C&AL: Hablemos sobre Cromotopos y Luminancias; se podría decir que en estas obras colaboras con un ente no-humano, el sol. ¿De dónde se genera esta relación y cuál sería la motivación detrás de este gesto?
JLM: Viene de reconocer una pertenencia a una cultura andina basada en calendarios solares con una función agrofestiva. Aunque en la actualidad estos calendarios encarnan múltiples significados desde lo turístico y lo folclórico, al mismo tiempo, la relación entre agricultura y astronomía sigue existiendo. El territorio andino ecuatoriano sigue siendo en gran parte agrícola.
Nace de la voluntad de entretejer el discurso con una propuesta artística en donde utilizo elementos de la etnohistoria y la arqueoastronomía. Las festividades solares del mundo andino reflejan cómo se pensaba el territorio en una época precolonial, es decir, a partir de los movimientos del sol y vinculando a las montañas como un eje visual fijo. Empecé a hacer caminatas durante las fechas de los solsticios y equinoccios por la ciudad de Quito para intentar traducir la poética de la duración del sol en estas fechas y la atmósfera que la luz genera en el espacio. Me interesaba caminar estos lineamientos, conocidos en el mundo andino como Ceques, entre varios Apus y montañas tutelares desde la cordillera oriental hasta la occidental. La zona donde el sol opera en Quito se encuentra entre los volcanes, Pichincha, Cayambe y Antisana. Es una suerte de danza solar por la geografía donde trato de traducir esta poética a una experiencia actual.
Las festividades solares en el territorio andino tienen una larga historia, lógicas, temporalidades y paisajes. Yo, en cambio, actúo desde el arte contemporáneo y lo planteo desde la escultura, pintura expandida y obra site-specific. Creo que la especificidad del cubo blanco es desbordada por la densidad epistémica andina que incluye elementos cósmicos, geográficos y múltiples formas de vida. Lo indígena es un gran referente para mí, aunque siempre posicionándolo más allá de lo iconográfico. En Cromotopos me inspiro en piezas arqueológicas que evocan lo solar y las reconfiguro en piezas acrílicas instaladas en el paisaje urbano que se activan con la luz. El espacio-tiempo conocido como Pacha se relaciona con lo multisensorial. En la obra trato de replicar esta experiencia donde coexisten múltiples temporalidades, una idea que se alinea a lo ritual.