El término “Latinx” actualiza etiquetas como “hispano” o “latino”, surgidas desde mediados del siglo XX para designar a las comunidades de migrantes latinoamericanos en Estados Unidos. Aldeide Delgado examina para Contemporary And América Latina (C&AL) las implicaciones y las oportunidades tras la palabra.
Yali Romagoza, Monument To the Great Living Artist, 2018. Cortesía de la artista.
Guadalupe Maravilla, Motorpsycho, San Antonio, Texas, Luminaria Festival, 2012. Cortesía del artista.
Lucía Hierro, Mercado series, 2017. Foto: Etienne Frossard. Cortesía de Elizabeth Dee Gallery.
Miguel Luciano, Pimp My Piragua, 2009. Cortesía del artista.
Mientras la discusión sobre la construcción de un muro mantuvo cerrado el gobierno estadounidense por semanas, el pop latino batía los récords de popularidad en los grupos más jóvenes y algunos afirmaban que “el futuro es Latinx”. Pero, ¿qué significa esa palabra?
La publicación del artículo “America’s Most Expensive Artist Is Latinx – But No One Knows It” (Artsy, junio de 2017), propició una relectura biográfica de artistas como Carmen Herrera y Jean-Michel Basquiat desde una perspectiva “latinx”. Según Naiomy Guerrero, autora del artículo, Basquiat es conocido generalmente como un artista negro estadounidense, aunque su padre nació en Haití y su madre era de origen puertorriqueño. El exclusivo posicionamiento de la figura de Basquiat como artista negro –continúa Guerrero– señala la continua invisibilidad de los artistas “latinx” en el mercado del arte, así como la ausencia histórica de investigaciones sobre la experiencia latinoamericana en Estados Unidos.
En agosto de 2018, la revista Hyperallergic tituló una noticia con “Latinx Artists Are Highlighted For The First Time In A Group Show at the Whithney”, a propósito de la exposición Pacha, Llaqta, Wasichay: Indigenous Space, Modern Architecture, New Art curada por Marcela Guerrero para la institución. Por primera vez, el Whitney Museum of American Art, dedicado a la obra de artistas vivos estadounidenses, presentó una exhibición donde artistas contemporáneos de origen latinoamericano e indígena compartieron el mismo espacio.
“Latinx” (pronunciado la-tin-eks) define a los individuos de origen latinoamericano que viven en Estados Unidos y no se identifican con las asignaciones de género correspondientes a mujeres y hombres. Según los datos de tendencias de Google, la “x” comenzó a emplearse para designar la diversidad de género desde el año 2004, dentro de la comunidad LGBTQIA+ y entornos académicos. Sin embargo, su popularidad en Estados Unidos aumentó a partir del 2016. El término aparece por ejemplo en el catálogo de la exhibición Radical Women: Latin American Art 1960-1985. En la introducción, Cecilia Fajardo-Hill y Andrea Giunta afirman asumir las categorías “chicana” y “latina”, en vez de “chicanx” y “latinx” porque la discusión no resultaba relevante para el período histórico que abarcó la muestra.
“Latinx” actualiza las etiquetas “hispano” y “latino”, surgidas desde mediados del siglo XX para designar a las comunidades de migrantes latinoamericanos en Estados Unidos. El término “hispano” fue adoptado en los años setenta para designar a las comunidades cuyo idioma y legado histórico estaba asociado a España. Por su parte, “latino” –de mayor aceptación entre los “latinos”– transcendía la barrera linguística al comprender, desde lo geográfico, a los grupos de habla hispana pero también portuguesa y los dialectos indígenas. Más tarde, la utilización de las terminaciones “o”, “a” y “@” intentaron crear de un espacio inclusivo masculino y femenino.
“Latinx”, así como “latino” e “hispano”, es un concepto socialmente construido, producto de las condiciones de marginalización de la comunidad designada. Son nociones problemáticas, pues supone la postulación de una identidad “latina” homogénea. No obstante, las discusiones que se generan en torno a las formas de acceso y consumo artístico para una comunidad que vive entre dos, tres o más herencias en Estados Unidos, son muy interesantes.
Los argumentos en contra del término “latinx” se enfocan, fundamentalmente, en su construcción lingüística ajena a los valores del “español”. Sin embargo, “latinx” es un concepto que no responde a Latinoamérica, ni pretende definir procesos artísticos o sociales en la región; aunque posibilita la inclusión de estos debates en los diálogos sobre Latinoamérica y su diáspora. “Latinx” comprende las personas que han nacido, se han educado o nacionalizado en Estados Unidos; de ahí que su lenguaje se manifieste en el cruce entre español e inglés, entre otras posibles combinaciones. El artista brasileño Hélio Oiticica, durante sus años de exilio en Nueva York, inventó su propio lenguaje entre el inglés y el portugués. Sus cuadernos de notas, Newyorkaises –relativamente olvidados en comparación a su etapa anterior– revelan la influencia de Gertrude Stein, la poesía concreta brasileña, Vito Acconci y Yoko Ono.
“Latinx” es una nomenclatura flexible que no obliga a definirse como tal, sino permite otra categoría de (auto)identificación para las personas que no se reconocen en los binarios masculino-femenino. En el contexto artístico, el término comprende un grupo heterogéneo de artistas cuya obra, marcada por la migración, el multilinguismo y la creolización, ilustra identidades mixtas de origen diverso. En la serie Mercado, la artista Lucía Hierro, explora su identidad bicultural dominicano-americana a partir de grandes bolsas de compra rellenas de cupones, objetos y productos cotidianos, consumidos por las comunidades latinas en las cadenas de supermercados estadounidenses. Para la artista, las bolsas refieren los viajes de su madre a República Dominicana con suministros para su abuela y el regreso de las mismas bolsas a Nueva York con otros productos.
Por otra parte, el artista de origen boricua Miguel Luciano se apropia de elementos pertenecientes a la cultura popular como las bicicletas Schwinn para conmemorar las tradiciones de los clubes puertorriqueños en Nueva York. En Pimp my Piragua, Luciano celebra las innovaciones de los vendedores ambulantes latinos al transformar un carro tradicional para vender hielo picado en un triciclo hipermodificado con sonido de alta fidelidad y video. Tras emigrar hacia los Estados Unidos desde Cuba en el año 2011, la artista Yali Romagoza enfocó su obra hacia la exploración de la identidad, el poder y el feminismo en un espacio intercultural. En la obra Monument To The Great Living Artist (2018) Romagoza encarna el personaje de Cuquita, “la muñeca cubana”, mientras baila “Se acabó” de La Lupe y recita el ensayo “Why Have There Been No Great Women Artists?”. Al final del performance, Cuquita deja el siguiente mensaje: “American Feminism as it stands is a white middle-class movement” (Ana Mendieta) y “The Choice is yours. Say it but with an accent” (Cuquita, the Cuban Doll).
Los artistas latinx acuden a experiencias culturales compartidas para reflexionar sobre temas de clase, migración e identidad. El arte latinx no define una identidad monolítica. No se trata de una sola historia o de una sola experiencia. Está marcada por diversos factores de género, movilidad, status migratorio, color de piel y acceso al capital cultural y económico. Su estudio implica reconocer la influencia de estos artistas en la historia del arte estadounidense, a la vez que permite generar un espacio de discusión sobre las políticas de acceso y participación de las comunidades latinas en la sociedad estadounidense.
El 24 y 25 de enero de 2019, el Pérez Art Museum Miami (PAMM) organizó el simposio Latinx Art Sessions para conversar sobre el significado de “latinx” y cómo generar una plataforma de visibilidad y solidaridad dentro del campo.
Aldeide Delgado es historiadora y curadora independiente. Ha sido galardonada con la Beca de Investigación y Producción de Texto Crítico 2017, expedida por Teor/ética. Sus intereses incluyen género, identidad racial, fotografía y abstracción en las artes visuales. Ha sido ponente en California Institute of Arts, Centro Cultural Español Miami, Universidad de La Habana, Casa de las Américas, Biblioteca Nacional de Cuba y 12ma Bienal de La Habana. Estudió Historia del Arte en la Universidad de la Habana (2011-2016). Artículos suyos han sido publicados en Art OnCuba, Cuban Art News, Terremoto y Artishock. Es colaboradora de Artishock en Miami.