El pensamiento descolonial rechaza la idea eurocéntrica del mundo y retoma el saber y el hacer de los pueblos originarios. El nombre de América, para ese grupo, vuelve a ser Abya Yala, como decían algunos pueblos de esa tierra antes de la invasión colonial.
Bixa, se eu invocar... (Bixa, si te invoco...), fotografía de Catalina Torres, 2023. Cortesía de la artista.
daninhas, suculentas y carnívoras (malas, suculentas y carnívoras), collage digital en colaboración con Yná Kabé, Romulo Barros y Rodrigo D'alcantara como continuación del herbario anticolonial durante la residencia TransWeb. Cortesía de la artista.
YBYRATYBA, performance en colaboración con Leticia Rocha y los árboles del Jardín Botánico de Niterói, 2022. Cortesía de la artista.
Quien recorra los dos pisos de la exposición Xingu: Contatos en el encantador edificio que alberga al Instituto Moreira Salles (IMS), en la Avenida Paulista, en San Pablo, se encontrará con un rico acervo audiovisual y documentos sobre la primera tierra indígena demarcada en Brasil a comienzos de la década de 1960. Entre fotos y videos del territorio y de las dieciséis diferentes etnias que habitan el Parque do Xingu, en la Amazonia, hay registros de diversas épocas hechos por brasileros y extranjeros que visitaron la región, pero también una fecunda producción de los propios indígenas. El registro audiovisual se ha usado cada vez más como herramienta para que los indígenas retraten sus historias y culturas y tengan voz en las narrativas sobre sus modos de vida, en vez de ser retratados por la mirada del otro.
El antropólogo e indigenista franco-brasilero Vincent Carelli resultó un precursor cuando, en los años ochenta, creó el proyecto Vídeo nas Aldeias, con el cual ayudó a formar cineastas indígenas. El objetivo del proyecto, según describe en su página web, “fue, desde el principio, apoyar las luchas de los pueblos indígenas para fortalecer sus identidades y sus patrimonios territoriales y culturales, por medio de recursos audiovisuales y de una producción compartida”.
El protagonismo indígena en la producción audiovisual es una de las muchas facetas de un fuerte movimiento de resistencia en América Latina que apuesta a la valorización de la ancestralidad de pueblos originarios que habitaban la región antes de ser invadida por el colonizador europeo y vieron cómo se despreciaban y negaban sus modos de vida y cultura. No se respetaron las peculiaridades de cada pueblo y todos fueron denominados por igual “indios”. La Abya Yala, uno de los nombres con que los pueblos originarios llamaban a sus tierras, fue bautizada como América.
En este movimiento de resistencia, se acordó volver a llamar a la región de Abya Yala (tierra viva o tierra que florece), según la denominaba el pueblo Guna, de Colombia y Panamá, en su idioma original. En Brasil, el nombre de América era Pindorama.
«Usar el nombre de Abya Yala es una forma de enfrentar al nombre de América Latina, que fue dado por el invasor”, cuenta el profesor e investigador Janssen Felipe da Silva. “Su uso es la afirmación de que nosotros, que trabajamos con epistemologías del Sur y de América Latina y con el pensamiento descolonialdescolonial, asumimos el tema como una confrontación”.
Rastros de Diógenes, Mapas, fotografía, colección de la artista, 2018. Cortesía de la artista.
Usar el nombre de Abya Yala es una forma de enfrentar al nombre de América Latina, que fue dado por el invasor.
Según Da Silva, el pensamiento descolonial propone pensar y actuar a partir de las experiencias, de las luchas del pueblo amerindio y del conocimiento producido en América del Sur, tanto por los indígenas como por el pueblo de origen africano. “Abya Yala constituye una confrontación con la epistemología del Norte que, en la invasión del continente, nos nombró arbitrariamente”, dice.
En su tesis de doctorado de la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE), la indigenista y también profesora Eliene Amorim de Almeida explica que la independencia de los países colonizados no modificó la dinámica de una organización social que consideraba inferiores a indígenas y negros, y despreciaba sus epistemologías al poner sus conocimientos, creencias y tradiciones en el campo de la superstición. “Incluso después de las supuestas independencias y de la creación de los Estados nacionales latinoamericanos, la élite criolla siguió manteniendo el estándar mundial de poder, que el pensamiento descolonial denomina herencia colonial o colonialidad”, dice un fragmento de su tesis.
Colonialidad es, por lo tanto, la herencia del colonialismo que da forma a las estructuras e instituciones modernas. Según la profesora, además de moldear las instituciones, la herencia colonial también entra en las mentalidades, los imaginarios, las subjetividades y las epistemologías, determina la forma y el contenido de las sociedades actuales. La colonialidad, parte constitutiva de la modernidad, “se encuentra en cada ámbito de la existencia social: en el trabajo, en el sexo, en la subjetividad, en la autoridad, en el conocimiento eurocéntrico, y se articula con varios tipos de jerarquías: étnicas, raciales, sexuales, de género, de conocimiento, de lenguaje, religiosas; en consecuencia, la colonialidad comprende un sistema complejo de jerarquías”.
La idea del pensamiento descolonial, que es base de los estudios sobre la modernidad y la colonialidad, es buscar otros caminos y no los impuestos por el sistema que ignora los saberes tradicionales. Una especie de regreso a los orígenes con respecto al saber y hacer ancestral. De acuerdo con Eliene Amorim, el conjunto modernidad/colonialidad implica que, más allá de la colonialidad del poder, hay otras dimensiones del saber, del ser y de la naturaleza.
La Red Modernidad/Colonialidad reúne a intelectuales de diferentes países y áreas de conocimiento que investigan a América Latina y estudian estas cuestiones desde los años noventa. Según Eliene Amorim, el grupo considera a América Latina no sólo como espacio geográfico sino también como territorio sociopolítico, cultural y epistémico fundado por el colonialismo.
Rastros de Diógenes, Plantação de Feijão (Plantación de frijoles), propuesta performativa de Terreiro Afetivo, Ufpb, 2019. Cortesía de la artista.
La artista multimedia Rastros de Diógenes, nombre artístico de Diógenes M. Potiguara o Dyó Potyguara, traslada toda esas inquietudes a su quehacer artístico. «El pensamiento descolonial en mi trabajo aparece a partir de la conciencia de mi cuerpo en el mundo, de la performance, y se concentra mucho en los aspectos cotidianos, sobre todo en el contexto de migración, de borrado y recuperación de la ancestralidad”, dice en una conversación por escrito con C&. “Hoy en día mi preocupación es tejer, con mi ancestralidad y sabiendo que ésta es parte de un todo, un territorio con sus diferentes ficciones”.
Desde 2015, la artista desarrolla el proyecto Terreiro Afetivo en la zona rural de São Gonçalo, localidad de la Región Metropolitana de Río de Janeiro. Terreiro Afetivo busca ser un laboratorio abierto, comprometido con la cura de la tierra, con las redes y puntos de intercambios ancestrales. “En este caso, hay interés por valorizar y rescatar procesos con la tierra, con los territorios por donde paso”, cuenta Rastros de Diógenes. “Son saberes, historias y recuerdos entrelazados actuando en contextos periféricos e institucionales (…) En el Terreiro Afetivo, mi ancestralidad migratoria se une a la de otres migrantes y nuestras memorias juntas son plantadas, nutridas y cosechadas en la construcción de nuevos mundos en proceso de compostaje”.
Fábia Prates es periodista con paso por grandes medios brasileños. Actualmente escribe sobre temas relacionados con la cultura, el comportamiento y la comunicación corporativa.
Traducción: Nicolás Gelormini