Conversación con Duane Linklater

Poner el foco en los cuerpos, el pensamiento y la práctica indígenas

El encuentro “Under the Mango Tree – Sites of Learning”, organizado por documenta 14 y el ifa, funcionó como un foro abierto para explorar el concepto y la práctica de educación en un plano global. El artista Duane Linklater, que participó en la reunión con el proyecto Wood Land School, conversó con Aïcha Diallo. El artista, de origen Omaskêko Cree, habló sobre educación, expresiones culturales yel hecho de poner el foco en la indigenidad.

C&: Ya han pasado casi cinco semanas desde el encuentro Under the Mango Tree – Ulterior Sites of Learning en documenta 14. ¿Podría decirnos algo sobre qué cosas lo impactaron durante su participación y su estadía en Atenas y Kassel?

DL: Ante todo aclaro que sólo puedo hablar desde mi propia perspectiva, porque obviamente mis dos colegas, Tanya y Cheyanne, tuvieron cada una una experiencia diferente. En mi caso, pensé en muchas cosas mientras estuve allí. Una de ellas fue el agotamiento físico que me acompañó todo el tiempo debido al largo viaje de América del Norte a Atenas y después a Kassel. Pensé muchos sobre lo que mi cuerpo estaba tratando de articular al estar en ese lugar específico.Y eso fue una interesante señal para mí mismo de que mi cuerpo estaba resistiendo lo que yo estaba haciendo. En otras palabras, mi cuerpo deseaba retirarse físicamentea algún otro lugar para encontrar algún espacio en el que yo pudiera descansar mientras me enfrentaba a determinados tipos de normatividad europea. Esa normatividad se manifestó de diferentes maneras y en diferentes lugares de Atenas y Kassel a través de algunas de las muestras y del uso y la política de lenguaje. Desafiar de modo consistente esa normatividad en museos, galerías y otros espacios discursivos fue un esfuerzo agotador para mí en cuanto canadiense de aspecto evidentemente indígena.

C&: Por sus palabras también puedo percibir que experimentó algo que le resultaba violento.

DL: Sí, algo de esto tenían el lenguaje y las acciones. Aquí hablo únicamente de mi propia sensibilidad y de mi propia persona. Y esto me lleva a algo interesante: el lugar adonde yo me quería retirar era mi hogar de América del Norte. Es interesante, porque en las últimas semanas, no lejos de aquí, de Canadá, en realidad sólo a doce horas de viaje en automóvil, hubo extremas demostraciones de racismo en los Estados Unidos, en Charlotesville. Yo quería retirarme a ese lugar. Y en consecuencia, la pregunta que surge es: ¿existe un lugar al que retirarse? Cuando esa clase de cosas tienen tanta presencia en el mundo me siento obligado a reflexionar bastante sobre la idea de retirarse y de encontrar seguridad en algún lado.

C&: Lo que usted dice es realmente movilizador y sincero. Ahora me viene a la mente la noción de espacio seguro, basada en el pensamiento feminista negro. Usted describió una idea de hogar en la que al mismo tiempo se experimenta violencia. ¿Cree que bajo esas condiciones es posible crear de modo activo espacios seguros?

DL: En eso consiste parcialmente el proyecto Wood Land School, en crear espacios en los que la indigenidad, esto es la inclusión de cuerpos indígenas, sea acogida,y así también en los espacios a los que nos invitan se ponga el foco en las formas, pensamientos y prácticas indígenas . Yo espero que esto se traduzca de algún modo en espacios seguros para artistas, teóricos, pensadores y gente que quiera alcanza algún tipo de articulación. Pienso que para los indígenas de Canadá y de Estados Unidos es importante tener espacios donde seamos el centro, porque como decía antes, la normatividad blanca como centro puede aparecer bajo cualquier forma en cualquier lado. Esto de por sí es una extrema expresión de violencia porque desplaza a la gente indígena, negra, queer y trans, mujeres…

Esta primavera fui a una charla del investigador Fred Moten de la Universidad de Toronto. También había un panel maravilloso de investigadores, poetas y artistas de la comunidad negra de Canadá y Estados Unidos. Al final, Moten habló específicamente sobre poner el foco en el amor en esos espacios. Dijo: «No hay ningún afuera». Esto me interpeló directamente y también al proyecto de centrarme en la indigenidad.Es importante comenzar a pensar críticamente sobre lo que implica que el proyecto Wood Land School sea invitado o quiera estar en determinados espacios. ¿Desplaza esto a gente negra? ¿Desplaza esto a gente queer? Al fin y al cabo no queremos reproducir ninguna forma de desplazamiento violento.

C&: Mirando atrás, ¿cómo describiría el modo y el lugar en que creció?

DL: Crecí en la zona norte de Ontario, en el territorio Treaty 9 a fines de los setenta y en los ochenta. En esa época, siendo un chico que iba a una escuela canadiense mainstream, encontré una buena cuota de racismo e intolerancia. Fue una experiencia difícil ser niño en esas instituciones. A pesar de la experiencia escolar de mi niñez y juventud, en la carrera y en el posgrado encontré docentes que me enseñaron en espacios que fueron más potentes que esas experiencias racistas. Estoy profundamente agradecido a esos docentes que fueron capaces de crear espacios llenos de afecto, amor e indigenidad. Eran personas indígenas que enseñaban a otros indígenas enespacios indígenas.

C&: Usted enfatizó la noción de indigenidad al decir «Eran personas indígenas que enseñaban a otros indígenas en espacios indígenas». ¿Qué significa para usted la indigenidad?

DL: Bueno, es una cuestión compleja. No quiero dar una respuesta que esencialice mis experiencias como persona indígena. Pero hay un tema que comparten muchos indígenas y es el de la tierra. No solo la idea de cómo concebimos la tierra sino también de cómo actuamos sobre esa tierra y cómo en ella creamos espacios mutuamente los unos para los otros. Esto es crucial no sólo para nosotros ahora, sino que también les importará a las futuras generaciones.

C&: Hace poco tuve una discusión con un amigo sobre un inspirador texto de la pensadora y activista Françoise Vergès, que está en su libro Écrire l’Afrique-Monde. En ese artículo, Vergès sostiene que en contextos africanos, y más allá también, el neo/colonialismo y el capitalismo son una entidad que perpetúa el sistema de «trabajo barato/naturaleza barata». Veo cierta conexión cuando usted habla de la tierra…

DL: Yo diría que el actual sistema capitalista y los mecanismos del gobierno federal de los Estados Unidos aún tienen un objetivo permanente que surgió en el instante en que los europeos llegaron a las Américas. De hecho, el gesto continuo de los colonos fue separar de la tierra a los indígenas. Esta separación adoptó formas violentas como la muerte de gente indígena y su opresión sistemática. Por ejemplo, sólo hace veinte años un indígena fue asesinado por un policía provincial. Se llamaba Dudley George y estaba protestando pacíficamente, desarmado, aquí en Ontario, en una tierra que por derecho pertenece a su nación.

C&: ¿Cree que en este aspecto el arte puede ofrecer formas alternativas de resistencia y protesta?

DL: Es una cuestión muy importante. Pienso que yo mismo todavía debo reflexionar y verde lo que es capaz el arte cuando los indígenas se afirman política y conceptualmente en el contexto de museos, galerías y sistemas artísticos en general. Para ser honesto, soy un poco escéptico respecto a lo que puede lograr el arte, pero a pesar de mi propio escepticismo, todavía continuo actuando como siempre. Pienso que la contradicción es interesante para alguien que es artista e indígena.

C&: Me gustaría saber hasta que punto el arte cumplió un papel importante en su infancia.

DL: Cuando iba a la escuela, el arte era muy importante para mí. Disfrutaba hacer cosas para las que no se necesitara mucho dinero o materiales. De más pequeño, dibujaba y hacía cosas, por ejemplo, con cartones y revistas que ya nadie leía. Así pude descubrir el potencial de ciertos materiales. Fue una experiencia que me formó. Todavía pienso que la idea de lo que es arte, más precisamente el arte indígena, se seguirá revelando y desplegando en la medida que yo siga avanzando.

C&: Dijo que los espacios de su infancia se conservan dentro de usted como recuerdos, sensaciones corporales. Hoy, como adulto, ¿le resulta fácil volver a ellos?

DL: Últimamente estuve reflexionando sobre mi memoria y sobre cómo de algún modo puedo confiar, en ella respecto a ciertos recuerdos y objetos de la infancia. Pero no dejo de cuestionarla. Cuestiono el modo en que recuerdo cosas, también las subjetividades vinculadas a esos recuerdos y el modo en que cambian a través del tiempo.

C&: Respecto a la reconstrucción de recuerdos a través de historias, recuerdos, etc., ¿cómo la concibe en el caso de Wood Land School?

DL: Respecto a la idea de reconstruir, hay una conexión entre lo que hemos estado haciendo este año en Montrealy lo que hicimos en Kassel. Para la construcción de esos espacios fue necesario que se involucrara mucha gente. En primer lugar, Tanya, Cheyanne, y yo mismo. Después, nuestros invitados, con los que trabajamos juntos para construir o proponer ciertas narrativas colectivas que podían funcionar en esos espacios. Esto puede considerarse una metodología para la construcción de exhibiciones indígenas.

Esta entrevista apareció por primera vez en ifa.de

Aïcha Diallo es directora adjunta del programa educativo KontextSchule, afiliado a la UdK/University of the Arts, Berlín.

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