La historia de Desali comenzó con los cómics y los grafitis, pasó por una formación en educación artística y artes plásticas y ha continuado en un proceso constante de resignificación de lugares, que ha involucrado a protagonistas originalmente ajenos al mundo del arte.
Série "Embarque nessa promoção", sin título, 2018. Foto: cortesía del artista.
“O Estado eliminas geral chupa cospe acaricia” (The State you abolish sucks, spits, fondles), 2014, mixed media on canvas, 120 x 90 cm. "Embarque nessa promoção" (Embark on this Deal) Series. Photo: FAMA Museum.
“El trueque es una palabra que está muy presente en mi obra”, dice el artista Desali, nacido en 1983 en Contagem, una región industrial cercana a la ciudad de Belo Horizonte. La idea del trueque le es familiar desde los tiempos en que el artista era miembro de Piolho Nababo, un colectivo anarquista que celebraba subastas de arte a partir de ofertas de 1.99 reales. Comenzando con el grafiti y los cómics en su adolescencia, Desali amplió sus técnicas e investigaciones artísticas a través de su educación formal en artes. Militante de la educación artística, se preocupa por llevar la ocupación urbana al museo, la galería de arte a un bar suburbano, los talleres artísticos a zonas de riesgo, siempre con la participación directa de protagonistas sociales originalmente ajenos al universo del arte. “Allí hay un intercambio de experiencias, un conocimiento acumulado del que me empeño en aprender”, dice el artista en una entrevista con C& América Latina.
Paisajes
El barrio de Nacional, en la ciudad de Contagem, es mi mundo, es lo que entiendo como verdad. Es mi base, con la que me identifico y lo que me estructura como persona. De ahí saco mi inspiración, de donde vienen todas mis imágenes y la relación que creo con otros mundos. Antes vivía en Belo Horizonte, pero he vuelto a Contagem. Mi trabajo de pintura, por ejemplo, se divide en dos bloques: uno con paisajes de las periferias, de las casas, con los colores de las casas; y otro con la presencia humana. Mezclo las técnicas con las propuestas. La técnica permite ampliar la visión de la periferia, que es múltiple, que tiene, por un lado, esa energía pulsante de los cuerpos; y, por otro, ese descanso, esa calma que siento allí donde vivo.
Precio de feria
Esta es una larga historia, comienza con los grafitis que hacía aquí en el barrio cuando era adolescente, los cómics underground, de connotación punk, y la intervención urbana. Después creamos un colectivo en Belo Horizonte, el Piolho Nababo, que era un espacio anarquista, autogestionado, una galería libertaria, sin comisario, sin esas ataduras institucionales. Quien quiso participar trajo sus cosas y seguimos sumando y sumando hasta que se volvió realmente caótico, con exposiciones, muestras, subastas de arte a 1.99 reales, precios populares, precios de feria. Cuando no ofrecían nada, destruíamos la obra. Esto sorprendió a todo el mundo y atrajo a personas de diferentes lugares, desde la periferia hasta las zonas privilegiadas. Pasamos por varios espacios independientes de la ciudad, e incluso llegamos a la galería del Palácio das Artes. Mis bases en el grafiti y la anarquía hacían posible la interacción con todo el mundo, independientemente de las consecuencias –si salía mal o bien, no importaba, todo era posible.
“O Estado eliminas geral chupa cospe acaricia”, 2014, técnica mixta sobre tela, 120 x 90 cm. Serie "Embarque nessa promoção". Foto: Museo FAMA.
Educación artística
Trabajé en un bar de la avenida Paraná, en la región central de Belo Horizonte, vendiendo “mocotó” [un caldo brasileño de pata de vaca con frijoles y legumbres], y conseguí hacer un curso preuniversitario. Estudiaba durante el día y trabajaba en la noche. Fue en esa época que descubrí que la Escola Guignard ofrecía una Licenciatura en Artes por la tarde, una carrera que no era muy popular. En ese momento, trabajaba en una ONG para mantener mis ingresos, y empecé a dar clases en zonas de riesgo en las periferias de la ciudad. Fue una experiencia importante, porque tenía la reciprocidad de los niños. Toda mi investigación en artes entró en mi dinámica docente. Enseñaba lo que estaba aprendiendo… El arte de pegar Lambe-Lambe [carteles urbanos] o pequeños videos. Más tarde, esta experiencia entró en mi trabajo en el programa Bolsa Pampulha, cuando creé una galería en el barrio de invasión Ocupação Dandara. Allí impartí una serie de talleres de pintura para niños, y las obras se vendieron en una subasta en el Museo de Arte de Pampulha, que en ese momento se convirtió en el Museo de Arte de Dandara. Resignificamos el nombre y la comunidad acudió al museo. Con el dinero, los niños compraban lo que querían. La educación artística está integrada en mi trabajo conceptual, está todo conectado.
Basquiat y Abdias do Nascimento
Cuando entro a la universidad, siendo negro de la periferia, me doy cuenta de que allí no hay historia del arte negro. Es una idea europeizada todo el tiempo la que le van metiendo a uno en la cabeza. Y entonces aparece Basquiat [el pintor afroamericano Jean-Michel Basquiat, 1960-1988], una referencia negra, y yo sentí una familiaridad inmediata, el tema de la policía, una serie de elementos, la presencia del cuerpo negro dentro del cuadro. Fue una gran influencia para mí, también porque realizó una serie de intervenciones en el espacio urbano. Sus cuadros tienen una rabia, y eso está en mi serie Embarque nessa promoção (Súbase en esa promoción), que es un recorrido de jóvenes de la periferia por la noche. Son grupos que se expresan contra la policía, contra el autoritarismo, contra las detenciones. Y también estaba Abdias do Nascimento [actor, director, dramaturgo, pintor y activista brasileño, 1914-2011], a quien también conocí en la universidad, pero siempre en segundo plano. No ponen a estos artistas negros en primer plano, están en los alrededores. Aparece Basquiat, porque está cerca de Andy Warhol, por ejemplo. Eso es extremadamente desagradable.
Serie “Bom Jesus” - "Junim", "Adilson", "Wilsin", 2010, papel fotográfico P&B, 60 x 50 cm. Foto: cortesia del artista.
Palabra
Una influencia importante para mí fue la literatura, el concretismo, la poesía concreta, la relación entre las palabras y las matemáticas. En mis cuadros, pongo cosas que parecen un diario personal de mi vida, y las mezclo con frases de libros, frases rotas, palabras en relación con la imagen; y esto genera una reacción interesante en la gente: ven el cuadro, el cuadro es pequeño, agradable, y cuando se acercan reciben un shock dependiendo de la palabra que esté allí. Algunos cuadros tienen un relieve tridimensional que te hace pasar de un lado a otro. Mi investigación también gira en torno a eso: el cuerpo de la persona que se encuentra frente a la imagen, que caminará, la analizará de cerca y de lejos.
Ironía y mercado
Me pregunto cuál es la imagen del artista frente a esos lugares de poder que existen en el mercado del arte. Y uso esta especie de ironía, esta incredulidad en ese poder, en ese capital que sólo absorbe, apesta. Si voy a jugar el juego, prefiero hacerlo de esta manera. Estoy dentro de él, pero jugando de la misma manera que juegas tú conmigo, utilizando mis imágenes. Cada uno se aprovecha de ese movimiento. Acabamos alimentando la plataforma de las instituciones que, a su vez, promueven al artista. Entré en esa onda y mi cómic es un poco una broma sobre eso. Hablo allí del Premio Pipa, pero con un aire ligeramente irónico. Intento tratar con la mayor honestidad posible esa situación de querer estar en la red de artistas, de mostrar mi trabajo en esa plataforma.
Tânia Caliari es periodista. Vive en São Paulo.
Traducción del portugués de Catalina Arango