Conversación con

Eliazar Ortiz Roa: conectar la sociedad y la botánica antillanas

El sincretismo material de Eliazar Ortiz Roa juega con las trayectorias de la flora antillana, y arroja luz sobre el papel del entorno dentro de la consciencia que un pueblo tiene de su historia. Informada por la naturaleza, la obra del artista tiende conexiones entre botánica y sociedad reimaginando las narrativas históricas.

C&AL: La construcción actual usa mucho el proceso de ensamblaje, pero la naturaleza usa más el crecimiento/la reproducción. Teniendo en cuenta la funcionalidad del conocimiento ancestral, ¿cómo se pueden traer los sistemas de construcción naturales a la actualidad?

EOR: En la experiencia caribeña y antillana, una parte de nuestra identidad es la destrucción, porque la temporada que realmente nos afecta es la ciclónica y eso habla de la identidad efímera. Las construcciones indígenas eran efímeras. Siempre estaban atentos a ese fenómeno, el huracán. Iban a refugiarse a la Cacibajagua (cueva), y después volvían a construir sus edificaciones teniendo en cuenta la facilidad del montaje. No es la estructura poscolonial fija, de hormigón y ladrillo. Esa no es la idiosincrasia antillana. Se nota en el color, la jagua deja la pigmentación de una semana en la piel y se va degradando, lo cual me genera muchas analogías de una costumbre basada en algo que desaparece. Había esa conexión con lo natural y sabíamos que teníamos que volver a construir, porque hay un momento en que se cae la pintura.

C&AL: La naturaleza hace pensar en conexión, pero también tiene esa parte de desconexión y destrucción. ¿Que te ha enseñado sobre el acto de soltar y dejar ir?

EOR: Me encanta observar los procesos de descomposición. Recientemente hice un pigmento de un hongo que creció en un mangle que se desprendió durante un ciclón. Los procesos de destrucción después de un huracán o terremoto son inspiradores. Hay una limpieza después de la temporada ciclónica. Ver cómo la tierra se raja, acaba con todo, y después, de la ceniza surgen cosas. Así vuelve la cuestión de la comunidad, y eso nos acerca. Cuando hay quemadas o huracanes las primeras plantas que brotan son las pirófitas, la mayoría medicinales. Cuando uno piensa en la destrucción, también tiene que pensar en la sanación que la tierra te da.

C&AL: Respecto al tema de los sueños y la Bienal Paiz en Guatemala, ¿que te entusiasma más sobre la transformación y la reinvención de los seres humanos?

EOR: Cuando estoy en el Memorial Acte en Guadalupe, donde hay materiales muy fuertes conectados con la esclavitud, entiendo que mis ancestros me están diciendo “despierta, que a ti te toca hablar de eso”. Para la Bienal de Arte Paiz, el tema que propongo es el de la frontera domínico-haitiana. Yo estoy mortificado porque se empieza a construir un muro en la frontera, y eso es una cosa que me hace moverme y me inquieta. Los mercados domínico-haitianos son muy particulares e inspiradores. La parte figurativa que represento son mujeres, las que llevan la economía. Y hay una relación entre el dinero y la mujer. Eso lo vemos en nuestra cultura, que dependemos unos de los otros, dependemos de la parte económica, como que sí o sí tenemos que negociar porque es importante tener ese diálogo. El dinero nos hace tener que ser amables. Y también tenemos la presencia de la botánica: porque vendemos frutos, vendemos sustentos, porque comemos lo mismo, eso es una cosa que hay que tenerla muy clara, se dice que somos muy distintos pero nos gustan las raíces, la yuca, la batata, el ñame, el plátano, es lo que más se vende. Esa relación botánica es la que me interesa plasmar en la Bienal Paiz. Estoy haciendo un mapa con una hoja, que se llama malla haitiana (Bromelia pinguin), que ni siquiera es autóctona de las Antillas, es más de la parte de Abya Yala y Mesoamérica. Es un tipo de piña/ananá que tiene unos pinchos y es tremenda. Y, fíjate que está la idea de llamar “haitiano” algo que es impenetrable, que se utiliza para separar. Yo tomé eso como un guiño para usarla como papel y hacer este mapa botánico de la separación domínico-haitiana pensando de una forma utópica que prefiero que siga siendo un paisaje de separación natural, porque existen tantas separaciones naturales, por ejemplo, el idioma. ¿Para qué poner un muro más? Eso sólo va a perjudicar, más que al humano, a la naturaleza, a los manglares que se están cortando, a los seres vivientes que tienen que cruzar.

Eliazar Ortiz Roa (1981, República Dominicana) es pintor e investigador botánico. Explora procesos cimarrones, la identidad afro-antillana, el territorio, lo corpóreo y lo decolonial a través de la manipulación de su entorno natural en forma de pigmentos y otros sincretismos materiales.

Sheila Ramirez (2000, Santiago de Cuba) es diseñadora e investigadora cubano-angolana. Explora, a través de archivos visuales y sonoros, la relación afectiva entre las personas y los objetos de su entorno. Actualmente materializa su investigación a través del proyecto The Archive Room.

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