Cofundador de una productora cinematográfica y director de un popular festival de cine, Said Isaac quiere cambiar el mundo audiovisual de América Central. Rebosante de una ética de la autenticidad, la cocreación y el compromiso comunitario, Isaac y sus colaboradores llevan a cabo la tarea de desafiar el modo en que los panameños ven y hacen cine.
Muestra de una película en Ciudad de Panamá. Cortesía: Afonso Ivens-Ferraz.
Said habla en la edición de este año de Panalandia en Colón.
Artefacto realizado para el festival de cine Panlandia. Cortesía: Afonso Ivens-Ferraz.
El 22 de febrero la ciudad panameña de Colón albergó la 10a edición del festival regional de cine Panalandia. Desde su lanzamiento en 2014, Panalandia –un festival pionero de cine que presenta películas de bajo costo de Panamá y América Central– fue creciendo de modo constante hasta convertirse en una fuerza indiscutida dentro de los circuitos cinematográficos nacional y regional. A lo largo de los años se ha ganado un lugar: ha generado interés en producciones locales, ha apoyado a creadores nacionales, ha generado impacto al provocar interés en producciones fílmicas locales, ha fomentado la producción local promoviendo el surgimiento de una nueva generación de realizadores panameños y ha creado un espacio de conexión y colaboración entre los profesionales del cine en la región.
El final de la edición de este año constituyó un momento simbólico para su equipo. No sólo señaló una travesía de una década de trabajo arduo y consecuente sino también el regreso a casa de su director. Originario de la provinicia de Colón, Said ha traído el proyecto a su provincia natal veinte años después de haberla dejado. Inspirado en el género documental y la sensibilidad minimalista del movimiento Dogma 95, Said es cofundador de Mente Pública, una compañía de producción cinematográfica y fundación que a su vez creó el marco para el festival Panalandia. Su última película, Las hijas, coproducida por Ceibita Filma, productora chilena, hará su debut internacional este mes en el Festival SXSW de Austin, Texas, a la vez que participará del Festival de Málaga y en el Cinelatino de Toulouse.
En una entrevista para C&AL, el productor y gestor cultural que vive en Panamá, reflexiona sobre su obra a lo largo de los años, resalta los desafíos clave en el encuentro con los profesionales del cine en su país, y brinda así un breve pero nunca visto panorama del circuito del cine independiente en Panamá.
Poster de la 10a edición de Panalandia.
Es fácil criticar una obra audiovisual, pero para apreciarla es necesario comprender las circunstancias en que fue hecha.
C& América Latina: ¿Qué papel juegan Panalandia y Mente Pública en la actual industria cinematográfica panameña?
Said Isaac: Pienso que ambos espacios cumplen un papel muy importante. En el caso de Panalandia, nuestro trabajo consistió en cambiar la percepción negativa que tiene la gente del cine panameño de modo que se pudiera valorar ese cine de otra manera. Es fácil criticar una obra audiovisual, pero para apreciarla es necesario comprender las circunstancias en que fue hecha. Creo que –dado el modo en que se lo representa– muchos de nosotros tenemos la impresión de que hacer cine es algo para aquellos que tienen dinero y recursos. Pero en nuestro caso las cosas no son así. Aquí, la persona que filma en determinado barrio, con toda probablidad, es de ese barrio y está muy involucrado o afectado por los temas de la historia que se está contando. Por eso pienso que hacer crecer esa consciencia ha sido un logro.
Otro aspecto positivo en este sentido es que hay más gente que se siente inspirada para crear. Eso es importante porque a veces sucede que, por ejemplo, los aspirantes a directores lo único que hacen es esperar que los contrate un productor extranjero, y eso se opone a la aspiración de crear. Hoy en día hay muchos realizadores que lograron iniciar su carrera en Panalandia y ahora están escalando a circuitos más amplios, más comerciales. Esos, pienso, son pasos importantes que no se habrían dado si no existiera Panalandia.
Nuestra productora, Mente Pública, es un buen ejemplo de cuál ha sido nuestra prédica. Una de nuestras primeras y más exitosas películas, Kenke, fue una producción de bajo costo, que en su carrera de éxito llegó a ser transmitida por HBO. Éramos un grupo de amigos que se juntó y no tenía mucho más que una cámara barata DSLR y un equipo de actores sin experiencia. Entonces, pienso que esta clase de ejemplos muestran que, mucho más importante que equipos de última generación, la clave es en realidad qué estas diciendo y por qué. Es algo que permitió a otros productores y directores pensar: “Si ellos pueden hacerlo, yo también”.
C&AL: ¿Hay temas específicos que usted busca al momento de decidir qué película producirá?
SI: Ciertamente. Nunca he sido un productor que produzca una película sólo por la película; todos los proyectos que elijo producir deben tener algo que me movilice, algo que se conecte conmigo y algo con lo que sienta que puedo contribuir. Actualmente, por ejemplo, estoy produciendo tres documentales Baba de Harry Oglivie, Cuscú de Risseth Yanguez y Dadjira De (Nuestra Casa) de Iván Jaripio, que exploran temáticas en torno a la identidad, las experiencias marginalizadas, la injusticia social y el racismo institucional en Panamá. No siempre la gente está dispuesta a comprometerse con dicursos de tal densidad, pero siento que es nuestro deber hablar sobre esos temas porque, en fin, debemos hacerlo y porque ya estamos inmersos cotidianamente en esas historias.
Cuando pensamos una película , [en Mente Publica] siempre pensamos cómo puede resultar una historia universal: una historia con la que cualquiera pueda identificarse en cualquier parte del mundo. Obviamente, siempre es un desafío pero, para mí, las películas interesantes son aquellas que me permiten sumergirme en el contexto cultural en el que ocurren. Eso, y por supuesto también la historia, es lo que vuelve a una película mucho más interesante. En este sentido, pienso que cuanto más local es una película en términos de riqueza cultural, más global puede volverse.
C&AL: ¿Cuáles son, a su criterio, los principales desafíos estructurales que enfrentan los creadores en Panamá, tanto en el cine como en las artes en general?
SI: En primer lugar, como las salas están orientadas a las ganancias, es difícil encontrar un espacio para que los directores o productores independientes puedan mostrar sus películas. Dado el bajo consumo de cine independiente que hay en Panamá, son escasos los espacios alternativos para tales producciones y necesitamos acceder a mercados internacionales para que se exhiban nuestras películas. Por eso, sería muy bueno contar con acuerdos legales que nos den apoyo en este proceso; si se permitiera que el cine panameño cruce las fronteras con mayor facilidad, se nos abrirían muchas puertas. Para ser honesto, hay algunos fondos e iniciativas como DICINE, del Ministerio de Cultura, pero son muy recientes y limitados a la hora de financiar y buscar acuerdos de colaboración. Es algo en lo que debemos seguir trabajando.
En el sector privado la situación no es menos difícil, hay resistencia a invertir dinero en el cine. En un país donde todo gira en torno al comercio, ¿puede alguien decir “Estoy haciendo una película porque quiero cambiar la mentalidad de la gente”? No está bien visto. Entonces, para lograr el cambio, debemos sostener un constante proceso de transformación social, cultural y de mentalidad. Frente a todo esto, es fácil sentirse descorazonado, colgar los guantes y decidir no hacer más películas, ya que no se puede vivir de eso, y así reafirmar la idea de que hacer cine es únicamente algo para los que tienen recursos. Dicho esto, debemos construir vías de acceso para los realizadores que necesitan apoyo y asistencia en ese aspecto porque, de otro modo, se vuelve una tarea agotadora. No es imposible, pero para llamar a muchas puertas, guiar a la gente hacia su visión y que sepa con claridad qué quiere hay debemos ser extremadamente estratégicos, creativos y ricos en recursos.
Foto: divulgación
C&AL: Usted y Mente Pública se han estado comprometido con una iniciativa social cada vez más grande, InGueto, un proyecto social que a través del cine le brinda a la juventud una salida creativa y educativa. ¿Cómo se originó el proyecto y por qué consideró importante participar en él?
SI: Desde el comienzo, [en Mente Publica] siempre quisimos llegar a las comunidades donde nunca hubo interés por el cine: ni por hacerlo ni por verlo. En el caso de InGueto, estuvo inspirado por un proyecto colombiano llamado Potocine, del que me llamó la atención la idea de una sala de cine dirigida por la propia comunidad en donde se construyera. Elegimos trabajar en Curundú, un barrio de la ciudad de Panamá que históricamente ha sufrido la segregación y marginación por su población, en su mayoría afrodescendiente, que vino con la construcción del canal.
Todo comenzó en 2017 con la idea de probar un año en el que daríamos entrenamiento en gestión de proyectos y cosas por el estilo. Al principio fue difícil encontrar gente que quisiera participar en el proyecto. Nadie parecía tener tiempo y además todos esperaban que se les pagara, porque esa es la dinámica de los proyectos que funcionan allí. Con el tiempo, sin embargo, encontramos gente hermosa que hasta el día de hoy es parte de la iniciativa. Después de ese primer año de prueba, comenzamos a complementar el proyecto con un entrenamiento en la realización de cortos y documentales. A esto se sumó la aparición de un pequeño espacio físico, creado de tal modo que la gente pudiera ver películas y continuar con la práctica de filmación.
Así nació oficialmente InGueto en 2019 y está activo hasta hoy, y se ha convertido en un un espacio para la cocreación dirigido por la juventud local con el objetivo de empoderar a su comunidad. La libertad y autonomía así obtenidas –la de crear, gestionar y tomar decisiones– son muy importantes para los jóvenes: la idea de que tú tienes voz en lo que es mejor para tu propia comunidad.
Said Isaac es productor cinematográfico y gestor cultural. Ha participado en múltiples proyectos vinculados a la producción audiovisaul en Panamá. Es, entre otros, cofundador de la productora y fundación Mente Pública y director del festival de cine Panalandia.
Afonso Ivens-Ferraz es estudiante de periodismo. Se interesa en las intersecciones entre artes, cultura y sociedad. En su trabajo aborda principalmente la música y el cine a la vez que indaga temas tan variados como las identidades marginalizadas, las subculturas urbanas y el poscolonialismo.
Traducción: Nicolás Gelormini