Voces de artistas

Marielle Franco y las perspectivas afrobrasileñas

Los tiros que mataron a la concejal carioca resonaron por Brasil y por todo el mundo, en una mezcla de indignación y perplejidad. Invitamos a algunas artistas brasileñas a hablar sobre lo que el asesinato de Marielle Franco significa en términos de luchas y preguntas.

Renata Felinto: nosotras por nosotras mismas
El cerco siempre lo hemos conocido bien. La gran diferencia es que ahora está declarado que cuando las mujeres negras, además de ser pensantes, movilizadoras e influyentes, demostramos que tenemos también potencial de concientización política, con alcance amplio en la comunidad nacional e internacional, corremos riesgos que extrapolan los intentos de deslegitimación de nuestras palabras y posicionamientos, conductas y modos de hacer política. Nuestras humanidades son deslegitimadas de forma abrupta y sangrienta. Llegamos a un punto extremo: grupos políticos que se encuentran en el poder (léase: blancos y hombres) y que discrepan con los logros obtenidos en las últimas décadas, o incluso no soportan las multiplicidades de pensamientos, o aún, se sienten amenazados en su hegemonía genocida, decidieron que el silenciamiento no sólo debe ser de las voces y las denuncias, de ideas y perspectivas diferentes, sino también de las personas, de las mujeres negras. El retroceso es de las élites, de los poderes públicos, de los partidos políticos. Continuaremos avanzando más y más. Y, tras cada Claudia, Luana, Marielle, continuaremos, pues la lucha somos nosotras por nosotras mismas. Vemos que nadie luchará por nosotras. Vamos a seguir señalando, denunciando, reflexionando, cuestionando. Es lo que nos queda y eso no nos lo pueden robar.

Ana Lira: diluir la cultura del sacrificio
Si este escenario nos puede enseñar algo, es a ver lo que conseguimos enraizar. Es usar las redes que tenemos para afirmar narrativas coherentes, en lugar de perderse en el enmarañado de fake news y trampas que confunden. La repercusión del caso y la fuerza colectiva generada de este encuentro fue increíble. Fue una gran sinergia, pero a prefiero Marielle viva. No podemos seguir luchando para morir. Necesitamos revisar este recorrido. No podemos hablar más a costa del cuerpo negro, si eso significa más cuerpos en los índices de manipulación política y mediática. Necesitamos diluir esta cultura del sacrificio, empezando por nuestros discursos. Pasé la semana reflexionando sobre esto. Nuestra vida pública no se manifiesta solamente en la política institucional, sino en el derecho de fluir tranquilas en cualquier esfera. Siento la necesidad de fortalecer estrategias continuas para reafirmar el derecho a tener efectivamente una vida pública, comenzando en los minutos de cada día. He adoptado pequeñas prácticas, como volver a escuchar mucha música afrobrasileña en casa, bien mañosa, que invita a bailar. He hecho lo mismo con la comida, la ropa, las fotos, las películas y los textos. Sin alboroto, pero manteniendo la regularidad del debate por vías menos obvias. Cuando pienso en libertad, siento que estas prácticas más silenciosas de fortalecimiento público de nuestra existencia colectiva son eficaces en el apoyo de otras esferas de representación.

Diane Lima: la democracia es una ficción
La ejecución de la Marielle es un monumento necropolítico, que gana forma y concreta sus contornos en nuestra memoria, para que recordemos el poder de las instituciones como aquellas que ostentan el derecho de asesinar. Como un símbolo, esa muerte deflagra, aún, la ficción que es nuestra democracia y nos alerta sobre la parálisis de nuestros cuerpos: aunque marchemos, nuestras manos están atadas, y eso es lo que nuestros gestos revelan. ¿Quién esperamos que nos oiga? ¿Por qué esperamos un liderazgo? Vivimos la quiebra de la política, del Derecho y del cuerpo social. ¿En qué justicia depositamos nuestra esperanza? ¿En la misma que nos mata? La frase de Margarida Maria Alves, líder campesina de Paraíba, nordeste brasileño, asesinada por latifundistas en 1983, es ilustrativa para pensar cómo las prácticas de exterminio se actualizan y cómo el horror se instaura como una práctica de gobernanza. Ella nos dijo: “La gente tiene miedo, pero no lo usa”. ¿Cuántas más tendrán que morir para que nuestros cuerpos se liberen de ese cautiverio que son los mecanismos institucionalizados de control? Es lo que Marielle y Margarita, que murieron luchando, preguntaban. Y es lo que ahora. más que nunca, nos convocan a responder.

Jota Mombaça: la ejecución no es excepción, sino consecuencia de la regla
La muerte de Marielle Franco representa la continuidad del régimen necropolítico que estructura la vida negra en Brasil. Es, como escribió Diane Lima, un monumento a ese régimen, y remarca, por lo tanto, el hecho de que las personas negras de este país –y tal vez eso sea cierto para muchos otros contextos– no acceden a las formas de justicia, libertad y derecho a la vida que son presupuestos formales de una sociedad que se llama democrática. En otras palabras, la muerte de Marielle re-presenta a todas las personas negras en su cautiverio, la densidad de su situación y la materia bruta de que está hecha la sociedad en que vivimos: la violencia ordenadora contra las gentes negras, indígenas, empobrecidas y disidentes sexuales que da textura a las ficciones de seguridad y confort ontológico de las parcelas históricamente privilegiadas por la distribución desigual de esa violencia. Como enfatizó Cyntia Guedes, esa ejecución no debe ser percibida como una excepción, sino como efecto de la regla social que es el exterminio de la población negra en Brasil, una regla a la que Marielle murió enfrentándose. Y, por esto, su muerte representa, también, la continuidad de nuestra lucha contra la perpetuación del régimen que la ejecutó.

Rosana Paulino: semillas incontrolables y fuertes
Creo que nadie discute que el blanco Marielle fue escogido a dedo, no sólo porque incomodaba al denunciar la violencia policial señalando posibles culpables. Incomodaba, sobre todo, por ser mujer, negra, lesbiana, de la favela. Algo totalmente inaceptable para los patrones de la sociedad brasileña: machista, racista y clasista. Pero no quiero concentrarme en la muerte, sino en la vida. La vida que estalla, crece, arrebata las fronteras de la favela Maré y se convierte en un símbolo de lucha como pocas veces se ha visto en el país. El intento de cercenar, de callar a las mujeres negras no va a funcionar, como ya pueden ver los que perpetraron el acto. No seremos intimidadas. Me atrevo a utilizar el término “nosotras” que, si bien no nos enmarca a todas (desgraciadamente, un importante número de mujeres negras está distante de esta realidad), puedo decir que, para aquellas a quienes se les “ha dado el mensaje”, éste no surte efecto. Y no hablo aquí de consignas vacías. Hace 25 años vengo trabajando la cuestión de lo que es ser negra y mujer en Brasil. En estos días presencié hechos que nunca pensé ver en mi vida: jóvenes mujeres negras, algunas casi niñas, liderando protestas callejeras contra la barbarie. Las balas que mataron a Marielle pueden, paradójicamente, avivar el modo de hacer política en Brasil. Como semillas, están fructificando rápido, incontrolables, fuertes.

Fábia Prates es periodista y ha trabajado en grandes medios brasileros. Actualmente escribe sobre temáticas relacionadas con la cultura, el comportamiento y la comunicación corporativa.

Traducción del portugués: Hernán D. Caro

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