Una charla con la artista visual Gaby Messina sobre las dificultades históricas, institucionales y personales de examinar la identidad afro de Argentina.
Gaby Messina, Margarita, 2017. Video. Cortesía de la artista.
Gaby Messina, Yo, Afro, 2017. Video. Cortesía de la artista.
Gaby Messina empezó su carrera profesional en el campo de la publicidad. Su interés por la fotografía surgió casi de casualidad, cuando sus padres le regalaron su primera cámara. Inicialmente, el retrato le permitía canalizar las relaciones que establecía con personas de su entorno. Actualmente, Messina, como afro-argentina, explora a través del trabajo artístico en video su propia posición en el mundo.
C&AL: En tu carrera como artista visual, hay un momento en que empiezas a tratar temas de afrodescendencia en Argentina. ¿A qué se debe este giro?
Gaby Messina: Yo creo que el punto de inflexión en mi obra se debe a la necesidad que tengo de dejar de contar la historia de los demás y empezar a contar la mía. Esto se inició con mis proyectos Fe y Maestros, El Bosque y El árbol. Mi padre fue asesinado de manera violenta cuando yo tenía veinte años. Fe (2011) me brindó la oportunidad de expresar la frustración que sentí tras su muerte y de la que no había podido hablar durante muchos años. Me permitió hablar de la desesperanza que sentía hacia la tradición cristiana en la que se me había educado y también hacia el sistema sociopolítico que desanimó a mi madre a denunciar la muerte de mi padre.
En Maestros (2016) entrevisté a 112 artistas argentinos que habían producido obra durante la dictadura en Argentina. Todos eran personas mayores y al poco de entrevistarles algunos murieron. Esto fue una llamada de atención sobre mí misma, mi identidad, mis raíces, quién soy y por qué sufrí tanto en mi niñez, por qué me sentía diferente. En ambos proyectos empecé a usar el símbolo del árbol como metáfora de las raíces, identidad y la búsqueda de uno mismo.
El proyecto Margarita (2017) fue el primero sobre la afrodescendencia y su invisibilidad en Argentina. En el documental experimental Yo, Afro (desde 2017) me sumerjo en una investigación más analítica, para lo cual trabajo junto a la politóloga Ana Paula Penchaszadeh.
C&AL: Tras la emancipación colonial en el siglo XIX, ¿cómo se construyó en Argentina la narrativa de ser un país biológicamente blanco y culturalmente europeo?
GM: Las agrupaciones afro dicen que Domingo Faustino Sarmiento, presidente de Argentina entre 1868 y 1874, fue el racista número uno, ya que incitó la eliminación de barreras para migrantes de origen europeo, principalmente de España e Italia, prometiendo una mejor calidad de vida, trabajo y sobretodo armonía, ya que la mayoría de estos europeos huían de los conflictos bélicos en el viejo continente. Esto supone el inicio de una campaña de blanqueamiento. Hoy en día miras los libros de texto y no hay referencia afro. Sólo blancos aparecen como los héroes de nuestra patria, y claro, si no hay historias alternativas, te crees la que te cuentan. Por otro lado, también existía la presión sobre los afrodescendientes de no reconocer sus orígenes, pues esto les daba un estatus social más bajo, les impedía el acceso a oportunidades laborales, etc. Así que el no reconocerse como afrodescendientes se usaba y usa hoy en día como estrategia de supervivencia.
C&AL: ¿Hasta qué punto las políticas de visibilidad y reconocimiento de la afro-descendencia en Argentina respetan la construcción de una identidad propia?
GM: En general, las políticas de visibilidad que viene del Estado son escasísimas y débiles. En el censo del 2020 se incluirá la opción de afrodescendiente, y éste será un gran paso. En el 2013 el Congreso de la Nación estableció el 8 de noviembre como el día de la afrodescendencia en Argentina. El día se toma porque fue cuando murió María Remedios del Valle, conocida como Madre de la patria que luchó en la guerra de la Independencia entre 1810 y 1818. A mí me gusta ver cómo los medios de comunicación hacen eco de esa fecha, pues no hay referencias a esta celebración nacional, no hay información sobre por qué se celebra la afrodescendencia. Muy poca gente sabe quién es María Remedios del Valle. Si desde el Estado no se aprovecha este día al menos para informar a la ciudadanía de quién es esa cara que representa a la población afro en nuestro país, estamos mal.
C&AL: En los últimos años parecería haberse instaurado una especie de “moda” entre agentes culturales internacionales que no son de descendencia afro o indígena, y que tratan estos temas. ¿No es esto problemático? ¿Cuál es la frontera entre ser aliados y ser oportunistas?
GM: Esta es una discusión compleja. Cuando propongo hablar de racismo me encuentro bastante sola en el campo artístico. Empecé a descubrir diferentes agrupaciones afro, y sin embargo no hay muchos proyectos de arte contemporáneo que hablen de racismo. Mi interés en este tema parte de la discriminación que sufrí de niña. No soy negra pero tampoco soy blanca. Por un lado, es interesante vivir la experiencia desde ambas barreras, pero a la vez es muy difícil porque te das cuenta de que el racismo continúa y cómo la diferencia de piel es la que define a quién le corresponde tal o cual cosa. Hay personas en mi país que son visiblemente afro y me discriminan porque no soy lo suficientemente negra como para andar tratando estos temas en mi trabajo. Y yo me pregunto: ¿por qué necesitas ser judío para hablar del Holocausto? ¿Cómo legitimo mi derecho a hablar sobre estos temas?
La verdad es que es complejo navegar la intersección de la afrodescendencia, hasta el punto de que me bloquea creativamente. Creo que frente a la poca, débil o absolutamente negada posibilidad de repensar esta situación en Argentina me parece que hay que darle la bienvenida a todas aquellas personas que sí trabajamos estas cuestiones.
C&AL: ¿Existe en la escena artística en Argentina interés y planes concretos por crear espacios inclusivos para artistas afro o indígenas?
GM: Lamentablemente en Argentina esto no es, ni ha sido, una problemática urgente. Yo creo que el problema más grave ha sido la invisibilidad, la negación. Nos han inculcado una Argentina europea, blanca, esta cosa de que somos todos descendientes de españoles e italianos. Los pueblos originarios y los afrodescendientes tenemos que mantener una lucha permanente y cotidiana. Sin embargo, se empieza a hacer visible que la población argentina está representada por un sinfín de matices.
Como dije antes, yo me siento bastante sola presentando estos temas en mi trabajo artístico. Sin embargo, el Fondo Nacional de las Artes da muchos de sus premios a artistas del interior del país, fomentando la creación más allá de Buenos Aires. No creo que haya ningún tipo de apoyo dedicado al trabajo de artistas afro-argentinos en particular. De todos modos, aquellos que están en los cargos de poder son blancos. Las diferentes agrupaciones afro luchan para que haya representación afro en el gobierno, porque sin esto, no hay una visibilidad real. Se trata de entretejer y construir poco a poco estos espacios.
Entrevista de Raquel Villar-Pérez, curadora y ensayista de arte española, radicada en Londres.