Conversación con Paola Torres Núñez

“Llevar una vida nómada ha sido mi elección”

La artista Paola Torres Núñez del Prado, nacida en Perú y radicada en Suecia, interviene tejidos y patrones tradicionales por medio de la tecnología para examinar conceptos como la traducción y la tergiversación. Conversamos con ella sobre la interpretación, la identidad y la herencia del Arte Conceptual.

C&AL: ¿Qué la decidió a convertirse en un artista visual?

PTN: Como dije antes, en mi caso no fue una cuestión de volverse artista sino de aceptar lo que yo era: ser una artista yo lo sentía como algo al mismo tiempo echado a perder y grandioso, como una especie de (ego) trip que podría terminar alcanzando una iluminada clarividencia o descendiendo a los más borrosos e incomprensibles fosos del yo. Desde una edad temprana, experimenté el ser-una-artista como una imposición más que como una elección; esto a veces resultaba claustrofóbico, pero aun así, hacer arte principalmente ha sido siempre algo sanador. También sabía que si me iba a embarcar en esa clase de camino creativo, en el privilegio de hacer arte que brota de las necesidades del ego mismo, contradictoriamente, esto se volvería una responsabilidad. Pienso que la consciencia de esa responsabilidad modeló de modo ineludible mi práctica artística y me permitió situarme mentalmente en el papel de “medium”.

C&AL: Su obra funde el arte con la tecnología. ¿Podría decirnos de dónde procede su interés por combinar ambas prácticas?

PTN: La mayoría de mis obras tiene por lo general elementos análogos y digitales, y con “análogo” me refiero también a la idea tradicional de “artesanía”. Pienso que la inclinación a usar ambas clases de elementos nació, por una parte, porque me di cuenta de que en un nivel elemental la tecnología me permitía hacer obras que reaccionaran ante la gente y cambiaran para ella, dado que la gente interactúa con las obras. Por otra, creo que viene del hecho de saber que podría usar esa cualidad dual, lo material/artesanía/análogo vs. lo virtual/automatizado/digital, como una manera de criticar la presencia hermenéutica implícita cuando se experimenta el arte hoy en día, la idea de que las obras de arte están para ser interpretadas/decodificadas, el inevitable legado del Arte Conceptual.

C&AL: Usted vivió y estudió muchos años fuera de su Perú natal, primero en Nueva York y actualmente en Estocolmo. Podría ser considerada una “artista diaspórica”. ¿Cuáles son sus puntos de vista y su postura sobre los debates en torno a la migración y la diáspora, particularmente en relación con el mundo del arte?

PTN: Para ser honesta, nunca me consideré “diaspórica”. Llevar una vida nómada ha sido mi elección. El hecho de que yo pueda ser etiquetada como una “artista migrante” en Suecia, donde vivo ahora, me hace sentir como si debiera actuar y pensar en concordancia con mi condición (de migrante) y que todas mis dudas e interrogantes puedan entenderse sólo dentro de ese marco. Esto nunca fue un tema en Nueva York, porque la ciudad es más diversa étnicamente. Pero tengo que admitir que he sentido cierta presión respecto a la interpretación de mi obra en Suecia: cada vez que incluye referencias a estilos y artesanías tradicionales de Perú, despierta cierto interés en la escena artística sueca, espero que no sea por la exotización o el imperativo de cubrir “cierta cuota de diversidad”, sino porque se ofrece algo diferente. Aunque siendo honesta, siento que es visto como la manifestación de una nostalgia que obviamente debe remitir a mi estado actual de estar viviendo un lugar diferente de aquel “al que pertenezco”.

C&AL: ¿Cómo se refleja eso en su obras, si es que se refleja?

PTN: Abordar el tema de la migración en este contexto puede ser visto como una imposición: entonces, me parece que cuando empezó a reflejarse en mi obra, tenía cierto matiz de cinismo. Cuando me mudé a Suecia, mi perspectiva subjetiva me hizo percibir que los artistas extranjeros sentían la necesidad de encajar en el papel de “artista migrante que aborda temas de migración”, un papel que la escena y el mercado del arte suecos parecían desear de ellos.

La cosa es que, por una parte, esas fuerzas que la ponen a una bajo el término genérico de “diaspórica” o “migrante” pueden rechazarse con la misma intensidad con que se rechaza cualquier otra clasificación impuesta. Pero por otra, es difícil negar la importancia y urgencia de un debate sobre el problema. Por eso, aunque es reciente, temas vinculados a la migración empezaron a impregnar algunas de mis obras, soy consciente de que esto puede llevar a que mi identidad se reduzca a (y sólo a) una identidad de migrante, y eso puede silenciar otros elementos importantes y reformular el significado de mi obra.

Explorar