“No quería hacer nada que pudiera verse como típico de ‘cosas que hacen los dominicanos’. No quería algo tan obvio”. Lucia Hierro, artista de origen dominicano y nacida en Nueva York, explora el cuerpo como una colección de significantes que abarca el lenguaje, el gusto y la cultura. Tahir Carl Karmali habló con ella para Contemporary And América Latina (C&AL) sobre su recorrido artístico personal, la relevancia del origen familiar dominicano y su particular visión del comercio.
Lucia Hierro, For Tia – Morir soñando. Cortesía de la artista.
Lucia Hierro, Mandao 1. Cortesía de la artista.
Lucia Hierro, Andrea's Couch. Cortesía de la artista.
Tahir Carl Karmali: ¿Podrías contarnos cómo te convertiste en artista? ¿De dónde vino la motivación?
Lucia Hierro: Recuerdo que mi interés por el arte surgió a través de mi hermano Chris, que estaba estudiando en Laguardia High School de New York y fue allí por el arte. Solíamos leer muchos cómics juntos y me encantaba verlo dibujar. Realmente tiene talento para dibujar la anatomía y le pedí que me enseñara. Fue así como se despertó mi curiosidad.
Después él se aventuró a la música y yo seguí con el arte, pero me mudé a República Dominicana y y como allí no había muchos programas artísticos, lo dejé para después. Pero esa es la única cosa que hice para no sentirme fuera de lugar mientras estuve allí, diría yo.
TCK: ¿Cuándo comenzaste a pensar en seguir más formalmente una carrera artística?
LH: Cuando volví de República Dominicana a Nueva York, en mí último año de escuela secundaria, el profesor de arte me animó a postularme al programa Cooper Union Saturday . Y ahí me enseñaron todo. Estaba armado de modo que los estudiantes que no iban a una secundaria especializada en arte pudieran aprender sobre los materiales y así no tuvieran un shock cuando entraran a una escuela artística.
Gracias al programa Cooper me dije: «Oh, de hecho puedo hacerlo». Visitamos diferentes estudios artísticos y uno fue el de Miguel Luciano, un artista puertorriqueño. Él era joven y su obra asombrosa, era montaje, escultura y pintura, y su vida era eso. Tenía un estudio estupendo y yo pensé, guau, puedes hacer esto. Así que en ese momento me di cuenta de qué quería hacer pero no sabía cómo, pero sí sospechaba que postularme en la universidad podía ser el camino.
TCK: ¿Qué opinas respecto a que tu obra sea enmarcada en su identidad de mujer estadounidense de origen dominicano, nacida en Washington Heights y ahora residente del Bronx?
LH: Tiendo a verlo como cualquiera que esté interesado en narrativas. La gente quiere conocer la historia de la obra, lo que está detrás de ella. Lo tomo así, pensando que todo el mundo quiere saber qué hay detrás de la cosa. Como Picasso, cuyo origen español, en cierto modo, se romantizó. Y de alguna manera su obra tiene sentido justamente por eso. Lo veo así y siento que es parte inevitable del trabajo. Siento que es parte de lo que soy y del modo en que me muevo por el mundo.
TCK: ¿Qué te lleva a crear a partir de tópicos vinculados a la economía y el comercio?
LH: Pienso que es por la comprensión que uno adquiere cuando crece en un hogar donde se economiza, se ahorra, se raciona. Así se aprende el costo de las cosas. Y que todo, desde el esparcimiento a los zapatos nuevos, la escuela, los libros, todo cuesta algo. Todos los días me lo decían y yo lo sabía. Creo que la conexión con la obra esa esa, y también por haber estudiado mucha historia del arte holandés en los primeros años de universidad. En esas clases me di cuenta de que allí había algunas frutas extrañas y ciertos hábitos que no encajaban del todo y entonces empecé a preguntar y sí, esas cosas provenían de la conquistas coloniales holandesas. No aprendí sobre los artistas dominicanos, no aprendí sobre los demás artistas caribeños, pero ellos están allí. Están en esos cuadros. Están en la mirada de un otro .
Esto se me grabó en el cerebro y cuando logré hacer naturalezas muertas, comencé a extraer cosas cotidianas pero pasadas por alto. No quería hacer nada que pudiera verse como típico de una lista de “cosas que hacen los dominicanos». No quería algo tan obvio, sino algo un poco más personal. Un poco más escondido, desconcertante. Pienso que esas cosas me interpelan de una manera en que al final algo tal vez se preserva.
TCK: ¿Es importante para ti crear obra vinculada con su comunidad y que pueda dar cuenta de tu experiencia?
LH: Por supuesto, creo que para mí es importante esa cosa algo vulgar de querer ser como esos artistas que me gustaba ver cuando era más chica. Eso que se preguntan siempre los museos: ¿cómo podemos atraer un público diferente? Bueno, ¡mostrando artistas que puedan conectarse con ese público!
Es importante porque entonces delante de la obra tendrás dos espectadores que entrarán en ella de modo diferente y con suerte establecerán un diálogo. Hubo un momento en que la gente se reunió. Alguien ve el cuadro que tengo en mis bolsos y se dan cuenta. Y después el joven dominicano se queda con cara de «¿de qué me estás hablando?». Esos son todos los ingredientes de las habichuelas con dulce. Y los dos se quedan como diciendo: «Espera, ¿qué?» Y es fascinante oír ese diálogo.
TCK: ¿Me podrías contar la historia del sofá que aparece en el tapizado del colchón?
LH: Me mudé con una amiga de la familia que es más grande, y aparentemente, cuando era chica, yo iba siempre a esa casa pero no tengo ningún recuerdo. Mi tía siempre estaba ahí, mis primos siempre estaban ahí, y esto se ve en muchos álbumes de fotos. Mi tía falleció recientemente y yo vivo en ese apartamento y alquilo esa habitación. Entonces estoy explorando todo el lugar y tomando fotos de todo y ahí está el sillón semitapizado.
Yo pienso que llegó al punto en que el plástico ya no servía para nada. Pero el sofá pertenece a una persona muy especial. Alguien vino ayer dijo y que son las tías y las abuelas las que siempre tienen ese tipo de sillón. Ese tipo de sillón, con ese tipo de madera, porque son comunes en República Dominicana. Muchos de esos sofás se hacen en la República Dominicana, se traen aquí y se venden en Washington Heights.
Me gusta la idea de que colchón siempre hace referencia a los espacios domésticos. Tengo una relación muy interesante con esa palabra porque siempre estuve de un lado para otro. Nos mudábamos adonde mi padre pudiera pagar un estudio. Así que no me encariñaba con las cosas. Y es interesante que mi tía tuviera este sofá por tanto tiempo.
Y pensando en la conservación: muchos de esos sofás están perfectamente conservados. Me gusta la idea de conservar algo que uno sabe que es temporal.
TCK: ¿Qué viene en el futuro para Lucia?
LH: Creo que ya me he resignado a ser una especie de escultora o creadora de objetos y cosas.
TCK: Una artista o algo por el estilo.
LH: Sí. Había una verdadera tensión respecto a eso, sentía que algo se venía de modo inminente, tal vez pintar. Me gustaría pintar más. Ahora estoy tratando de hacer muestras y ver cómo esto le da impulso al trabajo.
Lucia Hierro es una artista conceptual estadounidense de origen dominicano nacida y criada en Nueva York. En la actualidad, trabaja en el Bronx. Se licenció en la SUNY Purchase (2010) y es magíster de la Yale School of Art (2013). Participó en muestras de Tiger Strikes Asteroid, Bronx Museum of the Arts, Sugar Hill Children’s Museum of Art and Storytelling, Paris Photo, y recientemetne tuvo su primera exposición individual en Nueva York en la galería Elizabeth Dee de Harlem y en República Dominicana en la galería Casa Quien. Hizo residencias artísticas en: Yaddo, Redbull Arts in Detroit, Fountainhead Residency, Bronx Museums Artist in the Market program y Casa Quien. Su obra es parte de la colección artística JP Morgan Chase y de la colección Rennie de Vancouver.
Tahir Carl Karmali, realizador de la entrevista, es un artista plástico nacido y crecido en Nairobi. Actualmente vive en Brooklyn, Nueva York.
Traducción del inglés de Nicolás Gelormini