Guatemala

Lucía Ixchíu: Como mujer indígena el arte me ha salvado la vida

Nacida en Totonicapán, Guatemala, Lucía Ixchíu estudió arquitectura en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Su práctica es transversal e incluye la música, el baile, la pintura y la gestión cultural. Su trabajo destaca por la creación de redes comunitarias y comunicativas, que visibilizan injusticias territoriales y continuidades coloniales.

C&AL: ¿Cómo llegaste a realizar eventos que tenían un carácter más claramente político?

LI: Eso comenzó en 2012, cuando decidí migrar a la ciudad de Guatemala para estudiar arquitectura y ese año una organización comunitaria salió a la calle a manifestarse en contra del alza en la energía eléctrica. Durante esa manifestación el ejército mató a siete personas de mi pueblo de Totonicapán e hirió a más de treinta. La masacre de la Cumbre de Alaska fue la primera masacre en tiempos de paz que el ejército de Guatemala cometió. 16 días después, el 20 de octubre, la agrupación estudiantil donde yo ya militaba como miembro sale a la calle con otra gente a manifestar su repudio en contra de la masacre y el ejército. El estado les creó un caso de criminalización, además de eso les impuso una multa por haberse manifestado. Allí es dónde surgen los Festivales Solidarios. Con Carlos Cano y con el otro compañero, Javier, nos preguntamos qué podíamos hacer para dar nuestro apoyo. Así organizamos una primera jornada en mayo del 2013. El arte político nace como una forma de transformar, de contar, de denunciar. Es nuestra herramienta política y por eso siempre tomo distancia del arte por el arte.

C&AL: ¿Cuáles son las principales actividades de los festivales?

LI: En Guatemala hay mucha defensa del territorio, gente luchando a favor de la madre tierra, por el agua, contra el extractivismo. Para nosotros, el tema es vincular el arte al periodismo. Lo que hacíamos era ir al territorio y documentar a través de las redes sociales. Esto empezó a generar comunicación con la gente en los territorios, que nos mandó información para que se la publicáramos. Ahí comenzamos a incorporar también un componente muy fuerte de diseño gráfico. Pero ahora dos de las tres personas del festival estamos afuera, en el exilio, en España.

C&AL: ¿Qué rol tiene el arte para ti? ¿Cuán importante es en la vida personal y en la lucha política?

LI: A mí como mujer indígena el arte me ha salvado la vida. Mi voz es parte fundamental como medio de expresión. Siempre que puedo cantar lo hago. La pintura, para mí, es un asunto más íntimo e introspectivo. Antes de salir de Guatemala, pintar fue mi terapia, lo que me permitió construir esos otros universos multicolores que están adentro de la pintura. Ahí está también el tema de las identidades diversas. Todos los artistas tenemos que ser gestores culturales, porque no tenemos otra opción. Creo que a nivel mundial la labor del artista o del gestor cultural es un trabajo precarizado, un trabajo mal pagado, no reconocido y explotado. Pero no me expreso desde la victimización sino desde la libertad y desde la posibilidad de construir otras narrativas. Desde ahí viene el ejercicio artístico.

C&AL: Dependiendo de las próximas elecciones generales en 2023, ¿volverías a Guatemala?

LI: Las elecciones son trascendentales para el futuro del país. Guatemala se encuentra ahora en una dictadura, ocupa el primer lugar en pobreza y desnutrición en América Latina. Pero sí, si hay condiciones para volver, vamos a volver para poder continuar con nuestro trabajo territorial.

C&AL: Ante tantos obstáculos, desigualdades, injusticias, ¿cómo te motivas para seguir luchando?

LI: Soy parte de un proyecto colectivo, un proyecto muy antiguo, entonces estoy haciendo lo que me corresponde y lo que muchos otros ya hicieron antes. Admiro mucho a las abuelas de Sepur Zarco, las mujeres indígenas sobrevivientes de violencia sexual, admiro mucho a mis abuelas y a mi madre. Son mujeres que nos han abierto caminos. Nos alberga este saber, el de que algunos tenemos que vivir la noche, para que otros puedan vivir el día. Mis abuelas tuvieron que callar para que yo hoy pueda gritar.

C&AL: Me podrías contar un poco sobre la exposición “El Pasado Adelante: Muchas somos todxs”?

LI: Fui invitada por Gabriel Rodríguez, un arquitecto, igual que yo, a hacer un ejercicio curatorial para el bicentenario de la independencia de Guatemala. Nuestra intención fue hacerlo desde otra mirada, visibilizando otras realidades. Para nosotros era importante ser dos personas para romper con esa idea del curador único. A partir de eso, construimos un texto colectivo: el texto de la exposición es una entrevista que busca visibilizar esas colectividades, y juntos hicimos un mural de Atanasio Tzul.

C&AL: ¿Cuáles son sus próximos proyectos?

LI: Estoy empezando a montar las ideas iniciales de lo que será una muestra sobre el exilio y el desarraigo en el que me encuentro, como parte de un ejercicio necesario para romper los silencios que hay al respecto de esta realidad que no termina cuando las personas salimos forzadas de nuestros territorios. Es justo ahi donde empieza, desde una mirada individual y colectiva de lo que esto representa, Desde Festivales Solidarios también estamos montando recién una escuela de arte, musica y comunicación indigena que se llama La Colmena, donde queremos poner en modo colectivo el conocimiento que hemos adquirido en los últimos años en nuestro trabajo desde la gestión cultural comunitaria. Tenemos planes de hacer una gira itinerante por Europa para la defensa del Territorio y la madre tierra y queremos armar asimismo una exposición fotográfica de los procesos que hemos documentado en los últimos diez años. Tenemos muchos sueños y estamos abiertas a quienes quieran apoyarnos a hacerlos realidad.

Lucía Ixchíu es una artista guatemalteca con una práctica transversal que incluye música, danza, pintura y gestión cultural.

Hannah K. Grimmer es candidata al doctorada en estudios culturales. Investiga la relación entre artes visuales, movimientos sociales y activismos de la memoria. 

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