella para Contemporary And América Latina (C&AL) sobre su recorrido artístico personal, la relevancia del origen familiar dominicano y su particular visión del comercio.

TCK: ¿Qué te lleva a crear a partir de tópicos vinculados a la economía y el comercio?

LH: Pienso que es por la comprensión que uno adquiere cuando crece en un hogar donde se economiza, se ahorra, se raciona. Así se aprende el costo de las cosas. Y que todo, desde el esparcimiento a los zapatos nuevos, la escuela, los libros, todo cuesta algo. Todos los días me lo decían y yo lo sabía. Creo que la conexión con la obra esa esa, y también por haber estudiado mucha historia del arte holandés en los primeros años de universidad. En esas clases me di cuenta de que allí había algunas frutas extrañas y ciertos hábitos que no encajaban del todo y entonces empecé a preguntar y sí, esas cosas provenían de la conquistas coloniales holandesas. No aprendí sobre los artistas dominicanos, no aprendí sobre los demás artistas caribeños, pero ellos están allí. Están en esos cuadros. Están en la mirada de un otro .

Esto se me grabó en el cerebro y cuando logré hacer naturalezas muertas, comencé a extraer cosas cotidianas pero pasadas por alto. No quería hacer nada que pudiera verse como típico de una lista de “cosas que hacen los dominicanos». No quería algo tan obvio, sino algo un poco más personal. Un poco más escondido, desconcertante. Pienso que esas cosas me interpelan de una manera en que al final algo tal vez se preserva.

TCK: ¿Es importante para ti crear obra vinculada con su comunidad y que pueda dar cuenta de tu experiencia?

LH: Por supuesto, creo que para mí es importante esa cosa algo vulgar de querer ser como esos artistas que me gustaba ver cuando era más chica. Eso que se preguntan siempre los museos: ¿cómo podemos atraer un público diferente? Bueno, ¡mostrando artistas que puedan conectarse con ese público!

Es importante porque entonces delante de la obra tendrás dos espectadores que entrarán en ella de modo diferente y con suerte establecerán un diálogo. Hubo un momento en que la gente se reunió. Alguien ve el cuadro que tengo en mis bolsos y se dan cuenta. Y después el joven dominicano se queda con cara de «¿de qué me estás hablando?». Esos son todos los ingredientes de las habichuelas con dulce. Y los dos se quedan como diciendo: «Espera, ¿qué?» Y es fascinante oír ese diálogo.

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