En su primera retrospectiva en los Estados Unidos, el artista brasileño propone un viaje para entender la naturaleza explotadora y opresiva de la historia colonial de su país. Sus protagonistas no son buenos ni malos, simplemente han sido olvidados.
Melee, exposición de Paulo Nazareth, 2019. Instituto de Arte Contemporáneo de Miami ICA. Foto: Estudio Fredrik Nielson.
Paulo Nazareth cree que su práctica artística y social está guiada por un sed de rebelión innata. “A veces no elegimos sino que somos elegidos”, dice. “Es difícil escapar al sufrimiento, a la historia desagradable y al presente desagradable: observar la brutalidad policial, ver y sentir el racismo, sentir que lo vigilan y lo siguen a uno por el color de la piel y la forma del pelo. Ese es el lugar desde el cual creo mi obra, usando el talento que tengo para tal vez cambiar algo y a la vez ayudar a otros que tratan de hacer lo mismo.”
La obra de este artista nacido en Brasil se funda en el activismo y es famosa por su naturaleza temporal, performativa. En Melee, su primera retrospectiva en Estados Unidos, en el ICA Miami, puede verse desplegada en toda su extensión la odisea de sus investigaciones. Sea recorriendo el Underground Railroad, las rutas secretas de escapes de los esclavos negros, en Luisiana; incursionando en las tumbas de rebeldes desaparecidos en Brasil, Argentina y Uruguay o buscando influencias africanas en Kenia, Nigeria y Mozambique, el recorrido de Nazareth es una travesía acentuadamente personal para entender la naturaleza explotadora, opresiva de la historia colonial.
En memoria del trauma generacional
Cuando hablamos por teléfono con Nazareth, que está en su Belo Horizonte natal –una pausa improbable para un artista en movimiento constante–, el artista confiesa que toda su trayectoria es en memoria de ese trauma generacional. Repasando la historia despiadada de su Minas Gerais, donde creció en una comunidad en las afueras de Belo Horizonte, Nazareth nos brinda un amplio relato de la codicia colonialista en Brasil. “Brasil importó más esclavos africanos que cualquier otra nación de América”, dice. “Después de la abolición, intentaron blanquear el país trayendo trabajadores europeos para explotar nuestras minas. Privilegiaron a esos trabajadores por encima de los pueblos indígenas, que habían cultivado esas tierras por generaciones. Así muchos indígenas y africanos o partieron o fueron asesinados. Esas fueron las circunstancias en que mi familia vivió durante generaciones.”
Después cuenta cómo su abuela, una persona franca que no aceptaba esas condiciones injustas, rápidamente se convirtió en enemiga del Estado. “En la década del cuarenta, si una mujer luchaba, se la consideraba loca y había que hospitalizarla.” En Minas Gerais, montones de personas indígenas y afrobrasileñas fueron internadas en instituciones psiquiátricas donde se las despojó de sus nombres y se las identificó con un número. Después de años en el pabellón, muchos de esos pacientes –incluyendo a la abuela de Nazareth– desaparecieron y sus cuerpos serían vendidos a la ciencia.
“En 1944 la enviaron a un hospital psiquiátrico por luchar por la justicia y en ese momento ella dejó de ser una persona y pasó a ser un número”, dice el artista. Nazareth, que nació como Sergio Paulo da Silva, adoptó el apellido de su abuela. “Cambiar mi nombre es parte de mi obra, y es el modo de llevar a mi abuela conmigo.”
Mortalidad, violencia, opresión
La triste historia familiar de Nazareth explica la urgencia, presente en su obra de modo tan característico. Cada obra que forma parte de Melee parece estar motivada por una furia silenciosa. Products of Genocide (2019) presenta productos que llevan nombres de culturas indígenas y negras inmovilizados dentro de un cubo de resina, una referencia a la veloz cultura de la apropiación de la avaricia corporativa y un recuerdo del genocidio colonial. En Antropologia do Negro I y II (2014), Nazareth aborda la mortalidad y la violencia y opresión cotidianas que enfrentan las personas negras, haciéndose poner cráneos en la cabeza y en el torso, primero en un laboratorio forense y luego en los archivos públicos de Bahía.
En 49 Medals, una instalación de grandes dimensiones encargada exclusivamente para el Institute of Contemporary Art, Miami, Paulo Nazareth construye un altar para los héroes olvidados de América. Cortinas de color rojo sangre introducen al espectador en un santuario circular, donde el artista ha moldeado cuarenta y nueve medallas de bronce con el nombre de figuras históricas que suelen estar distorsionadas en los relatos históricos hegemónicos. Desde el líder de los Panteras Negras Huey S. Newton al dirigente indígena Tupac Amaru II, cada medalla está acompañada de un texto confuso que mezcla el inglés, el español, el francés, el portugués y lenguas indígenas para reponer sus contribuciones al desmantelamiento del poder colonial. “Esos idiomas se impusieron en América, y hoy se los presenta como si fueran los verdaderos idiomas de nuestras naciones”, dice. “Como si alguno fuera más importante que el otro, cuando definitivamente no es así.”
El gobierno de Brasil: retroceder cincuenta años
La charla sigue y hablamos del actual gobierno de Brasil, de su tendencia a políticas y lenguajes incendiarios, racistas, y su gusto por censurar a la clase creativa de Brasil. Cada vez hay más artistas –entre ellos amigos de Nazareth– que son perseguidos y obligados a un autoexilio. “Este gobierno prometió retroceder cincuenta años en el tiempo y está haciendo un gran trabajo”, afirma.
Nazareth denuncia la anulación de la política y los medios, que se han convertido en herramientas de censura, y reflexiona sobre una reciente experiencia personal. “Uno de los canales de televisión locales más importantes pertenece a un firme defensor del actual gobierno. Estaban haciendo un segmento sobre artistas brasileños que trabajan en favelas, entonces hicieron una visita a mi estudio”, dice. “Entraron y vieron los cuadros de Lula, encargados para la muestra del ICA Miami e inmediatamente me dijeron que debía quitarlos porque no los podían pasar por televisión. Me dijeron que no era arte y cancelaron la entrevista en ese mismo momento.”
Untitled (2019), los cuadros de Lula en cuestión, ofrecen un retrato del querido presidente que sacó de la pobreza a la población indígena y afro de Brasil, sólo para ser encontrado culpable de una corrupción generalizada y ser sentenciado a prisión. Igual que a los héroes representados en las cuarenta y nueve medallas, Nazareth trata con dignidad a esta figura que polariza; compensa las malas acciones poniendo el foco en el bien mayor que han hecho.
Nazareth juega con esta dualidad a través de su obra: sus protagonistas no son buenos ni malos, simplemente han sido olvidados. No invita a los espectadores a adoptar determinada opinión, sino que más bien presenta la información de modo que ellos mismos pueden decidir. Nazareth se ve a sí mismo como una especie de traductor que navega entre dos mundos en busca de la verdad. “Soy un alma entre dos mundos, que atraviesa penosamente los bordes políticos y sociales, ese es mi trabajo.”
Nicole Martinez reside en Miami y es escritora y editora. Se ocupa de artistas y movimientos latinoamericanxs y latinxs. Ha escrito, entre otros, para ARTnews, Wallpaper*, Hyperallergic y Cultured. Su cuenta de Instagram es @niki_frsh.
Traducción del inglés de Nicolás Gelormini