El Protocolo de Nuevos Patronos (“New Patrons Protocol”) considera que la imaginación es una herramienta de transformación sociopolítica. Al reinsertar el arte en la sociedad y hacer accesible el derecho a la imaginación, tiene como fin la redistribución del poder. Bajo esa idea, ya han sido desarrollados alrededor de cuatrocientos proyectos, la mayoría en Europa. ¿Cómo podría adaptarse el Protocolo al contexto latinoamericano?
Nuevos patrones en marcos establecidos. Fotografía: Paulo César Acosta
“El derecho a imaginar está distribuido desigualmente”. La curadora española Maite Borjabad López-Pastor describió así el “agenciamiento asimétrica de diseñar y activar futuros deseados” (entrevista con Samatha Ozer, Pin up Magazine, 2020). El Protocolo de Nuevos Patronos, que el artista belga François Hers propuso en 1990, es una metodología orientada hacia “el arte de la democracia”. Envuelve tres roles fundamentales: unx artista, unx mediadorx y el grupo comisionador, es decir aquellos quienes comisionan una obra. La comisión de una obra surge de la necesidad de una comunidad de desatar un proceso de mediación. Entonces, un artista crea una obra de arte para un contexto específico, y para responder a esa necesidad. El Protocolo destaca que cualquier comunidad en el planeta está en el derecho de comisionar una obra. Esto conduce a una democratización de la práctica artística y su reinserción en la sociedad.
Una obra comisionada por estos Nuevos Patronos se llama El Gran Trueque, de Nicolas Floc’h, que tuvo lugar en Chile en 2008. Conflux Barichara 2021 es una comisión en curso de los Nuevos Patronos sobre la problemática del agua en Barichara, Colombia; su objetivo es cultivar el terreno para un intercambio duradero con la región. En su proyecto Tropical Virus / Viral Tropic: A Tool Box for Disruption (desde 2015), el diseñador, investigador y artista Juan Pablo García Sossa examina el uso de la tecnología en diferentes lugares del mundo. Dice García Sossa: “Las culturas reaccionan de distintas maneras a un manual de instrucciones. Mientras en Alemania las instrucciones se siguen rigurosamente, en América Latina es posible que ni siquiera se lean. De hecho, aquí terminamos reescribiéndolas”. ¿Qué oportunidades, preguntas y desafíos implica todo esto?
1.Evitar la aproximación asistencialista
América Latina tiene una historia de imposición de modelos extranjeros: una mirada hacia un «desarrollo» exógeno, eurocentrista y norteamericano. Las intervenciones externas con frecuencia acarrean el asistencialismo y despojan a la población de su propio poder. En esta región, cualquier manifestación del Protocolo de Nuevos Patronos debería saber leer el contexto –aquello que ya está disponible y aquello que de veras se necesita– y trabajar por establecer marcos de referencia horizontales para el desarrollo de proyectos.
2.Reformular el “desarrollo”
Vista desde la definición más convencional de desarrollo y progreso, América Latina parecería necesitar una inversión en infraestructura. Por eso, la cultura no suele estar en la lista de prioridades de la agenda política. ¿Pero qué sucedería si la cultura pudiera convertirse en el motor de una transformación social que aborde los contextos y las especificidades de la región? Como dice el expresidente uruguayo Pepe Mujica en la película de Emir Kusturica El Pepe, A Supreme Life (2018): “Puedes cambiar lo material, pero ningún cambio será posible si no cambias la cultura”.
3.Readaptar la noción de lo público y lo privado
Dada la desconfianza que despierta por cuenta del frecuente manejo dudoso de los recursos, depender de lo público tiende a producir incertidumbres. Como consecuencia, en algunos países de América Latina la noción de ciudadanía no es una forma sustancial de colectividad. Más bien, esa colectividad surge a menudo por medio de redes de afecto, de comunidades y cooperativas, entre otras formas de reunión.
4.Descentralizar los centros culturales
Es común ver en América Latina grandes áreas metropolitanas que tienden a centralizar la actividad cultural y, en contraste, otras áreas por donde la cultura apenas pasa. Esto ahonda la desigualdad en la región. ¿Qué sucedería si el Protocolo de Nuevos Patronos hiciera una contribución a descentralizar ese flujo, impulsando la comisión de obras por fuera de las áreas metropolitanas?
5.Entender el territorio y la naturaleza como seres vivos con agenciamiento
Sería valioso que las comisiones de obras hechas por medio del Protocolo de Nuevos Patronos admitieran que existen formas diversas de relacionarse con el territorio. Entendiendo el territorio y la naturaleza como seres vivos, Ecuador y Bolivia, por ejemplo, han establecido constitucionalmente que la naturaleza es una entidad legal. Para muchos países de América Latina, la ocupación del territorio ha sido el resultado de luchas ancestrales. Por eso es tan sagrada como disputada.
6. Aceptar la pluralidad y riqueza de los sistemas de creencias locales
En toda América Latina, la influencia judeocristiana está profundamente arraigada y se ha fusionado con religiones, creencias y tradiciones místicas. Podría ser útil abordar ese entramado desde un enfoque pluriversal y descolonial. La existencia de sistemas de creencias tan ricos puede implicar que la aproximación al imaginario simbólico –el de las tradiciones místicas y el arte contemporáneo– es un lenguaje ya aceptado en la región.
7.Prestar atención a las expresiones locales del arte contemporáneo
Es importante reconocer que en América Latina existe una gran variedad de artistas locales contemporáneos calificados. El Protocolo saca al arte del cubo blanco, y eso es un logro. Ahora nosotros podemos sacar al arte contemporáneo de las ciudades, que han centralizado el movimiento cultural, y pensar incluso en sacar al arte contemporáneo del canon más convencional.
América Latina es una región compleja y diversa, difícil de explorar desde una idea única. Por eso se recomienda trabajar con base en unas comprensiones plurales y en las especificidades locales. El Protocolo de Nuevos Patronos para América Latina debería representar no un nuevo “patrón”, sino un modelo: un marco de referencia adaptable que sirva para reactivar le agenciamiento comunitario y redistribuir el derecho a imaginar.
Daniela Medina Poch (Bogotá, Colombia, 1992) es una artista visual, escritora e investigadora interesada en explorar las complejas interrelaciones entre el Sur global y el Norte global. Vive en Berlín, forma parte de la red de mediadores de The New Patrons y hace la maestría de Arte en Contexto en la Universidad de las Artes de Berlín.