Minga Prácticas De-coloniales es un colectivo que quiere expresar el sentir de las comunidades indígenas para recuperar una memoria étnica y cultural. C&AL habló con los miembros del colectivo su trabajo, la protesta social y la resignificación de monumentos en Colombia.
Colectivo Hilando Paz, Mochilas Útero Cultural, 2018. Foto: Carlos Perdomo. Cortesía de Minga Prácticas De-coloniales.
Colectivo Hilando Paz, Mochilas, Salón Nacional de Artistas, 2018. Cortesía de Minga Prácticas De-coloniales.
Secuestro cultural de la dignidad cuacana. Foto por: Edison Quiñones. Cortesía de Minga Prácticas De-coloniales.
En guambiano, el idioma del pueblo indígena Misak del suroccidente de Colombia, “minga” significa trabajo colectivo en la huerta. De allí proviene el nombre “Minga Prácticas De-coloniales” del grupo interdisciplinario integrado por los artistas Edison Quiñones de origen Nasa, Estefanía García, de la costa caribe, y los filósofos Eyder Calambás, de ascendencia Misak, y Jennifer Ávila, de origen Yanakuna.
El colectivo ha trabajado conjuntamente con otras comunidades de la región colombiana del Cauca, a fin de intercambiar saberes ancestrales y dar una expresión al sentir, los intereses y las preocupaciones de los indígenas en el territorio. Su obra decolonial es la recuperación de un “tejido colectivo” más que de una obra individual y su aproximación a la creación se aleja de las lógicas tradicionales del arte y del orden colonial occidental. C&AL charló con los miembros del colectivo.
C&AL: ¿Cómo nació Minga Prácticas De-coloniales?
CMPD: El colectivo Minga Prácticas De-Coloniales nace en el contexto del XVI Salón Regional de Artistas, cuando Estefanía García y Edison Quiñones, artistas plásticos, fueron los curadores del salón en 2018. La idea era decolonizar los conceptos de “salón de arte”, de “obra” y de “artista individual”. Luego se integraron los filósofos Eyder Calambás y Jennifer Ávila a complementar el colectivo en la reflexión teórica y narrativa. Nuestro idea ha sido, como dicen los pueblos indígenas: regresar al ombligo, que es el proceso de articularnos con las comunidades de las cuales venimos.
C&AL: ¿Cuáles son sus prácticas artísticas?
CMPD: Uno de los ejercicios del trabajo decolonial fue acompañar las prácticas ancestrales del tejido de una mochila con mujeres excombatientes de las FARC, de ascendencia Nasa, en los llamados Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación de Santa Rosa, Cauca. Después del acompañamiento, las mujeres crearon dos cooperativas de tejedoras, haciendo una síntesis de su práctica ancestral y el proceso de formación social y política que recibieron en el contexto de combate con las FARC. Este es un ejemplo de la obra decolonial. Ahí no hay un artista individual, no hay una obra como objeto sino como proceso integral desde la tierra: el cuidado, la ofrenda, el nacimiento de la planta, la cosecha, la transformación, el hilado y el tejido. Para nosotros, el creador es necesariamente colectivo y la obra de arte es la recuperación de ese tejido colectivo.
C&AL: Varios grupos indígenas del pueblo Misak desmontaron monumentos antes y durante el inmenso paro social que se extendió en Colombia durante mayo y junio de 2021. ¿Qué implicaciones ha tenido esto?
CMPD: El 16 de septiembre de 2019, el pueblo Misak tumbó la estatua de Sebastián de Belalcázar [conquistador español del siglo XVI] en Popayán porque estaba puesta encima de una pirámide indígena ancestral, ubicada en el Morro del Tulcán. Este templo indígena fue destruido, aplanado y cubierto con tierra para que pareciera un mirador. Esto espiritualmente era un bloqueo a la energía territorial y una forma de impedir que se activara la conciencia social y política de la gente.
El 28 de abril de 2021 fue la hora cero del paro nacional y el pueblo Misak tumbó la segunda estatua de Sebastián de Belalcázar en Cali. Esto no debe entenderse como una acción de orden espiritual. Es un momento de resignificación vinculado a la lucha indígena del pueblo Misak. Esa es la historia del Cauca de los últimos 500 años y, que se extiende hasta el conflicto armado actual en Colombia, desde la resistencia de organizaciones indígenas en contra de los terrajeros y los terrazgueros en el periodo de la República en el siglo XIX y la formación del bipartidismo décadas después. Es la resistencia que han tenido que implementar las comunidades indígenas todos estos años.
C&AL: ¿Cómo se están resignificando estos monumentos?
CMPD: Hay una resignificación de la dignidad de un pueblo, un despertar de ese sueño tardío que hemos tenido. Ahora la gente empieza a investigar, a comprender las lógicas colonialistas. No es solamente tumbar un monumento, es pensar qué es lo que va a pasar más adelante y eso es lo que nos interesa. Hemos investigado los 37 monumentos del departamento situados en espacios sagrados de nuestras comunidades. El Cauca es un territorio muy importante en los procesos de resistencia, y aún así no existe ni siquiera un monumento indígena. Hay que empezar a gestionar cátedras, formular preguntas y poner el tema en el debate a través del arte.
C&AL: ¿Como colectivo, cómo han acompañado las protestas sociales en Colombia?
CMPD: El paro empezó el 28 de abril de 2021 y ese día nosotros hicimos una salida como colectivo en Popayán. Eyder Calambás se puso la ruana Misak, Edison Quiñones la Nasa y Jennifer Ávila la Yanakuna. Nos pusimos el “Aya-Huma”, el espíritu que enseña la danza del Inti Raymi a los pueblos andinos. Salimos con tres cabras: Fuerza, Guardia y Tierra. Esas tres cabras tenían las banderas de los pueblos indígenas y la del CRIC. Esto era una forma diferente de protestar, un acto performático, una acción de irnos con las cabras por todo el recorrido y visibilizar la protesta a través del arte. En ese ejercicio lo que nosotros hicimos fue una pedagogía.
Acción perfomática de tres pueblos: Misak, Yanakuna y Nasa – Mandato ancestral: fuerza, tierra, guardia. Foto: Sebastián Santamaria. Cortesía de Minga Prácticas De-coloniales.
C&AL: Ustedes hablan de que en la calle se está tejiendo un tipo de protesta inédita. ¿Qué dinámicas surgieron durante el paro nacional?
CMPD: El tipo de movilización que se está dando es la integración de dos sectores que nunca se habían tenido en cuenta: los y las jóvenes más pobres de los barrios marginales y sus madres. Ellos se integraron al paro y se conviertieron en los protagonistas del control. En la movilización convencional se manifiesta el pueblo, se genera un decreto que incluye compromisos estatales con la comunidad y con el territorio. En Cali se hizo un ejercicio al revés en los puntos de resistencia. La idea no era fortalecer la dependencia territorial con el Estado, sino hacer más consciente la capacidad que tiene la gente de auto gobernar el territorio que habita y construir un organismo multifacético, plurifacético y pluricultural de gobiernos territoriales autónomos. Se está organizando un tejido colectivo de autogobierno y para nosotros eso sería la gran obra de arte.
C&AL: ¿Qué aprendizajes deja esta movilización?
CMPD: Los miembros del colectivo en cierta medida estamos formados para enseñar, pero la experiencia en los territorios y de la decolonialidad nos muestra cada vez más que tenemos que aprender qué es ser decolonial, más allá de las teorías y conceptos que tenemos. Para nosotros, lo inédito es haber encontrado una analogía entre lo que aprendimos caminando en el territorio y lo que experimentamos en la ciudad con las y los muchachos de la primera línea de las protestas. Hay un vínculo, una defensa territorial y una necesidad cada vez más clara de gobernarnos a nosotros mismos y no depender del Estado.
Ana Luisa González estudió Literatura y trabaja como periodista cultural y reportera independiente en Colombia.