Mariana Ramos Ortiz es una artista puertorriqueña, que explora la arena como material artístico en su obra reflexionando sobre la fragilidad ambiental y la resistencia a la ocupación estadounidense de la isla. Su trabajo también aborda la importancia de la preservación de la tierra a través de símbolos como la palma.
Mariana Ramos Ortiz, Breezeblocks I, arena, arcilla,36” x 60” 2”. Cortesía de la artista
Mariana Ramos Ortiz, La Peregrina, arena, 180” x 180”. Cortesía de la artista
C& América Latina: Háblame sobre el proceso de trabajar con arena, un material que tiene tan presente el derrumbe en su anatomía.
Mariana Ramos Ortiz: Me gusta pensar en lo que implica ese tipo de material en el Caribe y qué significa contextualmente ese tipo de suelo en Puerto Rico y, más allá, en Estados Unidos. Ver cómo empujar ciertos materiales hasta sus límites o cómo desafiar esas lecturas de fragilidad. Yo nunca había pensado la arena en un contexto de arte visual, pues es un poco difícil transportar ese objeto a las exhibiciones en que debería estar. Mi background viene siendo el grabado, y el grabado aquí en el Caribe es de una naturaleza experimental, si hablamos de acceso a material. Tenemos una historia tan rica de grabadores que han salido de estos lugares y han llegado más allá de la tradicionalidad del medio. Fui absorbiendo la poética del material pensando en el grabado como repetición, como matiz y como idea de que las cosas sean idénticas. El proceso de imprimir en arena es bastante simple. Requiere pensar en cuán hidratada está la arena, cuán finos son los granos, cuán prensado está el tamiz de serigrafía, y para imprimir en esa arena, en vez de tinta, uso carboncillo preparado específicamente para eso.
C&AL: Respecto a la idea del juego como resistencia, ¿de qué modo se relaciona con la construcción de un nuevo pensamiento?
MRO: Pienso en el juego como algo que requiere repetición, que tiene reglas , pero que a veces no tiene un fin. El tiempo aquí es circular. El año es volver otra vez a la temporada de ciclones, estar consciente de la repetición del cuerpo y el pensamiento asociado a la idea de vivir en la colonia y en el Caribe, afrontando las dificultades de estar aquí como un juego que no tiene fin. Quizás esas son las partes negativas que pudiéramos cambiar sobre estos espacios. El prepararse para el huracán o el estar sin luz por un par de tiempo se convierten en experiencias centrales de vivir aquí y van creando una jaula cuando realmente, si nos ponemos a pensar, no hay razón para estar pasando por eso. La arena sugiere el poder de deshacer esa estructura, como en La Peregrina, una moneda, donde uno va dando vueltas en un círculo y tiras una pieza que nunca cae como tal porque no la puedes tirar circularmente. Hay gente que pierde completamente el norte y se encuentra simplemente en ese camino circular y otros que lo ven como “la estamos habitando y es difícil salirse de ella, pero podemos deshacer esta estructura”.
Esta pieza se puede tocar y sentir, pero hay otras piezas que para mí es bien importante que no se toquen. Estados Unidos ha sido el lugar donde he tenido más problemas con personas que quieren tocar el trabajo, y eso me hace pensar que estoy haciendo una pieza sobre la fragilidad de ese espacio, específicamente la idea de crear bordes, y qué pasa si tú, como estadounidense, que eres cómplice de muchas de estas dinámicas, tocas esa pieza sin que te importe, sin leer, sin saber cuáles son las implicaciones de habitar ese espacio. Se convierte en un microcosmo de la experiencia puertorriqueña.
C&AL: La imagen de la palma en tu trabajo hace pensar en las dinámicas de tierra protegida en Puerto Rico y en la lucha por mantener estos espacios intactos para la gente de la isla. ¿Cómo procesar los cambios en el paisaje?
MRO: La Palma tiene muchas lecturas aquí en Puerto Rico y tiene esa capacidad de hacernos perder en ella. Es un elemento que estoy explorando y viendo cómo encaja en relación con otras cosas, pero definitivamente tiene esa idea de documentación del espacio y el paisaje. Yo crecí en la costa y para mí es un lugar importante para pensar en esos cambios. El trabajo con arena tiene ese ángulo de la pisada que hace pensar en cuestiones como la erosión, el alto nivel del mar, el mangle como barrera protectora. Creo que nos une mucho la experiencia de visitar Puerto Rico de nuevo, cuando uno se va a estudiar o se va por otra razón. Tener ese momento de ver si las cosas que reconocías y eran importantes para ti están ahí todavía. Cosas que no albergan importancia hasta que se pierden.
Mariana Ramos Ortiz, Ráfaga, serigrafía sobre arena, 8” x 8” x .5”. Cortesía de la artista.
C&: Como sujeto colonial andando hacia el futuro, ¿qué te llevas y que vas dejando atrás?
MRO: Creo que es muy central en mi práctica estar segura sobre qué pienso sobre mi propia realidad y cómo las lecturas del trabajo y los intereses de la gente empujan mi posición. Me llevo el escarbar más la realidad de donde vengo, y tener más claridad en cuanto a qué respuestas son valiosas para mí, con quién me comunico y cómo me comunico, más allá del trabajo, en el contexto de la realidad, que quede claro qué es productivo. Y lo que dejo son también esas fuerzas que a veces uno sigue o piensa que son importantes para el trabajo, porque quizás estás en conversación con la persona o el espacio erróneo, y acaban no siendo productivos para encontrar esa claridad.
Mariana Ramos Ortiz (Cabo Rojo, Puerto Rico) es una artista multidisciplinaria que considera las cualidades estructurales y temporales de la arena como medio para explorar temas de ocupación, permanencia y protección en el contexto de las actuales realidades coloniales de Puerto Rico.
Sheila Ramirez (Santiago de Cuba, Cuba) es diseñadora e investigadora cubano-angolana. Explora, a través de archivos visuales y sonoros, la relación afectiva entre las personas y los objetos de su entorno.