La curadora dominicana Yina Jiménez Suriel reflexiona sobre la imaginación de presentes alternativos y procesos emancipatorios en el Caribe que surgen cuando nuevas sonoridades son creadas y escuchadas colectivamente.
Ilustración: Edson Ikê
La imaginación en la que vivimos está agotada. Aunque habitemos en su fantasma, ese mundo en cual lo estable y lo binario eran el fundamento de todo, murió hace ya un buen tiempo. Las crisis actuales y los panoramas sociopolíticos en el planeta solo evidencian su muerte.
Conscientes de eso, debemos ocupar la crisis y construir imaginaciones, pero esta vez reconociendo el movimiento como característica intrínseca en la vida de todo ser vivo. Y para eso no tenemos que ir muy lejos: el océano es el espacio desde el cual podemos crear ese presente radicalmente distinto del actual. Toma cualquier idea humana y ponla en el océano; seguro terminará colapsada o diluida, pues lo rígido en el agua no tiene cabida.
Definitivamente estamos hablando de un proceso emancipatorio, o más bien de la continuación de lo que en los últimos tres siglos ha venidosucediendo. Pues, ¿acaso las independencias americanas y africanas no son el resultado de la búsqueda de un movimiento que niegue el colonialismo?
Esa búsqueda de movimiento en esta parte del mundo donde vivo se comenzó a pensar en las comunidades cimarronas [conformadas por personas esclavizadas fugadas] en las altas montañas. Así que, aunque suene paradójico, en el Caribe, continuar la emancipación a través del océano solo puede suceder en relación con la historia de las montañas.
La primera cosa que las montañas nos cuentan es que las herramientas claves para desarticular imaginaciones antiguas y crear otras nuevas, no son herramientas sobrenaturales: son las sonoridades y la escucha activa. Usado como instrumento de viento, el fututo [instrumento hecho con un caracol] hizo posible en el Caribe la conformación de comunidades de resistencia donde vivían poblaciones indígenas y africanas huyendo de la esclavización. Rastrear los orígenes de procesos independentistas regionales del siglo XIX y XX nos lleva al fututo como articulador, con distintas formas de sonar pero siempre señalando la libertad.
Madeline Jiménez Santil, La mami del swagger, 2019. Del proyecto Mastica y traga. Cortesía de la artista.
Caminando de aquí para allá, y haciendo consciencia de esos procesos cimarrones me fui dando cuenta de que las sonoridades siguen liderando los procesos emancipatorios, esta vez desde las costas, acercándonos al océano. El relieve kárstico, ese suelo con memoria de aguas que el viento hace sonar, ha permitido continuar lo iniciado con los fututos, ahora con el dembow.
El dembow es un género musical con raíces en ritmos de Jamaica y Puerto Rico. Apareció en el espacio público más o menos en el año 2009 en la ciudad de Santo Domingo, República Dominicana, y se ha constituido en la principal manifestación para ocupar la crisis. Si bien en sus inicios tenía una composición rítmica específica, hoy tiene distintas maneras de sonar.
El dembow nos está haciendo reencontrar con lo que se mueve. La reconfiguración en la gestión del poder que plantean exponentes del género como Tokischa y Kiko el Crazy ha superado incluso las ideas de muchas personas de pensamiento progresista en el contexto local. Con imágenes sonoras y visuales, el dembow está materializando los presentes que hace mucho tiempo deseamos. La defensa radical de la autonomía sobre nuestros cuerpos, el reconocimiento de otras maneras de construir conocimiento y el ensanchamiento de las ideas de amar son solo algunos de los debates que dembowserxs han planteado en los últimos años. Crearon un lenguaje común a todos los espacios de la comunidad dominicana y la interpelación de sus ideas va dando cuenta de eso.
Post data: cinco días antes de terminar esta carta, la Cámara de Diputados del Congreso de la República Dominicana aprobó un código penal que prohibe totalmente el aborto, omite la discriminación por orientación sexual y justifica la discriminación de cualquier tipo amparada en “requisitos institucionales”. Un acto desesperado que demuestra lo acorralados que se sienten aquellos grupos sociales que pretenden seguir viviendo en la imaginación de lo estable. Sin embargo, al mismo tiempo que nos enterábamos de esto, Shakatah, una chica trans dominicana con más de 1.1 MM de seguidores en Instagram, hacía un live bailando dembow y luego bañándose. En los primeros minutos ya tenía más de 5,000 espectadores.
Yina Jiménez Suriel, curadora e investigadora especializada en estudios visuales. Piensa desde el movimiento, las visualidades y sus potencias para crear imaginaciones distintas de las actuales. Vive y trabaja en República Dominicana.