Indigenidad

¿Qué significan Abya Yala y Pindorama?

El pensamiento descolonial rechaza la idea eurocéntrica del mundo y retoma el saber y el hacer de los pueblos originarios. El nombre de América, para ese grupo, vuelve a ser Abya Yala, como decían algunos pueblos de esa tierra antes de la invasión colonial.

El protagonismo indígena en la producción audiovisual es una de las muchas facetas de un fuerte movimiento de resistencia en América Latina que apuesta a la valorización de la ancestralidad de pueblos originarios que habitaban la región antes de ser invadida por el colonizador europeo y vieron cómo se despreciaban y negaban sus modos de vida y cultura. No se respetaron las peculiaridades de cada pueblo y todos fueron denominados por igual “indios”. La Abya Yala, uno de los nombres con que los pueblos originarios llamaban a sus tierras, fue bautizada como América.

En este movimiento de resistencia, se acordó volver a llamar a la región de Abya Yala (tierra viva o tierra que florece), según la denominaba el pueblo Guna, de Colombia y Panamá, en su idioma original. En Brasil, el nombre de América era Pindorama.

«Usar el nombre de Abya Yala es una forma de enfrentar al nombre de América Latina, que fue dado por el invasor”, cuenta el profesor e investigador Janssen Felipe da Silva. “Su uso es la afirmación de que nosotros, que trabajamos con epistemologías del Sur y de América Latina y con el pensamiento descolonialdescolonial, asumimos el tema como una confrontación”.

Según Da Silva, el pensamiento descolonial propone pensar y actuar a partir de las experiencias, de las luchas del pueblo amerindio y del conocimiento producido en América del Sur, tanto por los indígenas como por el pueblo de origen africano. “Abya Yala constituye una confrontación con la epistemología del Norte que, en la invasión del continente, nos nombró arbitrariamente”, dice.

En su tesis de doctorado de la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE), la indigenista y también profesora Eliene Amorim de Almeida explica que la independencia de los países colonizados no modificó la dinámica de una organización social que consideraba inferiores a indígenas y negros, y despreciaba sus epistemologías al poner sus conocimientos, creencias y tradiciones en el campo de la superstición. “Incluso después de las supuestas independencias y de la creación de los Estados nacionales latinoamericanos, la élite criolla siguió manteniendo el estándar mundial de poder, que el pensamiento descolonial denomina herencia colonial o colonialidad”, dice un fragmento de su tesis.

Colonialidad es, por lo tanto, la herencia del colonialismo que da forma a las estructuras e instituciones modernas. Según la profesora, además de moldear las instituciones, la herencia colonial también entra en las mentalidades, los imaginarios, las subjetividades y las epistemologías, determina la forma y el contenido de las sociedades actuales. La colonialidad, parte constitutiva de la modernidad, “se encuentra en cada ámbito de la existencia social: en el trabajo, en el sexo, en la subjetividad, en la autoridad, en el conocimiento eurocéntrico, y se articula con varios tipos de jerarquías: étnicas, raciales, sexuales, de género, de conocimiento, de lenguaje, religiosas; en consecuencia, la colonialidad comprende un sistema complejo de jerarquías”.

La idea del pensamiento descolonial, que es base de los estudios sobre la modernidad y la colonialidad, es buscar otros caminos y no los impuestos por el sistema que ignora los saberes tradicionales. Una especie de regreso a los orígenes con respecto al saber y hacer ancestral. De acuerdo con Eliene Amorim, el conjunto modernidad/colonialidad implica que, más allá de la colonialidad del poder, hay otras dimensiones del saber, del ser y de la naturaleza.

La Red Modernidad/Colonialidad reúne a intelectuales de diferentes países y áreas de conocimiento que investigan a América Latina y estudian estas cuestiones desde los años noventa. Según Eliene Amorim, el grupo considera a América Latina no sólo como espacio geográfico sino también como territorio sociopolítico, cultural y epistémico fundado por el colonialismo.

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