Usa imágenes sorprendentes como la de su propia cara cubierta de lodo y sumergida en un cubo de agua o la de un robo dirigiendo el tránsito. Desde que descubrió el medio del video, el artista congoleño Fundi Mwamba (FM) Gustave Giresse no conoce límites en la exploración con la cámara. No retrocede ante chocantes imágenes de anormalidades corporales como las que muestra en su reciente obra Ubatizo, la genèse du mal (Bautizo, la génesis del mal), ni ante temas políticos como la explotación de recursos naturales. Costa Tshinzam explica en C& la evolución del artista desde el dibujo de caricaturas a la dirección de videos.
Performance en video Lubumbashi-Kinshasa de FUNDI MWAMBA (FM) Gustave Giresse y Michael DISANKA (captura de video), 2018. Producción de O2 Studios, Collectif D'art D'art et Mite Enternenement.
Fundi Mwamba (FM) Gustave Giresse, Robot (captura de video), 2015. Cortesía del artista.
En Lubumbashi, una ciudad del sudeste de la República Democrática del Congo, hay una expertise artística que todavía no se ha reconocido, o al menos no se ha apreciado en su justa medida. La obra de Fundi Mwamba (FM) Gustave Giresse es una elocuente ilustración de esto. Apasionado narrador de historias, este joven artista trabajó en caricaturas y varios otros medios antes de hacer sus intentos «del modo más inusual en el video e, indirectamente, en el videoarte». [1] ¿Cómo es que, a partir del simple deseo de contar historias con los personajes de la película, se pueden alcanzar logros estéticos compartidos por otras formas del arte contemporáneo?
Igual que la «televisión hecha por artistas», el videoarte es una disciplina capaz de movilizar otros dominios perceptivos, fundiendo los lenguajes para dar forma tangible a los sueños utópicos del arte contemporáneo. Es así que el joven artista aprovecha esa expertise para contactarse, establecer relaciones, preguntar e iniciar diálogos entre su obra y el público que la consume. Los videos –cada uno presenta a un personaje que dice o expresa con mímica textos cuyo tema difiere de película en película–, ponen de manifiesto una curiosidad, una experiencia, el resultado de un análisis reflexivo de las estructuras específicas del medio. Las historias contadas aquí bajo la forma de un video grabado previamente, remiten a la crítica que hizo Nam June Paik (1960) de los comienzos del videoarte y de esta práctica artística: una indagación que se preguntó «si la tecnología electrónica revolucionaría la práctica del arte contemporáneo o si el arte ‘moderno’ simplemente absorbería el video como otro medio para la reflexión estética».
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En Chronique… (2016), vemos a FM descalzo, con la cara cubierta de lodo, gesticulando mientras se mueve entre cinco lámparas y un cubo lleno de agua. ¿No es esto una demostración que hace el artista de la flexibilidad y maleabilidad de las artes contemporáneas, al punto de que las adapta a otras formas sin necesariamente falsear su estética? Siguiendo una coreografía que se produce en sincronía con el texto que va diciendo, el protagonista imita, balbucea y masculla las enfermedades que azotan un mundo que, según él, está «perdiendo su impulso debido a las grandes cantidades de sangre derramada». Un mundo en el que la gente tiene «el cerebro donde tendría que estar el pelo, el pelo donde tendría que estar el culo, el culo donde tendría que estar su boca, y la boca donde tendría que estar el cerebro». El encuadre enfatiza el texto hablado, la acción, ejemplos de onomatopeyas y efectos sonoros. Uno puede sentir al personaje cuando recomienda «ser terco frente a malos del mundo, que sistemáticamente reducen a cualquiera a cero». Después sumerge su cabeza enmascarada en el cubo plástico de agua para primero remover la máscara, que cae de él como por arte de magia, y luego llegar a la «iluminación»! Con esta ablución, el protagonista parece marcar el final de un ritual, de una perdida de la cual emerge endurecido, afirmando su ser con el grito de «Existo».
Con su ostensible llamado, la puesta en escena causa una impresión fuerte y potencia el contenido frente a la forma y el tratamiento propuestos por el director. Robot (2015), un video mudo de 5 minutos 48 segundos, ilustra a su manera esta expertise: muestra a un robot que dirige el tráfico, a veces solo, a veces al lado de un joven que se expresa en lenguaje de señas. ¿Es para mostrar la cacofonía que habría entre esos dos modos de hacer las cosas, una que implicaría a un agente de tránsito humano y otra que consistiría enteramente en máquinas?
Los experimentos del joven director buscan ir más allá de cualquier límite en la adaptación al video de las escenas de horror. Ubatizo, la genèse du mal (Ubatizo –que significa «bautismo» en swahili– el origen del mal, 2018) toma como punto de partida una historia ficcional inspirada en hechos reales, para condenar la explotación irresponsable y de hecho poco pragmática de los recursos minerales. Aquí, FM se pone en escena a sí mismo. Denunciando la turbia explotación de los minerales, que, según él, hundió al pueblo de Bofwa en una «monstrificación», habla de las discapacidades congénitas que siguen a lo que él llama la «profanación del río sagrado de la aldea». Las imágenes de personas con deformidades que muestra el video son impactantes. Ponen en tela de juicio las prácticas que están destruyendo la vida humana. Y este es un problema considerable en su país, donde muchos consideran que se está produciendo un «escándalo geológico».
Cualquiera que haya sido la idea que motivó la producción de esta obra, resulta claro que experimentar con prácticas artísticas puede ser una revelación, un modo de mostrar el talento y adaptarlo a nuevos modos de contar historias. Con tomas en movimiento o fijas, el trabajo alcanza una profundidad, un dinamismo y una energía que se resuelven en una «coreografía» que se funde con los escenarios a través del texto hablado o expresado con mímica. Un testimonio del poder que tienen las nuevas tecnologías para revolucionar la práctica contemporánea del arte.
[1] Comentarios grabados por el autor durante una entrevista con el artista el 22 de mayo de 2018.
Costa Tshinzam es escritor, blogger y miembro de la comunidad Habari RDC. Participó del taller de escritura crítica organizado por C& y generosamente financiado por la Fundación Ford en Lubumbashi, donde vive y trabaja.
Traducción del inglés de Nicolás Gelormini